Rasgos identitarios y privilegio, las razones de las disputas alrededor del lenguaje inclusivo

Por Santiago Kalinowski*

Yo defiendo el derecho a darnos a nosotros mismos nuestra propia configuración discursiva. Es algo inalienable de cualquier hablante y de cualquier tiempo, pero el intento de coartar ese derecho debe ser denunciado como tal, como un acto de censura y autoritarismo. El lenguaje inclusivo es un tema complejo y está en el centro de disputas sociales muy profundas en torno de temas sobre los cuales la gente tiene una gran militancia.

El hecho de que el inclusivo esté instalado hace que aparezcan tensiones que son mucho más profundas y no están vinculadas con el rumbo que toma la lengua, sino que van mucho más al fondo de las tensiones ideológicas que existen en cualquier sociedad. Hay personas a las que les perturba la cuestión lingüística y, a partir de la manera en la que un actor político se identifica con estos temas, se produce la reacción de quienes están en contra de estos avances, a los que pueden considerarlos retrocesos.

Aquí hay una cuestión de privilegio, porque una de las cosas que identifica al inclusivo es una persona que viene a poner en riesgo un privilegio patriarcal que, quien goza de el, reacciona de forma virulenta en contra de la intervención como una excusa para descalificar a un actor político al que se opone. Sin embargo, el derecho a oponerse a unas ideas con las que no estamos de acuerdo también tiene que estar protegido, por más que uno no concuerde.

El uso del inclusivo es bastante minoritario, y eso no tiene nada de malo en sí mismo. Es un uso al que tiene derecho cualquier minoría, pero que toca de un modo que no a todo el mundo le gusta. Es un objeto que es íntimo, el código comunicacional que uno usa todo el tiempo para todo tipo de situaciones es algo que se siente muy propio y donde se depositan muchos rasgos que se consideran identitarios. Entonces, tocar el código trae una respuesta que no te permite quedarte al margen.

¿Por qué implementar la prohibición?

La medida de la CABA no parece estar pensada para atender una necesidad o deficiencia de los estudiantes, y su interés lo deberán determinar personas que se dedican al análisis político. Aquí, me parece que hay una búsqueda de un chivo expiatorio, que no es necesario buscar porque está la pandemia, el evento que afectó a toda la humanidad durante dos años. Además, está demostrado que tuvo un efecto muy nocivo en la adquisición de las competencias de lectura y escritura científicamente, por lo que es el villano perfecto.

La necesidad de buscar al inclusivo como culpable tiene que ver con otras cosas y con actos bastantes cínicos. En el camino, no solo se habilitan y exacerban discursos de odio hacia gente que ya sufre discriminación, como personas trans o no binarias, sino que también quienes saben de leyes sabrán cuánto choca esta medida con la Ley de Identidad de Género y el principio del derecho a la libertad de expresión consagrado en la Constitución Nacional.

*Lingüista y lexicógrafo, director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filosóficas Argentina de Letras.