Boy Olmi: “Tengo un sentido muy lúdico en la vida”

El actor y director conduce el programa “La hora exacta”, que se emite por Canal Nueve. Abordó las características del ciclo de entretenimientos televisivo y reflexionó sobre el concepto del tiempo en su vida. Su labor detrás de cámaras y la preparación de su unipersonal.

Boy Olmi La hora exacta

¡Nunca es demasiado tarde para jugar! Ni en el día, ni en la vida. Por eso, de lunes a viernes, a las 22, múltiples personas de diferentes edades se sientan frente a sus televisores, sintonizan Canal Nueve, y se preparan para vivir un momento didáctico, lúdico y reflexivo a través del ciclo La hora exacta. Del otro lado de la pantalla, las esperan Boy Olmi y Teté Coustarot, junto a participantes que también buscan divertirse y, además, desean ganarse importantes premios.

Tras haber transitado dos destacadas temporadas y cientos de programas al aire, el actor y director dialoga sobre su presente como conductor del popular ciclo de entretenimientos, con el que continúa experimentando la versatilidad artística. 

-Los juegos están acompañados por informes históricos e invitados…

-Sí, para mí lo desafiante e interesante de este programa, que va a seguir cambiando y este año tomará un giro novedoso, tiene que ver con que a partir de un estímulo no somos simplemente testigos de información. Ese informe actúa como un disparador para una reflexión sobre de dónde venimos, a dónde vamos, y dónde estamos parados hoy los humanos. A veces hay informes acerca de cosas frívolas, cotidianas, y otras veces de cuestiones con mucha carga histórica. Respecto a los invitados, en vez de ser un reportaje, es una especie de homenaje con un juego en torno a esas personas. Yo tengo un sentido muy lúdico en la vida, naturalmente me gusta mucho, en el sentido profundo de que de golpe desestructura algo.

-Cuando haces una obra cada función es diferente, y en La hora exacta cada programa es distinto, ¿estableces algún punto de contacto entre la actuación y la conducción?

-Absolutamente. Es como un ejercicio en tiempo presente, se parece a una improvisación teatral. Tenes cierta partitura o circunstancia -que en este caso serían las preguntas- y contas con personajes -que serían los participantes, los invitados, o los conductores-, pero, a partir de ahí, hay que estar en estado de alerta para ver a dónde nos lleva estar en contacto con ese momento, lo más interesante y creativamente. También tiene algo de comedia, porque es un tono emocional divertido, aunque no deja de permitir un lugar para, de golpe, bajar a algo más profundo. Yo defino a La hora exacta como un programa misceláneo, ya que se puede tocar cualquier tema, y eso es como la vida misma.

-La mayoría de tus proyectos en televisión estuvieron vinculados a la actuación, ¿qué te entusiasma de la conducción en un ciclo de entretenimientos?

-Tengo una postura con tratar de no discriminar las cosas por eso que las calificamos, entonces, para mí, estar delante o detrás de una cámara son dos puntos de vista diferentes, pero soy la misma persona siempre, lo mismo me pasa con la ficción y el documental. Me interesa muchísimo lo humano, y conducir es una oportunidad para estar en contacto con lo que le está pasando a la persona, desde un lugar distinto, con eso que nos hace común a todos. Somos seres humanos, llenos de miedos, necesidades, certezas, amor, dudas, ¡somos todos iguales en ese sentido! Me permite transmitir algo, incluso sin palabras, simplemente por el hecho de estar ahí, comunicándome con personas que son muy parecidas a mí.

-Los programas de 'preguntas y respuestas' se consolidaron en las noches televisivas, ¿a qué atribuís el éxito del formato?

-No soy un teórico del tema, pero creo que los años de pandemia, y la cuarentena inicial, modificaron muchísimo nuestros hábitos en montones de sentidos. La ficción se resintió en cuanto a la producción porque hubo años en los que no pudimos generarla, y hubo que inventar maneras con la tecnología a distancia, para seguir tratando de comunicarnos. Considero que también hay una necesidad de distracción muy grande de la gente, de adormecer la angustia en términos de descansar de la información. Los juegos nos conectan con algo muy libre, divertido y asombroso, son una práctica muy profunda en los seres humanos de todos los tiempos, desde la primera infancia, y creo que hemos recuperado algo de eso. Me encantaría que hubiera más ficción, de hecho, como actor y director tengo muchos deseos. Para mí son modas, formas de producir, y de ir alimentando esa necesidad que tiene la gente de distraerse.

-Uno de los conceptos de La hora exacta es el tiempo, en tu camino, ¿en qué hora estás?

