Las plantas le pueden transmitir información a su descendencia

Es el descubrimiento de un equipo de trabajo del CONICET, que describió un mecanismo molecular que explica cómo las plantas transfieren datos sobre el entorno a su progenie. El hallazgo es clave para pensar respuestas ante el cambio climático o en la conservación de especies en peligro de extinción.

Un grupo de investigación de la UBA y del CONICET describió un mecanismo que explica cómo las plantas “madre” transfieren una memoria sobre el entorno a las semillas de la siguiente generación. El hallazgo se podría utilizar para el desarrollo de cultivos que se adapten al cambio climático o para aplicar en la conservación de especies en peligro. “Muchos organismos tienen esta capacidad de transmitir la memoria sobre el ambiente, pero, en las plantas, es un aspecto muy poco explorado, por lo que hay mucho para trabajar y para avanzar”, explicó Ailén Authier, becaria doctoral del CONICET en el Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología traslacional (iB3) y primera autora del trabajo.

Para el equipo de investigación, esta línea de estudio -de las denominadas ciencias básicas- es clave a la hora de pensar respuestas para escenarios climáticos o en ecosistemas productivos, aunque reste todavía mucho camino a recorrer en este campo. “Este tipo de información es clave, porque nos podría permitir predecir qué va a pasar con los bancos de semillas -por ejemplo, para saber cuándo van a germinar-, para redirigir los esfuerzos de conservación o dónde hacer algún tipo de control, pensando también en plantas invasivas”, enfatizó, por su parte, Gabriela Auge, investigadora del CONICET y jefa del equipo.

Gabriela Auge, investigadora del CONICET y jefa del equipo, junto Ailén Authier, becaria doctoral y primera autora del trabajo. Fuente de la imagen: gentileza investigadoras.

Un estudio para ciclos anuales

El equipo trabajó con la especie Arabidopsis thaliana, un modelo vegetal que comparte genes con los principales cultivos. “Es una especie modelo, de uso muy común en el laboratorio por ser una planta chiquita, de crecimiento rápido y que, además, tiene todo el genoma secuenciado”, detalló Authier.

Durante los experimentos, el grupo hizo crecer a plantas madre a 18 y 24 grados, tanto antes como después de la floración. Las investigadoras aclararon que los estudios corresponden a plantas de ciclo corto, por lo que restan aun trabajos en plantas de ciclos más largos. “Los resultados de estas investigaciones podrían extrapolarse a otras herbáceas o plantas anuales. Con respecto a plantas perennes, que, luego del estado reproductivo, vuelven al estado vegetativo, se debe hacer más estudios”, aclaró Authier.

Un proyecto articulado y de interés público

El grupo incluye colaboradores en el INTA que, a su vez, hacen trabajo de extensión con productores locales. Por otra parte, el equipo tiene vínculo con una empresa estadounidense y realiza colaboraciones científicas con grupos de Colombia, Japón y Estados Unidos. “Esta publicación es apenas una pequeña parte de lo que estamos haciendo. Estamos muy entusiasmados porque, dentro de poco, empieza un ensayo de campo para comprobar estos conocimientos en ámbitos naturales”, adelantó Auge.