“Hay que decidir qué inteligencia artificial queremos para la región”

Karina Pedace, filósofa e investigadora de la UNLaM, analiza el rol y los alcances que las nuevas tecnologías tienen en la vida cotidiana.

De la edición impresa

Las tecnologías de inteligencia artificial (IA) parecen haberse vuelto herramientas prácticamente “indispensables” para la vida cotidiana. El terreno, que en principio parecería ser exclusivo de las matemáticas y las ingenierías, es, en realidad, también un campo fértil para la reflexión de las ciencias sociales y humanidades.

En ese camino está la doctora Karina Pedace, investigadora de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), quien, junto al Grupo de Investigación de Inteligencia Artificial, Filosofía y Tecnología (GIFT), se encarga de reflexionar, desde una perspectiva analítica, acerca de los alcances de la IA y el diseño de sistemas tecnológicos.

“Está bueno poder desagregar de qué hablamos cuando hablamos de 'inteligencia' y qué significa su carácter 'artificial', un aspecto que, muchas veces, lo que hace es opacar o esconder la dimensión material y las consecuencias ambientales y humanas que esta inteligencia puede tener”, explica Pedace, doctora en Filosofía, en diálogo con El1.

Pedace fue elegida como una de las 100 Mujeres Brillantes en É­tica de la Inteligencia Artificial (IA).

Usted plantea la importancia de pensar a la tecnología como un producto sociocultural...

Sí, porque está instalada la expresión de que la tecnología “no es buena ni mala” sino que es valorativamente neutral y depende de cómo se la use. En realidad, esta conceptualización es una trampa porque impide ver que la inteligencia artificial está moldeada, desde su misma génesis y diseño, por la sociedad y sus valores y atraviesa nuestra vida cotidianamente. Si se lo piensa como un mero constructo matemático, formal, es más difícil vincularlo con los valores que conlleva.

Pero hay una cuestión más de fondo

Sin duda, hay una dimensión sociotécnica, alimentada y entrenada por datos que, como usuarios, producimos continuamente y que espejan muchos de los valores que tenemos como cultura. Las tecnologías llevan inscriptos valores que, en muchos casos, replican inequidades y desigualdades históricas que nos aquejan y que corren el riesgo de exacerbarse.

¿Cuál es, en este escenario, el rol de los Estados?

Si dejáramos la discusión librada al mero interés de las corporaciones hegemónicas que, además, son propietarias de estos sistemas de IA- sin que los Estados se involucren, quedaríamos muy desguarnecidos. Es necesario asumir el desafío de la responsabilidad de tener gobernanza y decidir el tipo de IA que queremos para nuestra región.

¿Y en cuanto al papel de las universidades?

Las universidades tenemos un rol central en el sentido de reforzar el pensamiento crítico. Y analizar cómo impacta esta tecnología en nuestras subjetividades o si supone una amenaza para las democracias. Retomando el punto anterior, es fundamental un Estado presente y usuarios con mucha capacidad de reflexión, que se fomente que la sociedad se alfabetice digitalmente.