Araceli González y Facundo Arana: Enamorados del teatro

Los actores brillan en "Los puentes de Madison", la versión teatral del libro en que se inspiró la recordada película. El teatro es sagrado”, subrayó Arana.

Cómplices y distendidos, se ríen, se abrazan y juegan, como si estuvieran enamorados. Él, habla pausado, ella, es más verborrágica. Araceli González y Facundo Arana se pusieron en la piel de Francesca Johnson y Robert Kincaid, para protagonizar la versión teatral del libro Los puentes de Madison, de Robert James Waller, que, hace 22 años, tuvo su emblemática adaptación cinematográfica, interpretada por Clint Eastwood y Meryl Streep. En un encuentro con El1, elogiaron al género teatral y brindaron detalles sobre el proceso que los llevó a ponerle el cuerpo a la reconocida historia de amor.

¿Qué les atrajo de esta propuesta?
AG: Lo más lindo de esta historia es que llega a un público joven que no la conoce y se sorprende. También está el que ama la película, pero creo que todos se sienten identificados con cada uno de los cinco que estamos arriba del escenario porque, más allá de que la historia esté enmarcada en 1960, donde se vivía de una manera muy distinta a la actual, lo que se cuenta en este libro, es algo a lo que nadie puede escaparse. Sea el año que sea, el sentimiento de enamorarse, el sufrimiento de cada uno de los personajes, de sus hijos y de las parejas, es algo que todos podemos sentir con la misma intensidad. Cuando mi hijo de 18 años vio la obra, seguramente sintió lo mismo que nosotros hace 20 años con la peli.

¿Cómo logran transmitir esa emoción?
FA: Es todo un proceso, porque en cada ensayo y, luego, en cada función, uno va aprendiendo. Hay una gran dirección en función de lograr la atención del público, porque se cuenta mucho a la vez, en distintos tiempos. Es un trabajo arduo y muy interesante, de relojería, en velocidad, donde cinco actores estamos todo el tiempo arriba del escenario ya que, una vez que subimos, no bajamos más. Tiene una intensidad emocional inenarrable, es muy movilizante encarar esto como artistas.
AG: A mí me llevó un mes y medio armar el personaje, porque el director no quería que nos escapemos de lo que sentían los personajes y Francesca duele. Es un proceso hermoso, porque en la puesta no se puede improvisar, transitamos distintos estados, pasan dos cosas al mismo tiempo, interactuamos de palabra sin tocarnos, es un gran desafío, como un ejercicio teatral.

Entonces, ¿Hubo mucho aprendizaje?
FA: Sí, los ensayos parecían clases magistrales de teatro. Un día no podíamos lograr una escena y el “Indio” nos puso a hacer ejercicios a todos. Creo que esta obra es lo que queríamos hacer cuando arrancamos soñando con este oficio. Además, el proceso previo nos ayudó a conocernos y aceptar nuestras diferencias. Fue muy sanador.

¿Sirvió para fortalecer la dupla teatral?
AG: El hecho de no conocerse, hace que uno tenga que conocerse. Nos pasó como en una pareja, donde uno se descubre y, a veces, choca con el otro. Es parte del proceso que amerita esta obra de teatro, por la profundidad con la que estamos trabajando. Era fundamental decirnos la verdad y respetarnos, porque yo a él lo tengo que amar arriba del escenario, y él me tiene que amar a mí.

¿Qué tiene de único el teatro?
AG: El teatro es mágico, se genera una atmósfera distinta con el público, el actor siente la tensión.
FA: Es otro lenguaje, otra manera de comunicar, con otro tiempo de ensayo, de lectura, de maduración y de recorrido. Una vez que lo lograste, lo repetís y seguís trabajando en el segundo a segundo. En cambio, en la tele, tenes 20 escenas por día, debés lograr que la gente se conmueva o se sonría pero, sobretodo, ser muy funcional con los tiempos y meter las escenas que te piden. Acá, estamos en el escenario, viéndonos a los ojos, con verdad. El teatro es sagrado. Estoy muy orgulloso y vamos a seguir trabajando para llegar lo más lejos posible con esta obra.

Un clásico en las tablas
La dupla protagoniza Los puentes de Madison junto a Lucrecia Gelardi, Alejandro Rattoni y Matías Scarvaci, en el Paseo La Plaza. La pieza, dirigida por Luis “Indio” Romero, narra el encuentro entre Francesca, ama de casa, y Robert Kincaid, fotógrafo, quienes viven en tan sólo cuatro días una intensa historia de amor.