Masivo apoyo a Cristina Fernández, a 20 años de la asunción de Néstor Kirchner

Ante una Plaza de Mayo colmada que no dejó de pedir su candidatura, la vicepresidenta eludió una definición electoral, insistió sobre la urgencia de plantear nuevas condiciones ante el FMI y llamó a la “unidad nacional”. La centralidad de Sergio Massa y Eduardo “Wado” de Pedro sigue alimentando especulaciones.

De la Edición Impresa

Cuando Néstor Kirchner asumió la Presidencia, el 25 de mayo de 2003, la cantidad de votos que había cosechado era más baja que la tasa de desocupación. La deuda pública medida en relación al PBI era de 129,8 por ciento. En términos políticos, los efectos del 2001 perduraban y la decisión de bajarse de la segunda vuelta que tomó Carlos Menem fueron parte de los argumentos que usó cierta oposición para poner en duda la legitimidad de un Presidente oriundo del Sur con un apellido difícil de pronunciar. Ese nombre terminó por entrar en la historia y no solo por el cargo, sino por la voluntad para revertir el escenario anterior.

Otro 25 de mayo, pero dos décadas más adelante, en una Plaza de Mayo que no dejó de corear, entre otras consignas, “una más y no jodemos más”, la vicepresidenta Cristina Fernández recordó: “Hace exactamente 20 años que llegábamos con Néstor a esta misma Plaza. Esta Plaza que recibió a ese Presidente patagónico que asumió con apenas el 22 por ciento de los votos”. “Si todo estaba en mano de los privados que eran buenos administradores, ¿por qué Argentina debía tanta plata?”, cuestionó en torno al contexto económico de aquel entonces para luego apuntar contra los sectores que “habían tomado deuda y la habían estatizado”.

Luego, caracterizó la administración que comenzó con el exgobernador de Santa Cruz como un “modelo de construcción de la sociedad, de producción, de valor agregado, de inclusión, de desarrollo industrial y de buenos salarios” y precisó que, al concluir ese período, Argentina tenía los “mejores salarios y jubilaciones de Latinoamérica y mayor participación de los trabajadores en el PBI”.

En esta dirección, resaltó que “para distribuir el ingreso hay que ponerles carita fea a los que tienen
mucho”. “¿Por qué creen que me odian, me persiguen y me proscriben? Porque nunca fui de ellos”, resaltó, para luego subrayar: “Aunque quieran proscribirme y meterme presa, yo soy del Pueblo y no de ellos”. Tampoco faltaron referencias acerca de la gestión actual, aunque indicó que a las críticas las había hecho públicas oportunamente. El foco estuvo puesto, en cambio, en las condicionalidades para el crecimiento que demanda el acuerdo con el FMI y cuestionó, otra vez, el otorgamiento del préstamo más grande en su historia que hizo aquel organismo internacional de crédito.

“La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer”, ironizó. En torno a la Suprema Corte de Justicia, reiteró el pedido por avanzar en una reforma para evitar “seguir con la rémora monárquica”.
Al promediar el final de sus palabras, cuando las densas nubes se vaciaban sobre una asistencia
que no se inmutó ante el diluvio, y luego de repasar ejes básicos para un programa en común para la
dirigencia, llamó a trabajar para construir una “unidad nacional” que permita, entre otras cosas,
abordar el acuerdo desde nuevas condiciones. Atar el pago, por ejemplo, a variables macroeconómicas que permitan un desarrollo sostenido es un planteo recurrente dentro de sus prestaciones que, desde luego, no se ausentó este 25.

En un contexto gustoso del disenso y del tono elevado, y a poco más de dos décadas de una de las crisis más grandes de la historia reciente (en la que el FMI tuvo un rol protagónico), la propuesta de estabilidad debería ser tentadora para cualquier oferta del arco político en un año electoral. La pregunta es si todas las fuerzas que presentarán su boleta en el cuarto oscuro, a casi cuarenta años de la democracia, encuentran en el contexto actual elementos para diagnosticar peligros similares.

Unidos y organizados

A poco de que finalice el plazo para que los espacios políticos presenten las listas definitivas, la dirigencia del Frente de Todos muestra signos de sutura. Días antes del acto del pasado jueves, Cristina Fernández mantuvo un encuentro con referentes del Movimiento Evita, entre los que se encontraban el secretario de Economía Social, Emilio Pérsico, y la diputada bonaerense y precandidata a intendenta de La Matanza, Patricia Cubria, entre otros. Sobre la reunión, la legisladora indicó que fue para planificar “la actividad del 25 de mayo para apoyar a Cristina y a la movilización” e indicó que hubo tiempo para “analizar la actualidad política, económica y social”.

Además, los representantes del movimiento popular también se juntaron con el diputado nacional y presidente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner, quien, días atrás, encabezó un congreso de la fuerza en La Matanza que, de alguna manera, fue la antesala de muchas de las definiciones que llegaron en los días posteriores.

Uno que puso primera

Días atrás, el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, participó de una actividad junto a la ministra de
Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz. Con la Expo Feria de la Economía Popular y el Cooperativismo como
escenario, el exvicepresidente volvió a defender las PASO. “Tenemos una gran coincidencia en esta enorme
tarea que tenemos por delante”, enfatizó el funcionario y, de esta Scioli, ya puso primera forma, buscó llevar más certidumbres de cara a los nombres que podrían formar parte de su armado.