Es bombero desde adolescente: “Ya siento al cuartel como mi casa”

Jonathan Uriel Valdez es un joven de Ramos Mejía que a los 16 años comenzó a ejercer como cadete de bombero, mientras cursaba la escuela secundaria. Ahora, con tan solo 19 año, ya se recibió de Bombero Voluntario. "Quisiera que los gobiernos se preocupen un poco más por los bomberos voluntarios", comenta.

Por Ángeles Herrera, estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social

Ahora de 19 años, Jonathan Uriel Valdez fue criado en un cuartel: sus padres llevan más de 20 años de servicio como bomberos e, incluso, su mamá transitó su embarazo con el uniforme, acompañada por los padrinos del joven y de sus hermanos, que tienen la misma profesión. “Jony”, como le dicen sus amigos, trabajó a voluntad en el Cuartel Central de Ramos Mejía, así como en el destacamento de Isidro Casanova y, por último, en el de la Villa 31 del barrio porteño de Retiro. Además, se proyecta a futuro como parte de los Bomberos de la Ciudad, ya que tienen un sueldo y, así, podría vivir de lo que más lo apasiona.

¿Qué fue lo más terrible que viviste?
Lo más terrible fue el incendio de un edificio en la avenida San Martín, en Ramos Mejía, donde hubo un cortocircuito y una pérdida de gas preexistente. Ocurrió a tres cuadras de mi casa, cuando todavía era aspirante. Ese día salí corriendo para allá y había un hombre en el primer piso que se quería tirar, gritaba que quería ver a la hija y la esposa; el equipo lo bajó, extinguió el fuego, evacuó a la gente que estaba en los balcones y en la parte de escalera vi tres cuerpos apilados, un hombre, una mujer y una nena, a quienes buscaba el señor. En el momento no me afectó mucho por la costumbre, pero mientras esperábamos a la Policía Científica me largué a llorar porque empecé a pensar en mi hermanita. Lamentablemente, estas cosas pasan, pero también son las que te motivan a seguir.

Si tuvieras la posibilidad de pedirle algo al Gobierno en nombre de los bomberos, ¿qué sería?
Que se preocupen un poco más por los bomberos voluntarios, porque no todos los cuarteles están en condiciones; si bien hay muchos como el de Morón que tiene un convenio y recibe dinero del bingo, la mayoría se mantiene con donaciones y el subsidio estatal que, si bien es plata, en un cuartel de bomberos todo es gasto. Si dejamos de trabajar hasta que nos den bola, ¿qué va a pasar con toda la gente a la que se le prende fuego la casa, que se accidenta, o hasta la gente que quiere bajar al gatito del árbol? Nosotros seguimos haciendo lo que lo que amamos con lo poco que tenemos.

¿Considerás que el coronavirus modificó tu trabajo en algún sentido?

Sí, bastante: no podemos asistir al cuartel cuando queremos, ciertos días va un grupo, ciertos días va otro, y se nos suma, también, el ir a buscar cuerpos de personas fallecidas por coronavirus y hacer desinfecciones en lugares y en nuestros uniformes cuando termina cada intervención. Todos los equipos quedan mojados y, después, hay que salir así, con este frío.

¿Cómo describirías el día a día de un bombero?
Como difícil, porque hay muchas cosas que vos traés del cuartel a casa, como las caras de las víctimas. Aparte del tiempo que le dedicás, a veces, tenés cumpleaños, cenas familiares, juntadas con amigos y te lo tenés que perder por los días de guardia. En esas ocasiones me quedé con ganas de disfrutar, igual no la pasaba mal en el cuartel, o sea, me iba y era tristeza hasta que llegaba, y era otro mundo.

¿Qué considerás que se necesita para ser bombero?
Voluntad, vocación y amor al otro, porque esto no es nada fácil: si vos no querés que peligre tu vida, entonces no es lo tuyo. Si bien nosotros tenemos nuestros cuidados personales y estamos capacitados, no dejamos de poner en riesgo nuestra integridad.

¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?

Tener la conciencia tranquila: te ponés a pensar que alguien está vivo por vos y te hace sentir muy bien. Otra cosa linda es cuando los nenes te admiran, la gente que te aplaude... esos pequeños gestos son un mimo al alma. Hace un tiempo pasó que estaba caminando con mi vieja, que tenía puesta la remera de bomberos, y un nene le pidió una foto: los ojos me lagrimeaban, no solo porque es mi vieja, sino porque se me llenó el corazón de orgullo por lo que hacemos y por elegir lo que ella amó toda la vida.

¿En qué pensás cuando vas camino a un incidente?

En qué te vas a encontrar, cómo te vas a desempeñar, cómo se van a repartir las tareas. Aparte, se va disfrutando de ir con la sirena, que es un botón que cuando lo apretás eleva el sonido, a veces vas pensando en cualquier cosa y te olvidas de que tenés el dedo puesto ahí y la podés llegar a quemar.

Al cierre de la entrevista, “Jony” aconsejó que quien esté pensando en ser bombero se acerque a un cuartel y se saque todas las dudas, porque hay que estar bien seguro de una decisión así. “Si bien esto es algo hermoso, te saca más que darte”, aseguró en relación al tiempo de dedicación que requiere y al dinero que no brinda.