Leticia Brédice: “Hay que vivir la vida para poder actuar”

La actriz protagoniza la serie “Mordisquito. A mí no me la vas a contar”, por Tv Pública. Los recursos empleados para la construcción de su personaje, Tania, y el vínculo con Discépolo. Su paso por “Años rebeldes”, “Cenizas del paraíso”, “22, el loco”, “El elegido” y “El lobista”.

¿Puede alguien viajar desde el año 2023 hacia 1951? La respuesta es afirmativa, al menos para Leticia Brédice, que experimentó esta travesía temporal a través de la ficción. Es que, semanas atrás, cuando la prestigiosa actriz ingresaba a los estudios de la Televisión Pública, se trasladaba a Buenos Aires, a mediados del siglo XX, para protagonizar la serie Mordisquito. A mí no me la vas a contar. Aunque, tras pasar por los camarines, ya no era ella, sino que se transformaba en la cantante de tango española Tania, la esposa de Enrique Santos Discépolo.

Cada martes, a las 22.30, se emiten capítulos estreno del relato audiovisual inspirado en la vida del popular actor, director y escritor argentino. La historia inicia cuando Discépolo es convocado por Raúl Apold, el secretario de medios del peronismo, para realizar una serie de monólogos en los que hace una apasionada defensa de las políticas de Estado del Justicialismo. Asimismo, en ese contexto, se abordan las vicisitudes de su vínculo con la artista del 2x4. 

- ¿Qué recursos propios y externos te ayudaron para la construcción de Tania?

- ¡Un poquito son los secretos del actor! (Risas) Más allá de toda la investigación, que fue interesantísima, conocí a Tania, cuando ella era muy grande. Recuerdo que yo estaba haciendo una obra de Luigi Pirandello en el Teatro San Martín, fui a comer a un lugar, apareció Tania y la saludé, ¡para mí era un honor! Me miró y me preguntó dónde estaba el maestro, que era el pianista. Así que se pasó toda la noche cantando, ¡fue fabuloso! Después, para la construcción de esta mujer tan empoderada, vi un montón de notas suyas, leí bastante sobre su historia y la escuché cantar. Cuando llegaba a la Tv Pública, me ponía la ropa y los zapatos, y ya era ella, entendía el sentimiento. Por otro lado, el guion de Ana Da Costa, Mariano Mucci y Santiago Larre estaba muy bien escrito, y en el set era muy apoyada actoralmente. Es fácil meterse en un rol cuando están todos mirando la historia con tanta pasión.

- ¿Te resulta más complejo hacer personajes verídicos?

- Encarnar a alguien que existió requiere de un montón de cosas que tienen que ver con la caracterización. A veces, por los tiempos y los presupuestos, hacer caracterizaciones es difícil, pero uno siempre se puede acercar a lo real siendo lo más honesto con el rol y con la historia que está contando. Hacer a Tita Merello, a Evita, no es así nomás: es importante poder transmitir la verdad de estas personalidades tan profundas y distintas, aparte en otra época. Por lo tanto, interpretar a alguien que vivió implica cuidar otro tipo de cosas.

- En la serie se muestra el tramo final de la relación entre Discépolo y Tania, ¿cómo trabajaron con Daniel las vicisitudes de ese vínculo?

- Tania estaba muy enamorada de él, era una dupla con una pasión muy grande. Cuando Discépolo se enamora profundamente de la mexicana Raquel Díaz de León, con la que tiene un hijo, Tania viaja a México y le dice a él que, si se queda ahí, ella se suicidará. Finalmente, lo trae a Buenos Aires. Con Dani nos llevamos muy bien, cada uno con sus sentimientos, pero ambos conduciendo ese matrimonio, sabiendo muy bien dónde ir y qué contar. Desde el primer día, me fui feliz con la serie, y con todos los trabajadores de Tv Pública por cómo me trataron.

- Las biopics retratan a íconos de la cultura popular, ¿qué importancia le atribuís a este género?

- ¡Me encanta! Me parece que estas historias argentinas de época son necesarias, ya que son parte de un aprendizaje muy grande para nosotros, en torno a quién forma nuestra cultura y educación, y quién habla de nosotros. Me es conmovedor ver la historia de alguien tan importante en una serie de televisión. Mordisquito es un proyecto impresionante, contar la vida de una persona tan maravillosa como Discépolo es un honor, además en la Televisión Pública, que es donde tenemos nuestra identidad, y se puede ver en todo el país. Cuando me presentaron la propuesta quedé maravillada, pensé '¡no puede ser que me llegue para interpretar algo tan espectacular!'

- El subtítulo de la serie es 'A mí no me la vas a contar'. Si pensamos en tu profesión, ¿qué preconceptos sobre la actuación derribaste, o reafirmaste, al experimentarla en primera persona, comparado con lo que pensabas antes de arrancar?

- Estudié a partir de los 14 años en la escuela de Norman Briski, un lugar donde la formación es muy importante. Y no tuve preconceptos ni prejuicios, al contrario, tenía muchas ganas, mucha pasión por actuar, mucho desenfado por empezar y por tener una profesión que, incluso, ya la había elegido desde chiquita, a los seis años. Siempre quise saber del mundo de la actuación y zambullirme de lleno, sin tener miedo. Todo lo que me pasó fue un aprendizaje, en todo sentido. Desde el inicio me sentí muy respetada, ¡fue hermoso el principio de mi carrera!

- ¿Recordás cuál fue el primer estímulo actoral?

