A 33 años del primer ascenso en el Fragata Sarmiento

El 21 de junio de 1987, el Mirasol empató con Villa Dálmine en la final de vuelta del zonal Sureste y consiguió el salto al viejo Nacional B. Fue la primera celebración en el estadio de Isidro Casanova.

De todas las jornadas históricas que se vivieron en el Fragata Sarmiento, la del 21 de junio de 1987 ocupa un sitio preferencial. Aquel ascenso de Almirante Brown al viejo Nacional B, luego de las finales contra Villa Dálmine, significó la primera celebración en el estadio de Isidro Casanova.

El equipo que dirigía Roberto Iturrieta (en la primera parte del torneo estuvo Miguel Ángel Benito) quedó segundo en la tabla del campeonato de Primera B de 1986/87, a solo tres puntos del campeón, Quilmes.

Para obtener la segunda plaza de ascenso a la segunda categoría, el Mirasol debió disputar el zonal Sureste, en el cual, superó a Colegiales (San Luis), Grupo Universitario (Tandil) y Villa Dálmine. Justamente, ante el cuadro de Campana protagonizó dos inolvidables finales: 3 a 1, como visitante, y el empate 1 a 1 en Casanova, que desató el primer gran grito en tierras matanceras.

La formación aurinegra en aquella tarde fría de 1987 fue: Theiler; Sequeira, Martini, Piazzalonga y Casanueva; Álvarez, Celín y Rojas; Guerrero, Seguel y Rufini. Luego, ingresaron Flores y Ortiz.

En tanto, el conjunto Violeta alistó a: Salvaggio; Céliz, Moris, Barrios y Rodríguez; Balugano, Caligiuri y Labonia; Basualdo, Crema y Scotta. El único relevo que entró fue Guaita.

Los goles del encuentro los anotaron Víctor Hugo Crema, a los 35 minutos del primer tiempo, y Sergio Seguel, a los 7 del complemento.

Un lleno total en las gradas, un telón de 80 metros que se desplegó en la tribuna central y una interminable nevada de papelitos blancos se convirtieron en postales eternas para el simpatizante del Mirasol. Hubo vuelta olímpica, aunque no se tratara de un título, pero poco importó: los ascensos se festejan como un campeonato.

Pasaron 33 años de aquella primera gran fiesta. El primer gran estruendo en suelo casanovense y que, todavía, sigue retumbando en los pasillos del Fragata Sarmiento.