“Un hijo no se olvida”, la protesta de los padres de Gabriel Blanco

El 2 de mayo comenzará un segundo juicio por el caso del joven encarcelado y, posteriormente, hallado muerto en la comisaría de Isidro Casanova.

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La causa por la muerte de Gabriel Blanco fue elevada a juicio oral en 2016 y, finalmente, su sentencia se determinó en base a lo que los familiares y organizaciones de Derechos Humanos denunciaron como irregularidades y maniobras que alteraron la investigación. Por eso, en 2018 consiguieron la anulación y, actualmente, se preparan para el segundo juicio, que se realizará desde el próximo 2 de mayo.

Días atrás, amigos, familia y agrupaciones sociales realizaron una conferencia de prensa, en la que estuvo presente El1 Digital, y comentaron en detalle los pormenores del juicio, que tendrá lugar en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Sin embargo, la reunión trató un tema igual de importante para quienes apoyen el pedido de justicia: la rememoración de lo que sucedió aquel 1 de marzo de 2007.

A través de una historia estremecedora, Carmen Uomo y Teófilo Blanco, padres de Gabriel, recordaron cada paso que los llevó a donde hoy están parados. Desde el día en que fueron advertidos del hallazgo sin vida de su hijo, hasta el harto pedido por saber qué pasó con él. “Cuando salió el forense, me preguntó: ‘Señora, ¿su hijo tenía dientes postizos? Porque al chico le faltan siete piezas de diente’”, inició el relato de Carmen.

Aunque la policía intentó convencer a ambos de que Gabriel se había ahorcado en una celda, ellos no cedieron y, desde entonces, buscan conocer qué sucedió realmente. “El primer juicio lo perdimos, pero ahora lo único que queremos es saber la verdad. Queremos justicia para que pueda descansar en paz, para que todos nosotros podamos estar más tranquilos”, expresó Carmen, entre llantos.

De igual manera, Teófilo manifestó que su hijo “no era un pibe malo”. “A cualquiera le pueden preguntar. Era un pibe respetuoso, con la señora, con los chicos, con los hombres... Todo el mundo se acuerda de cómo es mi hijo. Era como todos”, aseguró, y lamentó: “A veces, pienso y me arrepiento de haber venido de Misiones... Si estaba allá, iba a ser más burro de lo que era, pero iba a estar vivo”.

“Estaba esposado con las manos atrás. Apagaron las luces, según ellos para que no se hiciera daño. Según testigos, lo empezaron a golpear y gritaba. Después, vino un silencio; ya no se escuchaba más”, contó sobre esa noche. “Un hijo no se olvida. Yo tengo muchos hijos, pero nunca lo voy a olvidar”, finalizó Carmen.