Maite Lanata: “Dentro de la actuación, la observación es fundamental”

La actriz regresó a la exitosa serie carcelaria “El Marginal”, en su quinta y última temporada, disponible en Netflix. Recordó la construcción de su personaje en las distintas temporadas de la ficción. Su participación en una serie sobre la Educación Sexual Integral y su formación entre la Actuación y la Comunicación Social.

Maite Lanata El Marginal

Crédito Fotos: Julieta Horak

Más allá del formato de una ficción, el público siempre ve fragmentos de las vidas de los personajes, ya que lo que se muestra de ellos está al servicio del relato planteado en el escenario o la pantalla. Aunque, cuando la duración de una propuesta se amplía a lo largo del tiempo, como ocurre con la popular serie El Marginal, los espectadores conocen con mayor profundidad a los personajes, como sucede con Luna Lunati, interpretada por Maite Lanata, que aparece en tres de las cinco temporadas.      

En cada período de tiempo, la joven, hija de un Juez corrupto, atraviesa diferentes circunstancias que repercuten en su manera de accionar, pensar y sentir: en la primera, es secuestrada en la cárcel de San Onofre; en la tercera, tiene una relación con un recluso adolescente (Lorenzo “Toto” Ferro) y, en la quinta y última, estrenada recientemente en Netflix, ejerce como abogada y resulta una gran ayuda para el presidiario “Pastor” (Juan Minujín).

Una singularidad de El Marginal son los pasajes temporales entre temporadas, ¿de qué manera te repercutió en la construcción física y psicológica de Luna?

Fue muy complejo reconstruir la temporalidad de Luna. Hay un gran logro de los guionistas que siento que no dejaron pasar ningún detalle, porque era difícil ver qué continuidad tenía. Me encontré con el mismo personaje durante tres períodos distintos, sobre todo en la tercera temporada, que yo tenía 18 años y tenía que interpretar a Luna con 15, eso me implicó recuperar un poco su trayecto en la primera parte y algunas cosas de la voz, que hasta la sentía más fina. Después, en esta quinta, era lo contrario, ya que era el mismo personaje, pero, ahora, más grande que yo, entonces era marcar la diferencia, pensando qué cuestiones mantenía Luna y cuáles no. Una cosa era su actitud de adolescente y otra, muy distinta, la de una abogada, tras la muerte de su papá, de la que no se supo nada. Hubo que construir esos años de incertidumbre, que sirvieron para el imaginativo del personaje y para encarnarlo de la mejor forma.

Además, hay un cambio de posiciones con “Pastor”: de ser salvada por él en el pasado, a ser su principal ayuda en el presente…

Sí, en la primera temporada se puede ver a Luna como una chica que necesita afecto, que siente que no lo recibe de su propio padre, y el único momento que se observa un vínculo de cariño es con Pastor, que la rescata genuinamente. Por lo tanto, ella recuerda eso, y en esta quinta parte viene a devolverle un poco la ayuda que recibió. Reencontrarme con Juan fue muy lindo. Además, en el medio del rodaje me dieron la noticia de que él iba a dirigir nuestras escenas, entonces, haber sido dirigida por la misma persona que estaba interpretando el personaje fue muy enriquecedor, preparamos mucho las escenas, reescribiendo nuestros diálogos, viendo qué matices le podíamos dar a cada situación y atendiendo a qué objetivos tenía cada personaje. Recuerdo que hicimos un par de Zooms e intercambiamos muchos mensajes.

A modo de balance, ¿qué te representó haber formado parte de El Marginal?

Creo que es una de las series de la que más fanática fui como espectadora, es un género que me gusta y lo hubiese consumido, estuviera, o no, en el proyecto. El Marginal generó, sobre todo, mucho compañerismo, porque fueron varios años, más allá de que no estuve en todas las temporadas, fue conocer al equipo, que estaba cada vez más unido. Por otro lado, la particularidad que tiene la serie es el clima que genera la cárcel, a todos nos atravesaba, a la hora de poner el cuerpo y para hacer las escenas ayudaba muchísimo. Era fuerte, especialmente en la primera temporada en San Onofre, que era la parte abandonada de la ex Cárcel de Caseros, donde las paredes se caían a pedazos y el olor a humedad era impresionante. En esta quinta parte, en Puente Viejo, Luna no pasa mucho por ese ambiente.  

