Daniel Aráoz: “Mi oficio es una herencia emocional”

El actor protagoniza el unipersonal “MASTERARÁOZ” en el Teatro Chacarerean. Adelantó las anécdotas que aborda en escena y planteó las singularidades de afrontar un espectáculo auto referencial. Su rol social y su presencia en la pantalla grande.

Daniel Araoz- Masteraraoz

Crédito Foto: Marcos Zimmermann

El público puede conocer distintas anécdotas de la vida de un actor, fuera de la ficción, a través de documentales audiovisuales, entrevistas en gráfica, radio y televisión, posteos en redes sociales o en un escenario teatral. Este último lugar es el que eligió Daniel Aráoz para emprender MASTERARÁOZ, un desafiante unipersonal en el que comparte diversas situaciones transitadas, en clave humorística.

Por lo tanto, cada viernes a las 22.30, en el Teatro Chacarerean (Nicaragua 5.565, Capital Federal), el multifacético actor cautiva a los espectadores con una magistral clase de comicidad que sorprende y despierta constantes carcajadas, las cuales inician en las butacas y traspasan la platea.

En tus 59 años llevas vividas numerosas situaciones, ¿por qué elegiste las que integran el espectáculo?

Sin lugar a dudas no podría estar nueve horas arriba del escenario contando cada cosa que me pasó, entonces, elijo ciertas metáforas para relatar un poco mi vida. Este primer MASTERARÁOZ recorre desde cuando era chico hasta mis 30 años. Comienzo el espectáculo con dos presentadores llamados Juan Carlos Aráoz y Alberto Aráoz que introducen a Daniel Aráoz, así que hay una suerte de varios Aráoz (risas), y doy un primer vistazo al absurdo y al grotesco. Después, en lo íntimo, cuento cómo era mi casa, la historia de mi mamá Elba y mi tía Yolanda -que eran gemelas-, de mi papá Juan, de mi tío Tito Trossero- que era administrador de un circo muy famoso en Argentina y Latinoamérica-, y demás relatos. Mi oficio es una herencia emocional, ya que mi mamá fue actriz en el pueblo Clucellas de Santa Fe. Por otro lado, durante la función, compongo personajes y tengo cuadros compartidos con el actor Leo Raff.

¿Qué etapas atravesaron las anécdotas desde que ocurrieron hasta que llegaron al escenario?

La transmisión literaria es escrita u oral, y ambos procesos son creativos. En este caso, algunas anécdotas las fui probando con público, y me fui nutriendo al ver dónde encontraba la comicidad. Como dice mi hijo Pedro Aráoz, la comicidad es drama más tiempo. Además, el espectáculo tiene un poder de autocrítica muy fuerte. Sobre el final hablo del éxito y del fracaso, dos elementos potentes para analizar desde el punto de vista artístico. Intento dejar un mensaje sobre cuál es el rol del artista en el éxito, qué le pasa en ese momento y cómo junto al poder y al dinero pueden robarle el alma. Ahí la cosa se complica, por eso es importante transitar esa experiencia y transmitirla con una honestidad brutal, construyendo una gran autocrítica para renacer. Ese también es el objetivo de MASTERARÁOZ, llegar al público con un final emotivo.

¿Cómo encaraste la labor junto a tu hijo?

La obra la escribimos y dirigimos juntos, aunque ahora básicamente la está dirigiendo él porque yo estoy en escena. Fuimos trabajando el hecho teatral y, a su vez, componiendo a medida que yo respiro lo que le pasa al público. Por ejemplo, la función del viernes pasado duró casi dos horas, habría que bajar a 90 minutos, ¡pero es tanta la emoción que siento! Además, el público en ningún momento me hace sentir que me paso de tiempo, porque escucho cómo se ríen a carcajadas, cómo se emocionan. Es una ceremonia sagrada, y yo la atravieso en cada función, no me guardo nada, doy lo mejor de mí como en cada trabajo que hago. Me produce una profunda emoción que la gente elija verme y me de cariño.

¿Cuáles son las fortalezas y los riesgos de hacer un unipersonal auto referencial?

