Fabio Santana, héroe de Malvinas: “Todos los días me levanto pensando cómo puedo malvinizar”

Nacido en Ciudad Madero, el veterano de guerra y cantante destacó que las Islas son su "fuente constante de inspiración".

Por Agustin Pacheco*

Fabio Santana nació a mediados de los años ´60s en Ciudad Madero (por entonces Villa Madero), partido de La Matanza, y es un reconocido cantante y artista musical veterano de la Guerra de las Islas Malvinas. Entrevistado por Agustin Pacheco y Tomas Jimenez para la emisión número 13 (Especial 9 de Julio) del programa de streaming Quizás Llegamos Tarde, repasó su experiencia en las Islas y subrayó su propósito de malvinización.

- Hacía rato que queríamos hacer una charla de este tipo, así que nos pone muy contento que hayas venido...

Bueno, la verdad es un honor, porque a la palabra Malvinizar seguramente la van a escuchar bastante en este tiempo que nos toca conocernos y, bueno, obviamente, laburo todos los días para eso.

Mi fuente constante de inspiración es poder dejar encendida la llama de Malvinas en el corazón de los argentinos y más aun en gente del perfil de ustedes, jóvenes que por ahí no tienen mucha data. Humildemente, les voy a dar la data de primera mano porque tuve 64 días en las Islas, así que preparado para contestarles lo que me quieran preguntar.

- ¿Malvinas está presente todos los días?

Todos los días, sí. Fuimos 14.800 a Malvinas y cada uno tiene su historia. A veces, está un poco contaminado con la política y, bueno, hay un montón de situaciones. Pero particularmente, sí, me levanto todos los días pensando de qué manera puedo malvinizar porque creo que estoy aportando algo para todos, para los chicos, para los jóvenes.

Malvinas es una historia muy rica, dura, porque una guerra es dura. Pero también tiene cosas, por lo menos desde mi vista, interesantes y que realmente me cambiaron la vida.

- ¿Cómo fue el vínculo entre ustedes después de la Guerra?

Después de volver y de que se cerrara el grifo de Malvinas, nadie hablaba de nada o era un tema tabú. Nosotros, obviamente, no sabíamos cómo era volver de una guerra, no teníamos idea. De hecho, nadie en la Argentina: la última guerra había sido en 1860 y pico, la de La Triple Alianza, y también eran autodidactas.

Primero, poner en claro algo: nosotros no fuimos a Malvinas con una mochila muy grande. La verdad es que todo el pueblo salió a la calle a decir che, vayan. Y voy a decir algo terrible, pero era así: Maten a todos los ingleses, recuperen Malvinas. Esa era la mochila que teníamos.

No lo hacían de mala gente porque no es un país guerrero, el argentino. Pero sí que era una injusticia, y sigue siendo, que ellos tengan lo nuestro porque son más poderosos. Entonces salimos con esa convicción y, bueno, con esa fuerza que casi toda la gente, al margen de un gobierno de facto, de tres tipos que entre gallos y medianoche decidieron que fuéramos a luchar contra el ejército más grande del mundo con un escarbadiente.

Al margen de todo eso, la gente nos trató como pudo. Al no haber difusión de la guerra cuando volvimos, que la guerra ha tenido cosas positivas, por lo menos en mi caso, la gente no quería herirnos ni comprometerse, y ahí entraba la política. Para los militares, no éramos militares, porque éramos colimbas; de hecho, no nos dieron cobertura psicológica, ni psiquiátrica, ni médica. O sea, la verdad, nos dejaron tirados y nosotros así nos sentimos.

Entonces, era difícil hablar con un veterano y la gente, a medida que iba pasando el tiempo, no te decía nada, ni te hablaba, y vos también te acostumbrabas a eso: no hablaba con mi familia, ya me había casado, me casé muy joven, tuve a mi hija muy joven y el otro día, por ejemplo, hablábamos y nunca fui a una charla del colegio de mi hija, ni primaria ni secundaria... y ahora me la paso dando charlas en todas las escuelas, así que esto es dinámico. Todo va cambiando, la vida te va llevando a ciertas situaciones. Pero repito: primero, me motiva mucho hablar de Malvinas como un acto heroico y, después, que juré mi Bandera, defenderla hasta morir, y eso es lo que hicimos allá.

- ¿Quién te esperaba acá y cuánto te aferraste a la presencia de ellos acá?

