El centro comunitario Las Manos Solidarias cumple 15 años de labor social en Isidro Casanova

Desde 2009, Sandra y Rubén iniciaron un espacio dedicado a los niños en situación de vulnerabilidad del barrio. Con el paso de los años, Las Manos Solidarias se convirtió en un refugio de chicos y grandes, donde asisten a 290 personas.

En 2009, Sandra y Rubén, matrimonio oriundo de la localidad de Isidro Casanova, comenzaron a brindar un espacio a los niños de la zona que, con el tiempo, se convirtió en el centro comunitario Las Manos Solidarias de La Matanza. Este martes 9 de julio cumplen 15 años de labor social y solidaria, celebración que compartirán con la comunidad.

Actualmente, el espacio situado en Caupolican 5.826 asiste a un total de 290 personas, familias vulnerables de la zona y de barrios aledaños. Para este nuevo aniversario, van a recepcionar donaciones de todo tipo.

“Recibimos alimentos no perecederos, ropa y calzado para todas las edades, juguetes nuevos o usados en buen estado, útiles escolares y artículos de librería para los talleres que brindamos. Por mínimo que sea, todo suma y se agradece”, compartió Sandra Bustos, titular del espacio, en comunicación con El1.

El origen de Las Manos Solidarias de La Matanza

La historia de Las Manos Solidarias se remonta al año 2009, específicamente durante la epidemia de la Gripe A en Argentina. “Mi esposo Rubén fue afectado por la Gripe A, y estuvo muy grave, internado en terapia intensiva durante varios días. Los médicos me decían que un milagro lo podría salvar”, recordó Sandra.

No obstante, ese milagro llegó y Rubén regresó a su casa, donde continuó con su recuperación. Desde ese entonces, el matrimonio comenzó la búsqueda de una señal, una manera de agradecer por el bienestar de Rubén, la cual llegó una tarde lluviosa de julio.

“Tocaron la puerta un grupo de niños. El más grande de doce años, y venía acompañado de chiquitos y de un bebé. Los hice pasar para que merienden con mis hijos y les di ropa seca. Al ver la desesperación con la que comían, con mi esposo entendimos que nuestro agradecimiento a la vida debía ser por ese lado”, aseguró.

Los inicios

Aquella tarde comenzó un proyecto familiar y una labor que, hoy en día, es ininterrumpida. Sin embargo, los inicios no fueron fáciles. “Empezamos sin nada y solo dábamos merienda. Al principio eran cinco chicos pero, para fin de mes, ya eran 30. La demanda fue aumentando y empezamos a pedir colaboración de comercios y panaderías para poder dar merienda todos los días”, agregó.

Compromiso con la comunidad

Actualmente, el espacio entrega merienda y funciona como comedor. Hacen refuerzo de alimentos y brindan copa de leche. Además, Bustos es enfermera, licenciada y profesora en Psicología Social y psicopedagoga; y todos sus conocimientos los aplica con el objetivo de transformar las situaciones que se presentan a diario en los grupos de familias, tanto adultos como niños.

Por otra parte, también imparten talleres de todo tipo. “El primero fue de apoyo escolar, porque los niños venían con muchas dificultades. Fuimos avanzando e incorporamos talleres vinculados con el cuidado de la salud, por ejemplo. Además, en pandemia pusimos en marcha un taller de autoestima para adolescentes, que fue muy significativo”, destacó Bustos.

Asimismo, se encuentran organizando un taller de orientación vocacional y profesional, con el fin de enseñar a redactar un curriculum vitae y descubrir los intereses y potenciales de los jóvenes que se encuentran finalizando el ciclo de educación secundaria.       

“Todo lo hacemos con dos herramientas fundamentales: el amor y el compromiso. Todos somos agentes generadores de cambios y juntos podemos hacer muchas cosas”, destacó Bustos.