- ¡Sí, claro! Lo que me motivó, que es muy sano y hermoso, tuvo que ver con mis tías bailando y cantando. En mi familia había muchos italianos, y mi papá escuchaba mucha música italiana. Teníamos un disco de Raffaella Carrà, del que aprendí todas sus canciones. Creo que la motivación de mis tías, haciéndome bailar y cantar, me despertó algo que yo sabía que quería hacer: actuar. Y cuando tenía doce años vi a Norman en la televisión, en un programa de Susana Giménez en el que contaba que daba clases. Después de eso, empecé a estudiar.

- Siguiendo con la idea de los viajes temporales, ¿considerás que el trabajo del actor es infinito?

- Sí, creo que sí. Es infinito hasta que el actor decide seguir, o no. Y hay que vivir la vida para poder actuar. Hay que ser curioso, estar atento a los demás, y tener escucha. También hay muchos momentos de la vida donde se transitan diferentes cosas. ¡Todo es aprendizaje para actuar!

- Tu otra faceta, que coincide con la de Tania, es la música. ¿Qué te entusiasma de este rol?

- Yo venero a los músicos, tengo admiración por ellos, de hecho, mi mejor amiga es música. Y aprendo muchísimo. En diciembre volveré a presentar un disco que hice hace 20 años, con algunas canciones nuevas, y también voy a hacer un show, que anunciaré en mis redes sociales. Está bueno volver a tocar ese álbum porque ya pasaron dos décadas.

Mismo canal, nuevo proyecto

Este jueves a las 22.30 debuta en la Tv Pública la serie Madame Requin, que se emitirá de manera semanal. Se trata de un thriller político, financiero y erótico con guion de Alejandro Pablo Robino, dirección de Alberto Lecchi y actuaciones protagónicas de Flavia Palmiero y Fabián Vena. Dentro del elenco, aparece Brédice, junto a Luciano Cáceres, Jenny Williams, Nicolás Riera y la ramense Sabrina Garciarena.

Cinco mujeres, cinco vidas, cinco reconocimientos

En el filme Años rebeldes (1996), dirigido por Rosalía Polizzi, Leticia interpretó a Laura, una adolescente porteña que en la década de 1950 encontró su primer amor y se enfrentó con su padre, un sastre siciliano de ideas revolucionarias. Por dicha labor en la pantalla grande, Brédice ganó el Premio Cóndor de Plata a “Revelación Femenina”.

“Es la primera película que hice y le tengo un gran amor. Es la historia de una chica que descubre su sexualidad, la política, los temas familiares que le duelen y que ya no resiste. Fue un gran aprendizaje, la rodamos en cuatro meses. Yo tenía 17 años, así que conocí cómo era estar delante de la pantalla, el tamaño del plano y cómo actuar para la cámara”, rememoró.

En el largometraje Cenizas del paraíso (1997), a cargo de Marcelo Piñeyro, encarnó a Ana, una muchacha que aparece asesinada. Por dicho crimen, su novio y los hijos del juez Makantasis -quien también muere- se declaran culpables del asesinato de la joven. Y entre ambos decesos se establece una misteriosa conexión. Por su actuación, Leticia recibió el Premio Cóndor de Plata a “Mejor actriz de reparto”.

“Esa es otra película que quiero muchísimo, y que marcó un cambio en mi vida. Antes de hacerla, yo no me teñía el pelo ni me hacía las uñas, era una chica más hippie. Cuando la terminé, creía que era Brigitte Bardot (risas), porque me habían teñido el pelo más rubio y me hicieron las uñas postizas. Después de ese filme, me contrató Patagonik por tres años para que sea su actriz y trabajara solamente con ellos. Así que tuve la libertad de hacer varias películas, incluso con una única escena”, describió.

En la tira diaria policial 22, el loco (2001), emitida por El Trece, interpretó a la abogada Ana en el marco de una historia atravesada por mandatos familiares, abandonos, amor, odio, pasión y tiros. Por ese proyecto obtuvo el Premio Martín Fierro a “Actriz protagonista de novela”.

“Estuvo buenísima porque era la primera serie en la que usábamos armas, y era lo primero que hacía en Polka con Adrián Suar. Aprendí y me divertí mucho con amigas como Nancy Duplaá y Julieta Ortega, ¡era un espacio de felicidad! Luego, veía el fanatismo de la gente en la calle. Se sabían los nombres de los personajes y las escenas, eso también era precioso”, valoró.  

En la telenovela El elegido (2011), emitida por Telefe, encarnó a Verónica San Martín, una mujer que sufre bipolaridad y es esposa de un ambicioso abogado que se ve envuelto en diferentes conflictos.  Por esa ficción consiguió el Premio Martín Fierro a “Mejor actriz de novela”.             

“Hay días en los que miro El Elegido porque todavía no lo puedo creer (asombro). Me acuerdo todo el trabajo que hacía: agarraba el guion y cambiaba muchas palabras por sinónimos, buscando una manera de hablar, caminar y vestirme distinta, todo consultado con los directores, que todo el tiempo estuvieron de acuerdo. Verónica era una mujer con problemas mentales, que por su lugar social no quería admitirlo. La gente me dice cosas maravillosas de las escenas”, compartió.

Por último, en la miniserie dramática El Lobista (2018), emitida por El Trece, dio vida a Natalia, y fue distinguida con el Premio Martín Fierro a “Mejor Actriz Protagonista de Unitario y/o Miniserie”. “Ella era una mujer fría y controladora, a la que no le gustaban las relaciones, estaba entrenada para la trampa. Fue una serie fabulosa, dirigida por Daniel Barone y protagonizada por Rodrigo de la Serna, a quien adoro y admiro muchísimo”, concluyó.