Si pensamos en dos ejes que atraviesan la serie, pero aplicados en tu oficio, ¿cuándo sentís encierro y cuándo libertad?

Lo puedo ver en distintos aspectos. Al abordar el personaje uno tiene que saber que es un engranaje de una máquina muchísimo más grande. Entonces, al ser un engranaje, uno está encerrado, pero desde una mirada positiva, en el sentido de que está limitado porque hay otras personas que están cubriendo otros roles. Asimismo, el guion tiene una estructura y, dentro de sus límites, hay una libertad gigante, ya que el trabajo implica ir desde ahí hacia lo profundo. Por lo tanto, considero que el encierro es el límite y la libertad es la profundidad que uno puede dar dentro de ese límite.

Tener en cuenta

Para visualizar El Marginal de manera cronológica, el orden es el siguiente: inicio con la segunda temporada, a continuación, la tercera, luego la primera, seguida por la cuarta y, finalmente, la quinta. 

Por otro lado, protagonizás la serie Ser/Estar (Canal Encuentro) que aborda, a través de la ficción, la sexualidad durante la adolescencia…

Son seis capítulos que tratan distintas historias que tienen que ver con la Educación Sexual Integral, abordada desde un panorama integral. Se plantean diferentes problemáticas y miradas nuevas, se rompen paradigmas, está buena la iniciativa. Desde lo ficcional se muestran situaciones que podrían pasar, y creo que de esa forma llega muchísimo más, de hecho, si esos capítulos se llegasen a pasar en los colegios, que esa era la intención que tenían los creadores, quienes los estén viendo se verán reflejados, sea cual sea el rol, por ejemplo, de quien hace bullying o de quien es bullyineado. Siento que así repercute mucho más el concepto, porque hay veces que queda en lo teórico y no se puede ver en la práctica. La intervención de lo audiovisual, en una generación en la que estamos todo el tiempo consumiendo imágenes, es muy necesaria para poder visualizar estas cuestiones.

Paralelamente a los diferentes proyectos, estás transitando la formación académica a través de distintas carreras…

Sí, Licenciatura en Actuación y Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, que se conectan. Pienso que los actores son seres que comunican gracias a sus personajes, y empecé a estudiar Comunicación justamente por cómo se vincula lo social con lo actoral en muchos proyectos. Le doy mucha importancia a la formación en cualquier ámbito, genera muchas aperturas y conocimientos. Y no solo la educación universitaria, ya que, por ejemplo, en la actuación también puede tratarse de una escuela de teatro, yo arranqué con Nora Moseinco, más desde la improvisación y lo lúdico. Hay veces que por ahí uno no tiene el tiempo para poder estudiar, y también hay que aprender del famoso 'tener calle', por así decirlo, tener conocimientos a partir de la observación de la sociedad y la empatía con otras personas. Dentro de la actuación, la observación es fundamental.

¿Cómo administrás el tiempo dentro de los proyectos artísticos?

Depende mucho de qué proyecto sea y en qué plataforma, porque los tiempos de cada una cambian muchísimo. Para mí, lo primero a tener en cuenta es saber con qué tiempo voy a contar para preparar el personaje, y uno va a intentar hacer lo mejor posible en ese período. Si son proyectos en los que desde un comienzo tengo acceso hasta el capítulo final, veo qué es lo que quiere contar el personaje y cuáles son las curvas, y después observo cuál es su objetivo dentro de cada escena. En una tira diaria quizás uno no tiene la mirada macro, no sabe el dibujo general del 'rompecabezas', y se va dejando llevar por los guiones. En una serie o película sí tenés la foto del 'rompecabezas' y lo vas armando a medida que vas rodando, porque hay veces que empezás de atrás para adelante, o con el nudo, y por ahí terminás de grabar, la ves proyectada y decís, 'Ahora comprendo cuál era esta parte'. En una obra de teatro, que hay muchísimo más tiempo e interacción con el elenco y la dirección, arranco haciendo el borde del 'rompecabezas'.

