Laura Conforte y Martín Ruiz dan cátedra musical en "Chorus Line"

Los artistas protagonizan la versión argentina del exitoso espectáculo de Broadway que se presenta de miércoles a domingos en el Teatro Maipo. Hablan sobre el valor de integrar la puesta escénica, sus primeras audiciones y el lugar del género musical en Argentina.

En el escenario del Teatro Maipo se vive una intensa audición en la que un selecto grupo de artistas exhibe sus aptitudes en actuación, danza y canto, con el objetivo de ser elegidos en la línea de coro de un destacado musical. Para conseguirlo, los postulantes no solo deben superar las exigencias del director del espectáculo, sino también, vencer sus barreras personales.

La sincronización absoluta de cada movimiento es una de las acciones que cumplen a raja tabla los presentes en escena; sin embargo, cada uno de ellos, a su vez, manifiesta su identidad a través de sus gestos, pasos y voces, ya que cada uno llegó allí con una historia detrás. La sed de triunfo y la intensidad de las luces sobre las tablas se extienden a la platea, donde el público es cautivado por la magnitud del espectáculo Chorus Line.

La adaptación local del exitoso musical de Broadway cuenta con un elenco superlativo que incluye al director Zach, interpretado por Martín Ruiz, quien observa con precisión a los postulantes, entre quienes se encuentra Cassie, personificada por Laura Conforte. Una particularidad es que Zach y Cassie tuvieron una historia de amor años atrás y el encuentro genera confusiones, discusiones, sorpresas y recuerdos del pasado.

¿Qué valor personal encuentran en el espectáculo?

Laura Conforte: Hacer Chorus Line me está permitiendo reencontrarme con la bailarina y pega en mi historia íntima con mi mamá porque me llevó a ver la versión cinematográfica cuando era chica. Salí de la sala profundamente conmovida y con la certeza de que eso que acababa de ver era lo que yo quería para mi vida. Mi gran desafío es bailar como lo estoy haciendo porque ya soy una chica grande y hace muchos años que no lo hago en este nivel de exigencia y de técnica. Mi formación original es como bailarina; desde muy chiquita y durante mucho tiempo fue casi que mi único anhelo, después vino la actuación, el canto y lo demás.

Martín Ruiz: Me pareció fascinante que mi personaje pueda estar en la platea, donde tiene su mesa de trabajo, toma sus notas y evalúa a los audicionantes que están sobre el escenario. Es un rol en el que hay que correrse del ego del actor, de que lo miren, porque, en este caso, es más de escucha, ya que su voz está omnipresente durante toda la obra, aunque, obviamente, también tiene sus momentos sobre el escenario donde interactúa con los postulantes. El desafío es transitar ambos espacios, estar presente y conectado con mis compañeros, a pesar de la distancia que existe entre el escenario y donde estoy sentado.

Chorus Line integra el podio de los espectáculos más vistos esta temporada, ¿cómo viven este éxito?

L.C.: Se vive con una felicidad, sorpresa y gratitud inmensa. En los tiempos que corren estar tan bien posicionados desde que largamos es una bendición. Para nosotros, los artistas, es una obra que cuenta nuestra historia y es un reflejo directo, pero, a su vez, es algo inherente a cualquier persona que está en búsqueda de trabajo.

M.R.: La gente ha abrazado el espectáculo y eso lo agradecemos, porque hoy es muy complicado poder producir y, si el público no lo elige, es un riesgo. Ver la sala llena todos los días es un placer y una gran alegría. Más allá de que el título es un clásico, me parece que lo atractivo del espectáculo es que cada persona puede verse reflejada en esa línea de coro. La obra habla de enfrentarse a las inseguridades, al ser o no elegido, ser evaluado; permite transitar por todas las emociones, por eso la gente ríe a carcajadas y también se emociona mucho.

La sala del Maipo cuenta con público de todas las edades...

M.R.: Sí, porque están los espectadores que conocen a los actores de sus redes sociales, están quienes siguen a los artistas en los trabajos que hacen, la gente que vio la película hace unos cuantos años y quienes recuerdan la última versión argentina en la década del 80. El espectáculo abarca un público muy grande, en el que hay hijos que llevan a sus padres y a la inversa.

El género ya se ha instalado en Buenos Aires...

L.C.: Sí, si bien en este momento no hay tantos musicales, Buenos Aires se ha convertido en una plaza de muchas propuestas de todo tipo de teatro y el musical está creciendo muchísimo. Hay espectáculos que vienen de Broadway y también hay mucha producción nacional con autores jóvenes que les está yendo muy bien. Se está abriendo y agrandando mucho el público porque antes era más selecto, ya que era el 'público que iba a ver musicales'.

¿Cómo fueron sus primeras audiciones?

M.R.: Tuve varias instancias. Yo soy de Mar del Plata, audicioné y me gané una beca para un congreso de musicales en Buenos Aires. Luego, asistí a lo que sería una primera audición de teatro con el espectáculo Aquí no podemos hacerlo de Pepe Cibrián. En ese momento, yo tenía 24 años, venia formándome y proyectando mucho mi deseo, haciendo todo lo posible para que sucediera y lo di todo. De hecho, en esa semana de audiciones decidí mudarme a Buenos Aires, renuncié a mi trabajo, dejé mi departamento, fue un proceso fuerte e intenso.

L.C.: La primera de mi vida fue para una versión de El violinista en el tejado que, finalmente, no se hizo y, si bien me habían elegido, no me podían contratar porque tenía menos de 18 años y había que hacer muchos trámites. Después, de la mano de Ricky Pashkus hice La Cassano en el Maipo, pero no audicioné porque ya era alumna de Ricky y reemplacé a una bailarina que se había lesionado. Ya en 1996 tuve mi primera audición para Hello, Dolly!, donde fui con un número abrochado en la malla.

¿Qué herramientas los llevaron al lugar profesional donde se encuentran actualmente?

M.R.: Una de las cosas más importantes es la pasión y, otra, es el profesionalismo. Obviamente, cada uno sabe cuáles son sus puntos más fuertes y cuáles los más débiles. Siempre trato de entrenar y tomar nuevas técnicas. Soy perfeccionista y, para mí, más allá de un trabajo, esto es una vocación que tiene que ver con el amor y la entrega al público.

L.C.: Muchas. Por un lado, formarme, he estudiado mucho danza, canto y teatro, diferentes técnicas con diferentes maestros. Hoy en día, sigo tomando clases, no soy tan metódica como a los 20 pero lo sigo haciendo porque me encanta y es la manera de mantenerse entrenado y formado. Por otro lado, está el factor suerte de estar en el momento indicado, para que te vea el ojo indicado, para que seas vos el elegido y no tantos otros talentosos que están parados alrededor tuyo.

Brillo sobre las tablas

Chorus Line cuenta con la dirección de Ricky Pashkus y la producción general de Javier Faroni. Ruiz y Conforte comparten elenco con Sofía Pachano, Gustavo Wons, Jessica Abouchian y Mariu Fernández, entre otros artistas. Se presenta miércoles, jueves y viernes a las 21, sábados a las 20 y 22.15, y domingos a las 20.30 en el Teatro Maipo, ubicado en Esmeralda 443, Capital Federal.

Crédito Fotos: Silvana Galdi (Instagram: @Silvygaldi).