El Observatorio Social de la UNLaM capacitó a promotoras de Salud barriales

Durante dos meses, brindó asesoramiento para realizar tareas de prevención contra el COVID-19. Las referentes también aportaron sus experiencias sobre la situación local ante la pandemia. “Sí tomás bien las medidas de seguridad podés seguir sirviendo a tu barrio”, postularon.

Desde que comenzó la cuarentena, el 20 de marzo, la mayoría de la población del AMBA se mantiene a resguardo en sus casas para evitar el contagio del COVID-19. Pero hay cientos de mujeres que todos los días salen a la calle para cumplir con la tarea imprescindible de cuidar a sus vecinos. Se trata de referentes barriales, encargadas de comedores comunitarios y militantes que se desempeñan como promotoras de salud en los barrios más vulnerables.

Su labor solidaria requiere compromiso, responsabilidad y conocimientos sólidos para desarrollar la campaña de prevención que establece el programa nacional El barrio cuida al barrio, por lo que las promotoras organizadas en el Movimiento Evita fueron capacitadas por el Observatorio Social dependiente de la Secretaría de Medios y Comunicación de la Universidad Nacional de La Matanza.

En una serie de encuentros que se realizaron por videoconferencia, entre los meses de mayo y junio, 200 referentes barriales recibieron asesoramiento del equipo de investigadores del Observatorio para atender postas de salud que funcionan todos los días en los barrios de La Matanza. Allí, además de entregar material informativo, se esteriliza con alcohol, se toma la temperatura y se desinfectan las viviendas mediante el uso de mochilas antisépticas. Pero, también, se da atención a otras necesidades derivadas de la cuarentena.

Los talleres de formación hicieron foco en explicar qué es el coronavirus, cómo prevenir su contagio y cómo manejar los protocolos de seguridad ante la presencia de casos positivos. Además, de propiciar un espacio de intercambio donde se analizaron cuáles son los principios de la organización comunitaria y su intervención en los barrios, el rol de las promotoras y líderes sociales y los recursos disponibles para tratar situaciones de violencia de género, violencia hacia los niños, y diversos abusos y vulneraciones de derechos.

Más que capacitaciones, fueron verdaderos intercambios dialécticos donde investigadores y militantes se retroalimentaron de los saberes y las experiencias que dejan las labores comunitarias. Así lo evaluó la profesora Susana Liñeiro, quien estuvo a cargo del taller: “Se creó un vínculo, nos mandan fotos y nos consultan, porque repasamos todos los mecanismos de protección, la importancia de la prevención, el proceso de salud/enfermedad y la salud comunitaria. Fue muy interesante, tienen mucha experiencia en lo comunitario y es bueno rescatarla. La realidad interpela y es tan compleja que la demanda es cotidiana y, justamente, en los barrios, a las primeras organizaciones que acceden son la escuela y el comedor. Los comedores están todos los días y ellas, ahí, resuelven un montón de cuestiones por fuera del programa Barrios, que está buenísimo. Por eso, por ejemplo, tratamos muchos temas como la violencia de género y las enfermedades contagiosas, al margen al coronavirus”.

“El programa (Barrios) bajó con tanta urgencia que, en la primera etapa, ellas salían al campo, a las postas de salud, repartiendo alcohol, barbijo y dando información de prevención al vecino, además de seguimiento, pero necesitaban capacitación porque no daban abasto. Y estuvo bueno el intercambio porque, después, las chicas nos contaban que lo que les mostramos les sirvió y lo pusieron en práctica en la posta”, resaltó Liñeiro sobre los saberes teóricos aportados por el Observatorio Social de la UNLaM.

Un virus que pone sobre el tapete la desigualdad social
Al frente de las promotoras de salud, en las postas de cada barrio, organizando la campaña de prevención y brindándoles contención, se encuentra Patricia “Colo” Cubría, diputada de la provincia de Buenos Aires y militante del Movimiento Evita. Acostumbrada desde los 18 años a trabajar como un “cuadro de conducción cuando hay tareas difíciles”, la pandemia la enfrentó a situaciones nunca vividas.

El hacinamiento, las enfermedades, la pobreza y la insuficiencia alimentaria en los barrios más vulnerables existían, pero el coronavirus los agravó. “Esto desnudó todas las desigualdades y las injusticias que veníamos acarreando. Ahora, nadie puede negar cuál es el nivel de pobreza, la situación de hambre que heredamos de la crisis anterior, la cantidad de trabajadores de la economía popular, lo que parecía casi una discusión filosófica entre los movimientos populares que decíamos un número y el Estado que, en su registro, tenía otro. La inscripción al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) nos dio la razón rotundamente por la cantidad de trabajadores que hay descubiertos de todo tipo de derechos”, analizó Cubría.

Pero, pese a la magnitud de la epidemia, las referentes demuestran su tesón matancero enfrentando situaciones complejas derivadas del aislamiento y los contagios: desde la provisión de alimentos, implementos de higiene, pañales y medicinas hasta cuidar los hogares de quienes deben ser aislados. En ese contexto, la capacitación extra es esencial. En ese sentido, Cubría valoró: “Estoy muy emocionada con el nivel de compromiso de las promotoras y el amor por su barrio y sus vecinos. Estoy inmensamente agradecida porque, en su momento, el Ministerio de Desarrollo social dio una sola capacitación general presencial, que, también, organizó la Universidad. Pero, luego, con la continuidad que nos dieron en la UNLaM, las compañeras profundizaron mucho más esos conocimientos, los pudieron llevar a la práctica y obtener herramientas para abordar situaciones en los barrios”.

“En estas circunstancias, aflora el compromiso, la solidaridad y el sacrificio, porque implica, también, manejar los miedos”, puntualizó la diputada, y explicó: “Fue todo un proceso al principio: saber que estás expuesta y que ese miedo no te paralice, que si tomás bien las medidas de seguridad podés seguir sirviendo a tu barrio. Son verdaderas heroínas, porque es muy angustiante estar ahí todos los días recibiendo las demandas que los vecinos, tal vez, no pueden canalizar por otro lado. Pero la frustración y la angustia que se generan las vamos sorteando colectivamente. Nos hace fuertes saber que somos muchas poniendo el cuerpo, que nos tenemos que cuidar entre todos y que estamos para bancarnos entre todos”.

A más de 100 días de cuarentena, mientras la mayoría de los habitantes del AMBA continúan resguardándose del contagio por COVID-19, cientos de promotoras de salud asesoradas por el Observatorio Social de la UNLaM salen de sus casas todas las mañanas con una idea firme: no abandonar. Porque, como postula Cubría, esta crisis tiene una contracara: “Nos pone oportunidades, en el buen sentido. Mirá qué importante fue generar estos talleres, que continúe un ejército de promotoras en todos los barrios, ir creciendo en esto y que las compañeras vayan teniendo cada vez más herramientas para cualificar su trabajo. Es buenísimo, yo estoy feliz con las capacitaciones”.