Facundo Calvo: “En la profesión, a veces uno quiere ir de cero a mil en un minuto, pero es un proceso”

El actor integra el elenco de “Me duele una mujer”, que este sábado se presentará en el Teatro Universidad. Habló sobre su rol dentro de la comedia romántica y acerca de las singularidades de cada función. Las enseñanzas de su padre, Carlín, y su maduración artística.

Más allá de las características técnicas de cada escenario, para muchos artistas pararse sobre uno de ellos es sinónimo de ser parte de un espacio y de un ritual sagrado. Se trata de una experiencia que solo puede conocerse si se la vive en primera persona. Y sensaciones como adrenalina, disfrute, miedo y nervios son las que elige Facundo Calvo para describir parte de lo que siente al posicionarse sobre dicho sitio. Es que el actor considera que no hay palabras precisas ni suficientes para transmitir la vivencia artística en su totalidad. 

Uno de sus primeros recuerdos sobre las tablas fue cuanto tenía alrededor de cuatro años, pero no como artista, sino como acompañante de su padre, el prestigioso Carlín Calvo, durante una temporada de verano marplatense. Mientras que su debut actoral en escena fue en 2019, a sus 19 años, con la obra Convivencia obligada. Y, este sábado, a las 21.30, pisará por primera vez el escenario del Teatro Universidad, ya que integra el elenco de la exitosa comedia romántica Me duele una mujer.

Las entradas pueden adquirirse en la boletería del auditorio, situado en Florencio Varela 1.903, San Justo (lunes a viernes de 11 a 21 y sábados y domingos de 15 a 20) y en el sitio web Ticketek.

- Con Sol Loureiro conforman la pareja juvenil de la obra...

- ¡Sí! A veces la gente piensa que somos Miguel (Nicolás Cabré) y Paula (Mercedes Funes) de chicos, en realidad no es así, pero podría ser. Más que nada representamos la idea del amor que tiene Miguel, que es muy idealizada, bien exacerbada, como si fuera una historia de princesas de Disney. En la escena que compartimos, él va relatando y con Sol hacemos lo que él dice. Para construir mi personaje escuché mucho lo que me indicó el director Manuel González Gil, y también me fue guiando mucho Nico. Asimismo, traté de pensar en cómo me sentiría yo súper enamorado, para tratar de transmitir eso con Sol, mirarla a los ojos y decir '¡En este momento es el amor de mi vida y me ilumina todo! ¡Estoy en un cuento de hadas!'

- Además de Cabré, compartís escenario con Funes y Pepe Monje (antes Carlos Portaluppi), quienes tienen extensas trayectorias. ¿Qué mirás y adquirís de ellos, ya sea directa o indirectamente?

- ¡Muchas cosas! Más que nada con Meme y con Nico que llevamos más tiempo, aunque Pepe ya en las primeras veces que nos vimos me preguntaba cómo me sentía. Siempre los tres están muy atentos para que yo mejore y me luzca más, me dan consejos, me dicen '¡Fijáte acá, probá cosas nuevas!'. Y los observo mucho, cómo van cambiando y jugando más, se van soltando y evolucionando. No es la misma obra que cuando empezamos, ¡está más divertida! Recuerdo que Carlos me decía que tratara de estar presente. Porque, quizás, al tener una 'escena corta', uno tiende a querer aprovechar su momento al máximo, entonces tiende a exagerar, o a querer hacer algo de más para que se lo vea. Y, a veces, 'menos es más', de alguna manera. Ya si estás presente en la escena y conectado con lo que pasa, ¡se ve todo!

- La obra arrancó su gira nacional tras su gran paso por Capital Federal, ¿qué singularidades hallás en cada función?

- Ya en la tercera función en Avenida Corrientes, de cierta forma, se volvía algo más rutinario, ya sabíamos los movimientos. Pero, acá, al hacer gira, cada día, ni siquiera cada semana, como es en un teatro distinto, te hace estar presente en todo. A veces la sala es más chiquita, a veces tenés más lugar, por lo tanto, los espacios cambian, y las salidas también. Eso hablamos con Meme, que me dice que es como un ejercicio actoral muy bueno, estar pendiente a todo.