Me esperaban mis viejos, mis hermanos, mi familia. Allá se sufría mucho eso, el combo del frío, el hambre, la incertidumbre de que no sabés si te morís ahora, dentro de un rato. Y el recuerdo de tus viejos y de tu familia es explosivo, es tremendo, y del miedo, porque no te lo voy a negar, que tenías miedo, que no es lo mismo que ser cobarde.

Teníamos miedo, pero había que ir al frente y tenías que salvar a tu amigo y tu amigo te salvaba a vos. Entonces era súper complicado. Pero me esperaba una familia maravillosa, amorosa, que respetó mi silencio, y hubo muchos pibes a los que lamentablemente no les pasó eso. Y hubo más muertes y más suicidios en la posguerra que los que murieron en la guerra.

Eso sí es muy doloroso porque ni el Estado estuvo presente. Al contrario: estuvo, totalmente ausente durante esos 15 años. Ni la sociedad que no sabía cómo tratarnos, nos dejaron a libre albedrío de decir qué queríamos hacer o qué podíamos hacer con la vida. Así que, bueno, yo tuve mucha suerte y otros, lamentablemente, no.

- ¿Cuál era tu tarea o función en el campo?

Hice la colimba o conscripción en el año 1981 en la compañía de ingenieros Mecanizada 10 en Pablo Podestá, partido de Tres de Febrero. Es un grupo de ingenieros, colocábamos los campos minados y hacíamos los puentes para el paso. Básicamente, en mi compañía, colocaba los campos minados para obstruir el paso del enemigo.

- ¿Sentís que es un poco de justicia que hoy, después de tanto maltrato, haya una generación que tiene ganas de escuchar tu verdad?

Siempre digo que a Malvinas hay que dividirla en cuatro décadas.

La primera década, ostracismo total: se cerró el grifo, eras un perdedor, no hables de Malvinas porque no habla nadie. A los 20 años empezamos a tener un cierto reconocimiento, ya por ahí se crearon los centros de veteranos y nos uníamos un poco más.

A los 30 años, particularmente, fue un despegue porque con la gente ya había un ida y vuelta. Era la pregunta, era la respuesta, no estaba contaminado tanto por la política. Empezamos a tener una reivindicación monetaria. Es feo decirlo, pero es lo que pasó. En el año 2004 tuvimos tres pensiones mínimas que gracias a Dios nos ayudaron mucho para bancar a la familia y demás.

Y a los 40 años les puedo decir que es una gran historia de amor: amor a la Patria, al prójimo, a la soberanía, y ese cariño inmenso que dan los chicos y los jóvenes. Y esa canción hermosa de los pibes de Malvinas, que jamás olvidaré, nos pusieron al lado de Diego y de Leo. Así que hoy estamos pasando un buen momento de ese ida y vuelta hermoso que siempre soñamos con tener.

- ¿Qué enseñanzas le podrías dar, hoy, a ese chico que recibió la cédula y tenía que ir a una guerra? ¿Qué le dirías para enseñarle o prepararlo?

La enseñanza que me dejó es que somos Argentina, somos argentinos y tenemos un plus. Claro, esto lo escucha un uruguayo y dice arrogante de m. ¿no? Pero lo sentí así. Le hicimos un daño terrible al ejército más grande del mundo peleando con armas que a veces no funcionaban, con bombas que no explotaron.

Después de la Guerra de Malvinas, se terminaron las guerras cuerpo a cuerpo y empezaron las guerras misilísticas. Irán y Afganistán y toda esa onda, porque ellos se dieron cuenta de que habíamos hecho mucho daño peleando como podíamos, con lo que teníamos. Lo que me queda es eso: que si el argentino se une, me parece que es invencible.

- ¿Qué le dirías a un chico?

Que la convicción de luchar por lo que uno ama no tiene límites. Luchar, estudiar, ser buena persona, tratar de juntarse con otros para luchar por lo que uno siente como el mejor país del mundo, con la mejor gente del mundo.

No ir a una guerra. Porque en las guerras los padres llevan a los chicos al cementerio y no tendría que ser así. Pero sí tener convicción. Tener convicción y luchar y ser buena gente, ser empático y entender que el de al lado te puede salvar la vida. Y siempre por el camino del bien. Porque el camino del del mal termina mal.

*Estudiante de la Tecnicatura en Producción de Contenidos para la Comunicación