Sin justicia no hay salud mental

El psicólogo Giancarlo Quadrizzi explicó en Radio Universidad la importancia de incluir en los debates sobre salud mental, la confianza en la Justicia y sus efectos en la sociedad.

Por Giancarlo Quadrizzi*

Es difícil afrontar la vida cuando los valores como democracia, justicia, separación de poderes, igualdad o libertad son cuestionados. Si la Justicia no es justa, ¿de quién depende la libertad? La Justicia es una pieza fundamental en la estructura de la mente: reducir la psicología y la salud mental a problemas personales es no entender que estas problemáticas son consecuencias o síntomas intervenidos por factores sociales.

La Asociación de Psicólogos y Psicólogas de la Provincia de Buenos Aires lanzó un comunicado en el que postuló que “sin justicia no hay salud mental”. El psicólogo Enrique Saforcada llevó a cabo un estudio a personas de clase media, media baja, cuya incógnita era cuáles son los problemas que afectan a la salud mental de estos grupos y para cuya solución creen que no tienen a dónde recurrir.

Los resultados, lejos de mostrar problemas como peleas con una pareja, conflictos con un familiar o desmotivación personal, revelaron que lo que más afectaba a estas personas era el abuso de autoridad, la desesperanza y la defraudación. Estos grupos creían que el mañana no sería mejor que el presente y que las autoridades no administran justicia, seguridad social, salud ni economía.  

Estos no son conflictos que se puedan resolver con la ayuda de una persona u organismo, como podría ser en el caso de un consumo problemático. El abuso de autoridad, por su parte, uno está más acostumbrado a verlo. Está más relacionado, en este caso, con las fuerzas de seguridad y la policía; por el otro lado, la defraudación tiene más que ver con las expectativas puestas en personalidades como políticos y jueces, quienes llevan el poder que delegamos como ciudadanos en las democracias representativas.

Cuando la Justicia actúa de un modo que no respeta los mínimos estándares de procedimientos, imparcialidad, y lo hace, además, contra referentes que consideramos que son poderosos, que tienen en sus manos las expectativas de poder de gran parte de la población, esto nos genera una sensación de indefensión.

¿Es lo mismo tener o no tener dinero ante la Justicia? Si analizamos la composición de las cárceles, nos damos cuenta de que no. Cuando el que tiene que protegernos de las injusticias toma a una persona poderosa, pero que representa a los débiles, se produce un doble juego de injusticia muy tendenciosa que busca generar determinados ánimos sociales. No se puede dejar a un lado del eje a la Justicia y la confianza social que se tiene en ella.

Cuando analizamos la confianza de los argentinos en las instituciones sociales, hay dos datos interesantes: la institución más confiable es la universidad pública y la menos confiable, según el 80 por ciento de la población, es la Justicia. Si dejamos de lado esto y seguimos discutiendo como si una cosa no tuviera que ver con la otra, nos imposibilitamos de construir alternativas para transformar esta situación.

La independencia de la Justicia con respecto a los poderes democráticos y populares es un tema que hay que poner en agenda. Necesitamos confiar en que no nos van a defraudar. Si no confiamos en eso, tenemos que confiar en que, entre nosotros, podemos hacer algo para que la Justicia deje de reinar monárquicamente sobre las instituciones sociales.

*Psicólogo M.P. 81.769