Malvinas: la historia de una niña, un combatiente y la carta que los unió

En 1982, Carolina Salgán escribió una carta con palabras de aliento a los soldados en Malvinas y, días después, recibió la respuesta de agradecimiento por parte del teniente primero Néstor José Montero. En 2017, pactaron un encuentro presencial para conocerse: desde entonces, mantienen un vínculo especial.

Hace 40 años, en el Instituto San Juan María Vianney, Carolina Salgán, una niña de doce años, se paró frente a sus compañeros durante un acto escolar del 25 de Mayo para leer una carta particular que había recibido pocos días antes. Ya había comenzado la Guerra de Malvinas y el remitente era el teniente primero Néstor José Montero, quien, en ese mismo momento, se encontraba defendiendo las Islas.

“Desde el colegio habían propuesto una iniciativa donde los alumnos escribían cartas con palabras de aliento para los soldados en Malvinas”, recordó Carolina en diálogo con El1 Digital, y agregó que las chicas tejían bufandas y mantas para los hombres que se encontraban defendiendo el territorio argentino, aunque sin comprender en su totalidad la magnitud de la situación ni que esa guerra marcaría un antes y un después en el país.

“Recibí la respuesta de Néstor el 22 de mayo, por eso me propusieron compartirla en el acto del 25. Cuando leí la carta, todos se emocionaron y muchos lloraron”, evocó Carolina. En el contenido de la misiva, el teniente primero Néstor Montero le agradecía “en nombre de los Oficiales, Suboficiales y Soldados que se encuentran a mi mando” por su “cartita”, que “llegó al regimiento de Infantería 25, el primer regimiento del Ejército Argentino que puso pie en las Malvinas el día 2 de abril de 1982”. Además, finalizó la carta con la exclamación “¡¡¡Viva la Patria!!!”

Desde el comienzo de la guerra, el 2 de abril, hasta su fin, el 14 de junio, fallecieron 649 soldados argentinos. Sin embargo, cada año que pasaba, Carolina recordaba las palabras del teniente primero Néstor José Montero que recibió a sus doce años, a pesar de no saber qué había ocurrido con él ni si había logrado regresar de las Islas.

35 años después

El 2 de abril de 2017, como todos los años, Carolina, hoy diseñadora gráfica y docente de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), compartió la carta que recibió aquel 22 de mayo de 1982 en sus redes sociales. “Fue mi cuñada quien me preguntó por qué no intentaba buscar a Néstor por internet, para saber si había regresado, pero yo no quería saber si lo había hecho o no, quería quedarme con el recuerdo de niña”, relató.

Sin embargo, su cuñada decidió “googlear” su nombre, lo que permitió confirmar que el teniente coronel, ahora retirado, Néstor José Montero, trabajaba en el Instituto Argentino de Ceremonial y Relaciones Públicas (INARCE), establecimiento del cual es miembro fundador. “No sé si fue el 2 o 4 de abril cuando envié un mensaje al Instituto contando la historia de la carta y dejé mi número de teléfono. Recuerdo que estaba trabajando en la UNLaM y pensé que no iba a recibir ninguna respuesta pronto”, comentó Carolina.

Ese mismo día, recibió una llamada: “Era un número que no conocía y supuse que iba a ser alguna empresa ofreciendo algo, entonces atendí la llamada de mal humor”, recordó. Del otro lado, respondió una voz masculina: “Hola, ¿Carolina?”, dijo el hombre y, al confirmar ser ella, continuó: “Yo soy Néstor, te escribí una carta”.

Desde Malvinas

“En Malvinas, yo era teniente primero, jefe de la compañía A del regimiento de Infantería 25, con asiento en la ciudad de Sarmiento, en la provincia de Chubut. Estábamos al mando del jefe de regimiento que se destacó en Malvinas porque era el regimiento que más preparado estaba, a las órdenes del coronel Seineldín”, recordó Montero en comunicación con este medio. Además, relató que, a partir del 1 de mayo, empezaron a recibir el bombardeo y el 5 o 6 comenzaron a llegar a través del Correo Argentino “bolsas enteras, inmensas de cartas”.

“Como yo estaba con mi unidad, casualmente a cargo de Puerto Argentino, estábamos al lado del Correo y era una especie de ´tomen las bolsas llenas de cartas de los chicos´. Me tomé la atribución de empezar a distribuir las cartas a todos los chicos de mi unidad, de la compañía B y de los que venían y se iban a otro destino, porque creía que era un acto muy lindo y consideré que había que contestarlas”, comentó Montero.

Según el excombatiente, las noches eran los momentos más tensos y el hecho de contestar las cartas “ayudaba un poco a aflojar la tensión”. “A todos los fui incentivando y motivando, les daba una birome, porque a veces no tenían la facilidad, algunos no sabían escribir, entonces mis suboficiales ayudaban a los soldados a hacer una pequeña cartita de devolución”, explicó. “Yo en ese momento tenía tres hijos, entonces conocía un poquito el método para contestarle a una nena de doce años”, comentó. En el caso de su unidad, todas las cartas fueron contestadas: “Nosotros estábamos muy preparados psicológicamente para que no fuera la guerra la que nos cambiara las actitudes”.

Reencuentro

Un día como cualquier otro, Néstor recibió un mensaje en Facebook: “Me escribió la cuñada de Carolina, porque ella no se animaba a escribir y buscarme. Me preguntó si yo era el teniente primero Montero que estaba en Malvinas y me mencionó la carta”. A partir de ese momento, comenzaron a hablar por teléfono, se mantuvieron en contacto, hasta que Néstor recibió el número de Carolina.

“Yo estaba más emocionado que ella y, un día, la llamé a las diez u once de la mañana. Cuando le dije ‘Te llama Néstor Montero’ hubo un silencio que sé que se emocionó tanto que no sé si se desmayó o si se puso a llorar, esa parte no me la contó”, recordó. Poco tiempo después, Montero viajó a Buenos Aires con una de sus hijas, por lo que decidieron conocerse personalmente con Carolina: “Nos encontramos en una confitería, y de más está decir que nos pusimos al día con los chismes del momento y por mucho tiempo nos olvidamos de la guerra. No se habló de eso”.

Para Néstor, el cariño con que Carolina recordó su carta y el reencuentro fue algo que no esperaba. “Fue una sorpresa linda en lo sentimental y emocional, rescatar que todavía hay gente con emociones y amor, como también el sentimiento con el que quedó cada uno de nosotros, porque Carolina siempre publicaba en Facebook la carta y el sobre de remitente, que decía ‘Puerto Argentino’”, reflexionó. “Fue muy emocionante e impactante en lo espiritual. Carolina y yo dimos un ejemplo de humanidad: ella tuvo la deferencia de escribir una cartita y yo tuve el orgullo de leerla y contestarle, pensando que ella era un ser humano que estaba pensando en cualquier cosa hasta que recibiera mi respuesta; todo lo demás es emocional y pasa por lo humano”, concluyó Montero.