Alto en el cielo

El lanzamiento exitoso del Arsat-1, un símbolo de una nueva etapa para el desarrollo científico y tecnológico nacional.

El jueves 16 de octubre a las 18.44 de Argentina, se empezó a escribir una nueva historia para el ámbito de la ciencia y la tecnología nacional. Esa tarde, desde la Guayana francesa, junto con el Arsat-1, viajaron también el orgullo y la satisfacción de cientos de miles de argentinos que, en ese acto, vieron ratificado que el capital humano y técnico de nuestro país puede marcar la diferencia. 

Más allá de que otros tantos hayan intentado quitarle el mérito al lanzamiento del primer satélite de telecomunicaciones producido a nivel nacional, la imagen de los profesionales que participaron del ambicioso proyecto mostrando la bandera argentina y envueltos en la emoción de ver materializado el trabajo de largos años, es ineludible. Y, también, una muestra de una política estatal que ya logró que más de mil científicos que, al calor de la crisis de 2001 y luego de años de desinversión, sintieron que aquí ya no había lugar para ellos, fueran retornando de a poco a investigar y trabajar en su país.

El lanzamiento exitoso de este satélite, que promete mejorar la prestación y el acceso a servicios de televisión, Internet y telefonía y la transmisión de datos en todo el territorio nacional, incluyendo la Antártida y las Islas Malvinas, además de beneficiar a países limítrofes como Chile, Paraguay e Uruguay, es mérito del trabajo incansable de los 600 trabajadores que invirtieron un millón de horas para lograrlo. Pero, también, es el síntoma de una nueva época en la que el desarrollo no se concibe sin el fomento al trabajo científico-tecnológico. 

Esto no se agota ni se termina con este satélite. Su sucesor, el Arsat-2, que tendría servicios similares pero con cobertura para toda Sudamérica, se lanzaría el próximo julio. Y ya se proyectan el Arsat-3 y el Arsat-4. Quienes trabajaron para el lanzamiento de hace apenas unos días hablaban de un sueño hecho realidad; contaban que, hace algunos años, no imaginaban ver al Arsat-1 elevándose hacia el espacio. Ojalá, muchos otros sueños como el de ellos puedan concretarse en esta Argentina que, en lugar de echar a sus mentes brillantes, les propone quedarse y los invita a hacer historia. 

LA OPINIÓN DE LOS EXPERTOS
Un nuevo paradigma cultural de las telecomunicaciones*
El lanzamiento exitoso del Arsat-1 es, de por sí, transcendente y cobra una profunda relevancia tanto a nivel técnico- científico, como en el papel del Estado para garantizar el acceso igualitario a los servicios de información y comunicación en todo el territorio nacional.

Este hecho no es fruto del azar, ni de ningún “viento de cola”; es la concreción de políticas públicas estratégicas que definen el derecho de todos los ciudadanos de acceder a las tecnologías de información y comunicación, de valoración de la tecnología nacional y de sus trabajadores y de toma de conciencia de la necesidad de tener soberanía tanto tecnológica como en la prestación de los servicios de telecomunicaciones.

La creación en el 2006 de la empresa Arsat S.A por parte del entonces presidente Néstor Kirchner y la elaboración y puesta en marcha del plan espacial nacional con la decisión estratégica de diseño y producción de satélites nacionales, cambia radicalmente los conceptos establecidos del sector de las telecomunicaciones, altamente privatizado y sin conciencia social.

El éxito del lanzamiento del Arsat-1 y su actual operación hacia su órbita geoestacionaria final pone en valor el trabajo de cada uno de los más de 600 ingenieros y técnicos argentinos que participaron de este proyecto a lo largo de siete años. Pero, sobre todas las cosas, pone en valor a cada argentino, como parte de este proyecto de soberanía tecnológica, con conciencia de que soberanía tecnológica es sinónimo de soberanía de la política pública en materia de servicios y de igualdad de derechos a su acceso. 

*Por Emmanuel Jaffrot, doctor en Telecomunicaciones, secretario Técnico y Académico del plan nacional Argentina Conectada del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios. 

Las tres dimensiones del Arsat-1*
La puesta en órbita del satélite argentino de telecomunicaciones Arsat-1 presenta múltiples sentidos. Desde una perspectiva tecnológica, se trata de un artefacto diseñado por la empresa INVAP. Esto significa que una empresa nacional es la dueña de esta tecnología y que, por lo tanto, el país tiene el control de los futuros diseños mejorados y del porcentaje de componentes nacionales que se podrán ir incorporando. Mirando hacia el futuro, esta es la condición de posibilidad que proyecta a la Argentina como actor regional protagónico en el campo de las telecomunicaciones.

Desde una perspectiva política, el Arsat-1 demuestra la importancia de contar con un Estado con capacidades de formulación y desarrollo exitoso de políticas públicas. Una decisión ambiciosa que la gestión de Néstor Kirchner maduró, entre 2004 y 2006, en un escenario económico de enorme fragilidad heredado de la crisis de 2001. Ocho años más tarde, alcanza su meta mostrando una trayectoria de aprendizaje y fortalecimiento de instituciones públicas y empresas. 

Finalmente, es, también, un logro económico porque demuestra que existen en el país capacidades de gestión de tecnologías complejas –las de mayor valor agregado–, que pueden ser aprendidas y reproducidas en otras áreas de la economía. Incluso, la participación de más de cien empresas e instituciones públicas de investigación y desarrollo supone la construcción de componentes culturales empresariales que promueven la formación de redes de interacción y circulación de know-how que van a tener un efecto multiplicador sobre otros sectores de la economía. 

Tecnología, política y economía son las tres dimensiones que hacen que el Arsat-1 signifique una bisagra en la historia argentina.

*Por Diego Hurtado, doctor en Física, profesor universitario y miembro del directorio de la Autoridad Regulatoria Nuclear.