El riesgo es que, de alguna manera, esa literatura me pertenece, y es una forma de desnudar mi esencia. Cuando estrené estaba muy nervioso, hacía tiempo que no me pasaba eso, porque iba a estar hablando de mí mismo, entonces pensaba qué le pasaría al público. Siempre es un hecho sagrado, pero si al público, que también es sagrado, no le pasa algo de lo que uno imaginaba, la propuesta puede convertirse en algo que ya no se haga por no haber cumplido las expectativas. En cuanto a la fortaleza está en la deconstrucción que uno va viviendo en los relatos. Un caso es el del circo, que cuento cómo era en aquellas épocas, hoy como sociedad no aceptaríamos que se someta a un animal dentro de un espectáculo, es muy importante su libertad. Asimismo, mi deconstrucción tiene que ver con una búsqueda interna, por ejemplo, yo nunca conté 'chistes verdes', ya que siempre me parecieron un ejercicio del machismo y lo rechacé; lo mío va por el lado del absurdo y el grotesco.

Los másters implican una formación especializada, en tu caso, con tantos años recorridos en el mundo artístico, ¿en qué te especializás hoy?

Todos los días trato de crecer un poquito en mi oficio, que es el teatro y tiene dos caras, la comedia y el drama, y uno debe transitarlas con la misma profundidad. En el caso de MASTERARÁOZ es un master de comicidad en el que el público se tiene que reír. Recuerdo que después de una función me dijeron '¡Dani, por dos horas me olvidé de todo, lloré de la risa!', y me sentí un bendecido. Se trata de lograr una ceremonia en la que el espectador se abstraiga de la realidad por ese tramo de tiempo y se ría de lo que me pasó a mí, pero también hay una identificación. De alguna manera, cuando cuento las historias de mi familia, los espectadores también están recibiendo historias de las suyas, ya que dicen '¡A mí me pasó algo parecido!' o '¡Yo viví eso!'. La búsqueda implica vivencias comunes. Todos sentimos identificación cuando otro nos cuenta una historia y nos reímos.

Actor social

Actualmente, Aráoz trabaja junto al presidente de Oralí, Julio González, en un Proyecto de Ley que consiste en la creación del Programa Nacional Pancitas Llenas, cuyo objeto es financiar y abastecer a comedores y merenderos de Argentina. “Se descontaría el 0,04 % de las ganancias de la industria alimenticia para sostener los comedores de todo el país. En la medida que nosotros logremos que los niños y jóvenes tengan cuatro platos de comida, vamos a ser un país mejor”, subrayó.

Vínculos en la oscuridad

Este año, Aráoz estrenó en la pantalla grande la película Franklin, historia de un billete, dirigida por Lucas Vivo García Lagos, que muy pronto llegará a la plataforma STAR+. Se trata de un thriller policial en el que el actor interpreta a Bernal, un mafioso involucrado en narcotráfico y apuestas clandestinas. El elenco lo completan Germán Palacios, Sofía Gala Castiglione, Joaquín Ferreira, Christian Salguero, Isabel Macedo y Luis Brandoni.  

“Había que asumir las metáforas del poder, del dinero, de la muerte, de aquel que decide si otro debe vivir o morir, que están presentes en la realidad. Por lo tanto, como actor debí asumir ese riesgo. En Franklin el billete viaja por todos los estadios, corrompiendo todo lo que toca, es una metáfora de la corrupción que vivimos constantemente. Asimismo, la película es una crítica que habla de algo que no debería existir en la realidad”, explicó.

Un conflicto atemporal entre vecinos

En 2010, Daniel protagonizó junto a Rafael Spregelburd la comedia negra El hombre de al lado, codirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat. El multipremiado filme plantea cómo una pared medianera puede generar tensión entre dos mundos y maneras de vivir: de un lado está Leonardo (Spregelburd), fino y prestigioso diseñador que vive en una casa realizada por Le Corbusier y, del otro lado, está Víctor (Aráoz), vendedor de coches usados, vulgar y avasallador. 

“La película habla de una descomposición en la sociedad, muestra una grieta que tenemos que cerrar. Y funcionó, y funciona, en todo el mundo porque es una metáfora muy concreta de cuando se dice '¡Habla de tu aldea y hablarás del mundo!'. En la sociedad moderna, en todas partes del mundo, hay vecinos, por eso este filme sigue viajando. Además, hay estudios psicoanalíticos y arquitectónicos”, describió el actor.

Por otro lado, destacó que El hombre de al lado fue un hecho importante para que la Casa Curutchet, ubicada en La Plata y diseñada por Le Corbusier, se convirtiera en Patrimonio de la Humanidad.