Se cumplen diez años de la asunción de Francisco como máxima autoridad de la Iglesia Católica

Luego de días de debate para la elección del sucesor de Benedicto XVI, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio fue designado como sumo pontífice.

El 13 de marzo de 2003, el mundo se detuvo y puso sus ojos en la Basílica San Pedro del Vaticano. Tras la salida de Benedicto XVI, ocurrida días antes, y en el segundo día del cónclave, la fumata  blanca de la chimenea anunciaba la designación de la nueva máxima autoridad de la Iglesia Católica.

“Habemus papam”, fue la frase en Latín que precedió a la designación del cardenal argentino Jorge Bergoglio como el nuevo sumo pontífice. Bajo el nombre Francisco I, el máximo referente de la iglesia católica nacional se había convertido en el Papa 266° de la historia y el primero en ser argentino y latinoamericano.

“Queridos hermanos y hermanas, les agradezco muchísimo recibirme de esta forma. Ustedes saben que el deber del Cónclave es dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo”, fueron las primeras palabras de Francisco ante la multitud de casi 100.000 personas, que aguardaban bajo el frío y la lluvia en la plaza y que respondieron eufóricas ante su aparición.

La ceremonia de asunción fue multitudinaria y se realizó el 19 de marzo de aquel año, en la Plaza de San Pedro, donde Francisco recibió el anillo y el palio. La diferencia a otros actos de asunción estuvo marcada por la sencillez, algo que caracterizó su papado en estos diez años al frente de la máxima institución católica.