Una huella televisiva que resiste el paso del tiempo

Semanas atrás, se cumplieron diez años de la sanción de la “Ley de Identidad de Género”. En 2018, Maite visibilizó el tema en la pantalla chica a través de su personaje Juan, un chico transgénero, protagonista en la tira diaria 100 días para enamorarse, emitida por Telefe.

“Sigo recibiendo mensajes, el personaje influyó mucho, y eso me genera emoción. Me abrió los ojos, sobre todo en lo que uno puede llegar a hacer con la actuación si es masiva, como ocurrió en este caso, teniendo en cuenta la responsabilidad que se tiene, no viéndola como algo negativo, sino justamente cómo aprovecharla. Considero que se aprovechó un montón en 100 días… y por eso lograron tener detrás a AFDA (Asociación de Familias Diversas de Argentina), dando los mensajes claros, y los textos estaban siempre supervisados por ellos. Eso me generó mucha comodidad y una responsabilidad que pudo ser provechosa”, valoró Lanata.

Asimismo, explicó: “Hay algo clásico del género de las comedias románticas que es, por lo general, dar finales felices a las historias. Entonces, ver que un chico trans tuvo un final un tanto idílico me parece que estuvo buenísimo por el mensaje generado, de '¡Esto es posible!', porque, antes de hacer 100 días…, he leído muchas veces que cuando se muestra a un chico trans se aborda todo el tiempo el lado del sufrimiento y el no ser aceptado en la sociedad, pero, ¿qué pasa cuando realmente está en un ámbito en el que lo aceptan socialmente? Eso estaba bueno en la transición de Juan, y se planteaba que el sufrimiento no era por ser trans, sino por la discriminación”.

Por su comprometida interpretación, la actriz obtuvo diversos reconocimientos de los espectadores y, a su vez, de la crítica, la cual en 2019 la distinguió con el Premio Martín Fierro a “Mejor Actriz de Reparto”. Al subir al escenario para recibir por primera vez la estatuilla, entre la emoción y los nervios, leyó unas palabras que traspasaron la pantalla. Entre ellas, citó la frase del activista LGBT Carlos Jáuregui, que dice: “En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”. Y, luego, ella agregó: “¡El arte también!”

Un thriller entre la política y la religión  

En abril, las redes sociales de @CheNetflix anunciaron la incorporación de Maite a la segunda temporada de la exitosa serie El Reino, que actualmente se encuentra en rodaje. “Había visto la primera parte en pandemia y me pareció muy interesante, sobre todo es muy enérgico el primer capítulo, que te mete en clima rápidamente, algo que es difícil cuando se plantea una especie de mundo distópico. Y cuando llegó el proyecto de esta segunda temporada, leyendo el guion dije, '¡Guau, está buenísimo cómo se fue disparando todo, no me lo esperaba!'”, destacó.

Una experiencia cinematográfica entre dibujos

Maite integra el reparto de la película El Paraíso, un drama con animación 3D y una estética inspirada en el género film noir, con la dirección de Fernando Sirianni y Federico Breser, que muy pronto llegará a las salas de cine. Se trata de una oscura y dolorosa historia de amor, venganza y traición, que hirió de muerte a la organización criminal más importante de trata de mujeres, que a comienzos del siglo XX operaba en la ciudad de Rosario, “La Chicago Argentina”. 

“La mayoría de la película es en blanco y negro, y la animación tuvo una forma muy particular.  Nosotros actuábamos en el estudio, poníamos el cuerpo, y ellos después dibujaban en base a lo que nosotros hacíamos”, describió la actriz.