Estudian la huella de carbono que generan las actividades ganaderas y su influencia en el cambio climático

Un grupo de especialistas del CONICET lleva a cabo el estudio de los rastros que deja el sector ganadero en el ambiente y su influencia en el cambio climático.

El grupo de investigación CYKLOS, liderado por Fernando Mele, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la Universidad Nacional de Tucumán (FACET, UNT), y compuesto por otro científicos y científicas del Consejo y docentes de la mencionada casa de estudio, tiene como objetivo desarrollar y aplicar herramientas para la sostenibilidad y la prevención ambiental desde el Análisis de Ciclo de Vida (LCA, por sus siglas en inglés) de distintas actividades y procesos.

Según las estimaciones del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), a escala global el sector ganadero contribuye con el 14 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas por actividades humanas, mientras que en la Argentina esa participación sube a un 20,7 por ciento en su mayor parte provocada por las emisiones de metano provenientes de la fermentación entérica de bovinos, proceso que tiene lugar en el aparato digestivo de los rumiantes.

“Para poder reducir la emisión de estos gases que contribuyen al calentamiento global, como así también la de otras sustancias que causan otros impactos, es necesario conocer la huella ambiental que dejan diferentes actividades y procesos. Las huellas ambientales están relacionadas entre sí e indican cuántas sustancias se emiten y cuántos recursos se consumen durante el ciclo de vida del producto, del proceso o de la actividad que se está analizando”, explicó Mele a Prensa CONICET.

En este sentido, continuó: “En este momento estamos enfocados en realizar estimaciones de huellas de carbono e hídrica, identificando puntos críticos en la producción de carne vacuna. Entendiendo la huella de carbono como las emisiones de dióxido de carbono, de metano y de óxido nitroso durante todo el ciclo de vida de un proceso, y la hídrica, como la cantidad de agua, generalmente expresada en metros cúbicos, que se inutiliza durante el ciclo de una actividad”.

Además, el experto indicó que para realizar las mediciones se tuvo en cuenta la cantidad de dióxido de carbono generado en el sembrado de las pasturas, el transporte, el faenado y el envasado de carne, así como también la producción de los combustibles, los insumos y la electricidad que se consumen.

Por último, afirmó: “Es poco lo que puede reducirse en emisión de gases de efecto invernadero en el metabolismo vacuno, pero sí se puede reducir mucho en el resto del proceso, utilizando bioinsumos para las pasturas y el alimento balanceado, biocombustible en las maquinarias agrícolas y en el transporte, y teniendo buenas prácticas en el sector ganadero, entre otras posibilidades.”