Karen Ayala, correr tras los sueños

La joven atleta de Virrey del Pino y estudiante de la UNLaM compite a nivel nacional e internacional. En diálogo con Radio Universidad, habla de sus comienzos, de la influencia de su entrenador y del apoyo que recibe de familiares y vecinos.

Karen Ayala quería practicar un arte marcial porque veía pasar a los chicos por la puerta de su casa vestidos con sus trajes blancos que le llamaban la atención. Sin embargo, las clases eran aranceladas y eso fue un serio inconveniente. Pero como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, y gracias a un instructor de educación física de la escuela primaria, descubrió el atletismo. “El profesor nos invitó a unas clases y cuando dijo que no había que pagar, me interesó más”, recuerda la deportista en diálogo con Radio Universidad.

La lucha por la superación de las limitaciones materiales es una constante en la vida de Karen. Pero siempre aparecieron personas generosas que le tendieron la mano para colaborar en el desarrollo de su vocación deportiva. “En plena cuarentena, siempre entrené en casa, aunque no podía salir a correr. Un vecino, como si fuera un sponsor, me compró unas mancuernas que son caras”, cuenta.

Karen destaca “el sentido de pertenencia” de sus vecinos de Virrey del Pino que siempre apoyan a la gente del barrio. “Para viajar al Mundial Universitario en Nápoles, con la delegación de la UNLaM, hice rifas y me compraron todos”, recuerda.

Porque Karen no es de quedarse quieta para concretar sus sueños. “Soy de golpear puertas”, afirma y cuenta que gracias a su insistencia consiguió por un tiempo ayuda del municipio. En la actualidad, la atleta recibe la colaboración de la Cooperativa de servicios telefónicos Covidelpi de Virrey del Pino y su sueño es competir en un Juego Olímpico.

A pesar de su juventud, Karen viajó bastante para competir. Recorrió el país, y también Italia y España. “Conocer otros lugares te abre la cabeza”. En los distintos sitios que visitó observó el apoyo que existe del Estado al deporte. “Es importante que haya programas gratuitos”, sostiene.

Pese a las distancias que recorre para participar de las competencias, su lugar en el mundo es Virrey del Pino, y en especial “la placita”, donde se entrena desde siempre y cuida como si fuera su casa. Pasa muchas horas entrenando allí y además trabaja en un emprendimiento propio que le permite solventar sus gastos.

Además, estudia en la Universidad Nacional de La Matanza. “Mi entrenador, Ángel Belluzi, siempre me decía que estudie. Yo no tenía la cultura del estudio y ahora soy la primera universitaria en la familia”, manifiesta agradecida por el consejo.