Los peligros de la obstrucción de contacto de hijos menores de un progenitor con el otro

La licenciada Diana Antunez, perito psicóloga del Juzgado de Familia N° 3, especialista en maltrato y abuso sexual infantil, alertó sobre las consecuencias en el desarrollo de los niños y en su impacto a futuro.

Por la licenciada Diana Antunez*

El proceso de obstaculización del vínculo materno o paterno filial es una situación de maltrato psicológico que puede convertirse en algo grave. Se va construyendo de forma gradual, sutil, y puede convertirse en un proceso de obstaculización moderada o grave que, eventualmente, provoca obstrucción total del vínculo afectivo del hijo con el progenitor no conviviente.

Puede observarse que estos procesos de obstrucción comienzan antes de la separación de la pareja, muchas veces en el proceso de desarrollo de apego entre el hijo y el progenitor, pero se ponen de manifiesto y se consolidan una vez que la pareja se ha separado. Para poder obstruir el vínculo, es necesario aislar al niño de la interacción con uno de los progenitores, lo cual crea una dependencia excluyente psicológica del menor con el progenitor que lo cuida, quien se convierte en la única fuente de interacción afectiva y segura.

La intención en la obstrucción es interferir el contacto del niño con otras visiones del mundo y, en consecuencia, se construye una única realidad, sin posibilidad de acceder a otras. En las maniobras observadas, vemos que hay conductas expresas que ponen de manifiesto la campaña de obstaculización y obstrucción del vínculo, junto con el aislamiento con el progenitor, aunque, muchas veces, no es el padre o la madre, sino la familia extensa, que puede estar al cuidado de los niños.

En un proceso de obstaculización más avanzado, el cuidador principal permite tanto expresiones injuriosas de los hijos contra el otro progenitor, o bien la elección o no de ir a las visitas, otorgándoles a los menores derechos y responsabilidades que no son propias de la edad. De esta manera, el niño tiene interceptado su deseo y autodeterminación, lo que caracteriza un maltrato psicológico donde no se pondera la limitación a la libertad del sujeto en construcción.

El niño termina internalizando todos estos conceptos y no quiere mantener una relación con el otro progenitor ni puede detectar recuerdos asociados a algo positivo, por lo que se suma, inconscientemente, a la difamación. El niño no deja de ser una víctima, porque se le socava su capacidad de autodeterminación y no conoce otra realidad más que la impuesta.

Todo esto produce que el hijo en cuestión no pueda concebir un vínculo sin condicionamiento, lo que afecta el entramado de relaciones vinculares a futuro, ya sea en las elecciones de pareja o en la relación con allegados. E, incluso, puede repetir estas historias con sus propias familias.

*Perito psicóloga del Juzgado de Familia N° 3, especialista en maltrato y abuso sexual infantil.