Malvinas: la historia de Julio Cao, el docente matancero que se enroló voluntariamente para defender las Islas

El joven de 21 años luchó en Puerto Argentino y murió en combate el 10 de junio. Su madre, Delmira, recordó su labor como docente y reflexionó sobre la posguerra para los sobrevivientes, los caídos y las familias de quienes no regresaron.

En 1982, Julio Cao, de 21 años, era docente de la Escuela N° 32 de Gregorio de Laferrere. Luego de haber cumplido el servicio militar en el Regimiento de Infantería Motorizada III General Belgrano de La Tablada, decidió enrolarse de forma voluntaria para luchar en Puerto Argentino y defender las Islas Malvinas de las tropas inglesas. Sin embargo, Julio, quien estaba casado y esperando una hija, murió en combate el 10 de junio y no pudo conocer a Julia María, quien nació el 28 de agosto de ese año.

En diálogo con El1 Digital, Delmira Cao, madre de Julio, aseguró que el 2 de abril es “una fecha muy importante, a pesar de todo el dolor que una como madre siente al haber perdido un hijo”. “La causa Malvinas para mí es fundamental porque mi hijo como docente amaba su Patria, amaba su profesión, y se fue porque se quiso ir, inclusive casado y con su mujer embarazada de cinco meses, y a pesar de que yo le insistí mucho para que no fuera, él sentía la necesidad de ir”, destacó.

Delmira explicó que Julio había completado la conscripción, “pero como vivimos a unas cinco cuadras del regimiento, él vio pasar los camiones y seguramente entendió que algo estaba pasando”. Además, su hijo había estado en la Plaza de Mayo “gritándole a Galtieri para que se bajara del balcón de Perón”. Tiempo después, llegó una carta que Julio les dirigió a sus alumnos.

La carta

Dedicada a “mis queridos alumnos de 3ro D”, el excombatiente lamentó no haber podido despedirse de los chicos: eso lo había “tenido preocupado muchas noches aquí en Malvinas, donde me encuentro cumpliendo mi labor de soldado: defender la bandera”. Asimismo, les aseguró: “No se preocupen mucho por mí, porque muy pronto vamos a estar juntos nuevamente”.

Además, finalizó su carta tranquilizando a sus alumnos mientras se encontraba en el conflicto bélico: “Quiero que se pongan muy contentos porque su maestro es un soldado que los quiere y los extraña, ahora solo le pido a Dios volver pronto con ustedes. Muchos cariños de su maestro que nunca se olvida de ustedes”.

Delmira recordó que su hijo le aseguraba que iba a volver y les iba a contar la verdadera historia de Malvinas a sus alumnos: “Así lo hizo. Yo después luché por Malvinas, por el reconocimiento de los que ya no estaban y de los que estaban, por eso me pone contenta todos los homenajes que se harán por los 40 años, sobre todo por los que están vivos”.

Repercusiones posguerra

Al referirse al Estado, Delmira mostró una posición crítica: “No los reconoció nunca, ni a los veteranos, ni a los muertos, ni a las madres que perdimos a nuestros hijos. Si bien les otorgaron una pensión de guerra, nunca hubo un verdadero reconocimiento por lo que habían hecho”. Sin embargo, destacó que “habría que hacer una separación respecto a lo que era el personal militar y los simples soldados que fueron a la guerra que justo en ese momento estaban cumpliendo con el servicio militar”.

“Como toda madre, me costó asumirlo, pero una vez que lo pude hacer me dediqué a luchar por los veteranos de guerra, a hacer el monumento”, contó. Si bien está retirada de la lucha debido a su edad, aun tiene el deseo de recuperar las Malvinas: “Siempre por el camino del diálogo, el entendimiento y la paz, para que todo el sacrificio que hicieron los que fueron a pelear allá no haya sido en vano”.