La salida de Guzmán despertó el músculo de la unidad en el Gobierno: ¿espasmo o nueva era?

Con la decisión de abandonar su cargo, el joven economista materializó el creciente impacto de la interna en la gestión. Sin embargo, el teléfono descompuesto entre Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández parece haberse encontrado con una misma señal.

Si la sorpresiva salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía de la Nación buscó hacer algún tipo de daño, puesto que se dio a conocer en el mismo momento en que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner pronunciaba un discurso de altísimo voltaje político, el pasado 2 de julio, es difícil de comprobar. Lo que sí se puede afirmar, en cambio, es que la abrupta salida apuró la compleja tarea de cauterizar las heridas del Frente de Todos. Claro que se debió a la urgencia, es decir: ante la alerta, la gestión resolvió con celeridad, aunque con un motor exigido. 

Desde Ensenada, la vicepresidenta pronunció un discurso en el que, de a tramos, se pudo percibir un tono que bien pareció extrapolado de una campaña política. Sacó a relucir su know how: “Estuve ocho años ahí, lo veo”. Aquella frase, en la que puso especial énfasis, recordó a una de las que Alberto Fernández más gastó durante su recorrida hacia el Sillón de Rivadavia y que, pese a algunas variaciones, puede resumirse en la fórmula: sé cómo hacerlo, estuve ahí.

Este sábado, la exsenadora llegó al Polideportivo Municipal de Ensenada con el Manual de Conducción Política debajo del brazo. Literalmente. También le dedicó un párrafo al encuentro que mantuvo con Carlos Melconian. Señaló algunos de los lineamientos de la reunión y, casi al pasar, marcó que la postura del economista, con vínculos fuertes con Mauricio Macri, tenía cierta coincidencia con la lectura de Guzmán. Segundos antes, o segundos después, el funcionario, que supo ser elogiado por el Nobel Joseph Stiglitz, hizo pública su renuncia.

Patear el tablero

Tanto Guzmán como el exministro de Producción, Matías Kulfas, dejaron minada su salida del Gobierno. Las de Kulfas se desactivaron antes de que la Justicia intentara recorrer aquella zona: Daniel Scioli llegó para aportar experiencia y gestión. Silvina Batakis, quien fue ministra de Economía del exmotonauta en la Provincia, ofrece la posibilidad de establecer un tándem con Producción y fomentar la sinergia necesaria en la gestión.

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Si ambas renuncias intentaron, por sus modos, motivar algún tipo de daño, fracasaron. Porque adelgazaron el contrapeso de un lado y favorecieron a un equilibrio. Se trata de una especie de balance en una correlación de fuerzas en la que el lado que mantiene el mayor caudal en términos de representación y poder de conducción real no cuenta con la misma cantidad de tinta en la lapicera que el sector del Gobierno que estampa las firmas en las decisiones centrales.

Este lunes comienza una nueva era para el Gobierno. Lo positivo: la gimnasia del consenso se puede profundizar y engordar el músculo que se empezó a desperezar. Lo negativo: no hay margen de error.