-Siento que siempre estamos en la hora en que estamos, y que el desafío es poner los pies y apoyarse firmemente en el presente. Yo estoy en un estado permanente de búsqueda, de asombro, de intención de mejorar y aprender. Me siento un aprendiz en montones de las cosas que hago, porque considero que no tengo resuelta la posta de nada, más bien estoy tratando de descubrir cómo darle la vuelta a esa búsqueda de la felicidad que todos intentamos. Ahora, con respecto a mi propia vida y al tiempo cronológico, estoy en un horario que no es el del inicio del día, ni el del fin del día, sino que estoy en un momento en donde intento capitalizar las horas que he vivido para disfrutar las muchas horas que tengo por vivir.

-Otro de los ejes son las preguntas, ¿qué interrogantes vinculados a la profesión te haces hoy?

-En este momento, desde el punto de vista profesional, me pregunto por qué y para qué soy actor, si es para alimentar aspectos que tienen que ver con la afirmación de mi persona, de mi identidad, de haber encontrado una manera de que me presten atención… A veces creo que soy actor para que me miren, eso que uno quería que ocurriera con la mamá, cuando le decía '¡prestáme atención, mamá, no te distraigas, acá estoy, mirá cómo hago las cosas!'. Me parece que en mi caso se extiende a haber desarrollado una profesión que hace que cuando estoy parado arriba de un escenario, o frente a una cámara, la gente está obligada a prestarme atención. Tal vez estoy demandando ese interés que desde la infancia todos procuramos tener, y probablemente haya algunas lagunas en mi propia historia que estoy tratando de curar. Después le damos un nombre, un marco vinculado con la teoría del arte, pero si me pregunto ahora para qué y por qué soy actor, en realidad me planteo qué me falta desarrollar como persona para estar en paz y encontrar la felicidad plena, para estar menos angustiado y más en armonía conmigo mismo, y eso justamente me lleva a ver qué proyecto quiero hacer.

Una vida arriba del escenario

Boy se encuentra elaborando un proyecto teatral unipersonal, donde hablará de él mismo y su trayecto. Para ello, trabaja con la locutora, dramaturga y directora Shumi Gauto. “Ella es una investigadora sobre la creatividad. Hicimos sesiones en las que yo le cuento y muestro cosas de mi vida, entonces ella toma notas, hace videos, graba, y baja al papel lo que va apareciendo. Es un experimento de búsqueda y profundización”, adelantó Olmi.  

Experimentación detrás de cámara

A fines de la década de 1980, Boy dirigió los videos The Man of the Week y El Círculo Xenético, junto a Luis María Hermida. Acerca de dichos proyectos audiovisuales, recordó: “Tuve la suerte de que esos videos experimentales generaron premios y reconocimientos que, después, me valieron otros trabajos que me abrieron puertas para hacer documentales y trabajar como director, tienen que ver con mi formación. Tengo mucho amor por esos filmes, pero, además, lo tengo por los cortometrajes que hacía de niño con mi papá y mi hermana, y también lo tengo por los otros proyectos que hice o que estoy por encarar ahora. Es la continuidad de ese niño que tiene un montón de preguntas y se va haciendo adulto”.

Su compromiso con el medio ambiente

En el transcurso de su camino profesional, Boy participó de proyectos vinculados con esta temática, por ejemplo, dirigió el largometraje documental Jane & Payne -sobre el encuentro en la Patagonia de dos figuras de la conservación ambiental- y condujo el ciclo de cine documental La Tierra habla -con una narrativa de denuncia, reclamo y reflexión-.

“Yo soy Naturaleza, como es Naturaleza todo lo que está sobre la Tierra. Por lo tanto, tengo una especie de amor por todo lo que me rodea y me llama la atención, como cuando miro el cielo, estoy debajo de un árbol, o camino por la ciudad y veo montones de personas. En los últimos 20 años ha aumentado la emergencia que envuelve a todos los humanos en relación con lo que está vivo en la Tierra. La evidencia de esto está en el ámbito social y en el ámbito ambiental. En lo social, por una insoportable, injusta, e intolerable diferencia entre los que tienen mucho y los que no tienen nada, que son la mayoría; en lo ambiental, con respecto al daño que le estamos haciendo a la casa que habitamos”, planteó.

Y, a continuación, agregó: “Esa conciencia que se ha puesto más intensa, porque se ha agravado el problema, me llevó a usar las herramientas que tengo como comunicador, ya sea delante o detrás de una cámara. Es la expansión de esa conciencia que tenemos que compartir entre todos para atenuar los efectos dolorosos. Creo que algún día nos vamos a dar cuenta que hay que cambiar y vivir en un sistema donde achiquemos la dosis de egoísmo, de ambición y de codicia que está en el humano, igual que de violencia, y le demos lugar a algo mucho más amoroso y solidario que nos permita reconocernos como parte de una sola cosa viva. Lo siento como una responsabilidad”.