Padre “Charly” Olivero, del barrio Almafuerte: “Nuestro comedor está al tope de su capacidad”

El párroco de San Roque y Compañeros Mártires, en el barrio Almafuerte, San Justo, brindó detalles del impacto de la crisis socioeconómica que se refleja en la vida diaria de los vecinos humildes de esa barriada matancera.

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En diálogo con Radio Universidad, desde el barrio Almafuerte, en San Justo, el Padre “Charly” Olivero, párroco de San Roque y Compañeros Mártires, brindó un diagnóstico desde el territorio del impacto de la crisis social y económica en los vecinos más humildes de esa barriada matancera, y expresó su preocupación porque, en principio, no vislumbra mejoras en el corto y mediano plazo.

“Estamos en un momento difícil porque la plata no le alcanza a nadie. Justamente ahora estamos acá en el comedor, que siente muchísimo la presión de gente que se va sumando. La otra vuelta Irma (una colaboradora) me decía ‘Padre, no me alcanza la comida hace una semana’. Le respondí ‘bueno, hagamos más, ¿necesitamos comida, ¿qué salgo a conseguir?’. Me dice ‘no, si querés que hagamos más tenemos que agrandar la instalación de gas, poner más ollas. En este comedor cocinaron para la pandemia. Y nosotros estamos al tope de la capacidad. La parroquia es un desfile de gente pidiendo un remedio, plata para la garrafa, para la SUBE, un Potenciar Trabajo. La presión que tenemos en este momento es muy grande. El barrio, la gente, los más humildes tienen muchísima presión”, alertó el sacerdote, en conversación con el equipo del programa Nada es lo que parece desde el barrio Almafuerte (ex Villa Palito).

“No hay una mejora después de la pandemia, y encima hay un escenario en el que la política no está prometiendo esperanza. No pareciera venir desde arriba la esperanza. La esperanza está cuando mirás cómo la vida de los pobres se organiza alrededor de sus necesidades. En la organización ves la pequeña esperanza, la que va abriendo camino. Desde arriba, en este momento, no se vislumbra. Fijate, tenemos un ‘ajustazo’ terrible, estamos con la soga al cuello y nadie está diciendo ‘bueno, se acabó, llegamos a marzo y ya pasó’. No estamos diciendo nada de eso”, señaló.

“Entonces, la esperanza está en ver cómo el alma de los más pobres es grande y se va organizando en función de las necesidades: cómo se organizan para cuidar al que está enfermo, para hacer que la comida alcance para todos. Ves cosas muy lindas, pero la esperanza brota desde el pie, no viene de arriba en este momento”, insistió.

Violencia y adicciones, dos flagelos

El sacerdote advierte que la crisis y la falta de esperanza tienden a agudizar la violencia. “Perder la esperanza es mortal para un pueblo. Cuando un pueblo deja de mirar para arriba y se empieza a mirar los pies el camino se hace más difícil, el que venía resistiendo para no engancharse en una pavada capaz que se cansa y se sube a otro bondi. Los oportunistas aprovechan para hacer lío, para generar caos”.

En relación a las adicciones, analizó: “Los problemas vinculados con las adicciones son problemas de personas. El problema no es la droga, sino lo que le pasa a la persona. Siempre en los tiempos de crisis son tiempos donde las personas están con más presión, donde el desafío de resolver la vida se hace más ardua, más difícil, justamente por esa presión aparecen discusiones tensiones en la familia, otras tentaciones. Entonces, te diría que siempre los tiempos de crisis son tiempos donde las personas están mal. Muchas personas, cuando están mal lo resuelven escapándose a través de un consumo”.

“Eso es lo importante de ver: que cuando la situación económica se rompe, tocamos fondo y se empieza a romper el tejido social. Empiezan a profundizarse temas de violencia y consumo. Después no alcanza un bono o una bonanza económica para reconstruir el tejido social. Lo que se rompe después, tarda décadas en reconstruirse. Por eso es tan importante nuestra tarea en la organización de la comunidad, porque es ese cuidado lo que va dando cohesión a las familias, al barrio”, enfatizó.

El rol del Estado

Si bien el Padre “Charly” destaca las buenas intenciones de algunos funcionarios, advierte sobre la ausencia del Estado en los barrios y asentamientos humildes, especialmente cuando se debe impartir justicia.

“En las distintas instancias de los gobiernos nacional, provincial, municipal, siempre encontrás gente buena, lúcida. Cuando hablamos de la ausencia del Estado, no se trata solamente de la presencia de los ministerios. Tenés que tener los ministerios y los programas que te garantizan derechos, sin duda. Pero tenés que tener la instalación del Estado como garante de la justicia. El Estado de derecho. Bueno, eso, muchas veces en el territorio es un agujero negro”, señaló.

“Entonces, cuando hablamos de reforma de la Justicia, estamos hablando de reforma de la justicia de los poderosos. ¿Cuándo vamos a hablar de reforma de la justicia para los más pobres? ¿Cuándo vamos a hablar de una instancia que acerque la vida de los más pobres, que se resuelve como puede, al mundo de la ley escritaֻ? No tenemos esas instancias. Entonces, cuando hablamos de ausencia del Estado, también hablamos del Poder Judicial”, puntualizó.