Dos atletas matanceros se preparan para escalar el Aconcagua a beneficio de dos ONG

Daniel Beneyt y Alejandro Sganga, vecinos de Ramos Mejía, realizarán una travesía hacia la cima de América para visibilizar dos ONG de ayuda a personas con bajos recursos.

Hace ya más de un año que dos vecinos de Ramos Mejía se preparan para llegar nada menos que a la cima de la montaña más alta de América: el Aconcagua. Se trata de un proyecto deportivo solidario que consiste en alcanzar el pico ubicado en la provincia de Mendoza, que ronda los 7.000 metros de altura. El objetivo es visibilizar dos ONG que destinan su ayuda a personas con bajos recursos.

Daniel Beneyt, un vecino de 47 años, y Alejandro Sganga, profesor de Educación Física, idearon este desafío muchos meses atrás. “Estamos convencidos de que cada proyecto humanitario está abordado de manera maravillosa. Trabajamos con las fundaciones INMULA y Akamasoa Argentina, y nos encontramos en pleno entrenamiento para la adaptación física y mental que requiere esta actividad”, señaló Beneyt a El1.

De acuerdo con Beneyt, la elecciónde estas asociaciones tiene como trasfondo la importancia de la inserción laboral de gente en situación vulnerable, en el caso de INMULA, y de una ideología “más amplia” para Akamasoa. En este sentido, la ONG trabaja en el país bajo el modelo de lucha contra la pobreza que el sacerdote argentino Pedro Opeka llevó a cabo en Madagascar, donde “logró sacar de la pobreza extrema a 50 millones de personas hace 50 años”.

“Desde nuestra humilde posición, lo que buscamos es visibilizar ambas ONG y participar de las acciones propias de cada una. Hacemos un trabajo conjunto para fortalecer a cada organización y que cada una logre su objetivo”, definió el vecino matancero.

Desafío Aconcagua: entrenamiento y detalles del viaje de los matanceros

Sganga comentó que “el gran objetivo” de la travesía será “hacer cima”. Esto requiere un “arduo y específico” entrenamiento. “Al vivir en Ramos Mejía, no podemos trabajar tanto la altura o el déficit de oxígeno. Estamos en un terreno llano, pero necesitamos un entrenamiento adaptable. Por eso usamos los puentes, por ejemplo. Requerimos repeticiones altas y recorrer kilómetros para abordar y contrarrestar la falta de oxígeno que vamos a padecer”, explicó.

La expedición comenzará el 26 de diciembre, será de 18 a 20 días y contará con varias paradas para asegurar la salud del grupo que lo emprenderá. Por ejemplo, contarán con períodos de aclimatación “más intensos de lo normal”, descansarán en campamentos preparados y equipados, y se moverán en base a la aclimatación del lugar y el equipo.

“La verdadera cumbre está cuando llegás a casa y te abrazás con tu familia”, manifestó Daniel, quien ya realizó viajes de este estilo en los que superó la barrera de los 4.000 metros de altura. Para Alejandro, será la primera excursión en la cual superará esa altura. Por eso, cree que, además de la confianza, “lo más importante es el entrenamiento”.

“Lo más difícil es saber si lo vamos a lograr. Nuestra cabeza dice que sí, pero, al no haberlo experimentado, el cuerpo lo hace difícil. La confianza es buena, pero el exceso de ella hace que uno no esté preparado. La motivación no es tan compañera cuando es desmedida y el cuerpo no acompaña en un proceso que nunca transitó”, explicó Sganga.

Como la idea principal de esta travesía es la ayuda a las organizaciones sin fines de lucro, ambos recordaron que lo esencial es “el apoyo de todos”: particulares, grandes empresas y PyMES están invitados a colaborar. Por eso, compartieron el link de su página web y su Instagram (@desafio_aconcagua2024), con acceso directo a las páginas de INMULA y Akamasoa Argentina.