- Me duele una mujer se trata de tu segunda participación en una comedia teatral, ¿qué te atrae del género?

- Lo que más me gusta es la comedia, ¡desde siempre! Siento que soy bastante gracioso en algunas cosas (risas), y es donde creo que se me da mejor. En la escena que tengo disfruto mucho los momentos en los que la gente se ríe, es hermoso, es lo que me hace más feliz, que me llevo y disfruto. Uno siempre está esperando que se rían de lo que hace, por más que diga que no se fija en eso, en realidad, sí se fija. Entonces es muy lindo cuando sucede.

- Un referente de la comedia era tu padre, ¿qué considerás que heredaste de él?

- Yo nunca me vi parecido físicamente a él, por más que había gente que me lo decía. Pero me sorprendió mucho cuando lo vi un par de veces en Amigos son los amigos, ya que me vi muy parecido en gestos, movimientos, maneras de hablar, ¡me puso la piel de gallina! No es que lo imitaba conscientemente. Y un consejo que recuerdo que él me dijo cuando yo era chico fue '¡Confiá en vos, metele y que no te importe nada!', algo que a veces me cuesta.

- ¿Qué posibilidades tuviste al criarte en un hogar donde el arte tuvo un rol importante?

- ¡Creo que todo! Mis papás se conocieron actuando, y quizás si no me hubiera criado en una familia de artistas, no me hubiera gustado la actuación, o no me hubiera ido por este camino. Ellos me apoyaron un montón. Fue toda mi infancia estar en Mar del Plata, de gira en los teatros, en el detrás de escena, ¡es parte de mi vida! Igualmente, de chiquito quería ser director de cine, que por ahora no lo descarto, ¡siempre algo artístico! Ahora estoy viviendo la gira de Me duele una mujer como actor, que es algo hermoso que quería. Es la razón de que haya querido actuar.

- ¿Qué indicios te dicen que vas por el camino correcto?

- De a poco voy creciendo, por los trabajos que se me van dando, pero también estoy madurando como persona. Hace unos años estaba en un momento de duda, porque no pegaba un trabajo hacía tiempo, me replanteaba todo. Después de eso hice un par de programas, empecé como una cadena, y entendí que la carrera del actor es así. Hay momentos que voy a estar sin trabajo, otros con mucho trabajo. Ahora por suerte estamos haciendo esta obra desde hace un año y medio. A veces uno quiere ir de cero a mil en un minuto, pero es un proceso, como todo. Obviamente quiero hacer el protagónico ya, y películas, y todo lo que te imagines. Pero, de a poquito, sumando cosas, ¡sé que estoy por el buen camino!

- ¿En qué cuestiones percibís esa maduración?

- A veces, me tengo que frenar y decirme '¡Mirá acá cómo maduraste!' Por ejemplo, lo veo en situaciones de no soportar el estrés por no tener nada para hacer en cierto momento y replantearme '¿estaré siguiendo el buen camino? ¿seré buen actor?'. En esa oportunidad quizás no estoy haciendo nada, y la cabeza ya empieza. Entonces se trata, más que nada, de controlar la cabeza, saber que están esos pensamientos, y no tirarse abajo.

Aprendizajes constantes

En el transcurso de su camino, Facundo tomó clases con artistas como Nora Moseinco y Norma Angeleri, y cursó en la escuela del Método Kairós. Asimismo, adquirió gran experiencia al participar en distintos proyectos teatrales, como La Lección de Anatomía, y series, como 100 días para enamorarse (Telefe), Días de gallos (HBO+), Pequeñas Victorias (Prime Video) y El encargado (Star+).

Respecto al valor de la formación, resaltó: “Para mí es muy importante, te da confianza, sobre todo en los momentos que dudo de mí. La única manera es estar activo, como en todo, hay que seguir entrenando, tener el cuerpo y la mente en actividad, no perder el ritmo. Si uno deja de actuar cuatro meses y después tiene un papel va a estar mucho más nervioso que si estuvo practicando, ensayando y experimentando nuevas técnicas. La formación sirve para estar preparado”.