La alegría de Argentina campeón del mundo

El psicólogo Giancarlo Quadrizzi reflexionó en Radio Universidad sobre el significado de la alegría del pueblo tras haber ganado la Copa del Mundo en Qatar 2022.

Por Giancarlo Quadrizzi*

Qué difícil es ponerse a pensar, querer articular dos pensamientos, cuando nos desborda una alegría como esta. Ver estos festejos es fuerte, y uno tiene la clara sensación de que algo pasó, de que en este encuentro multitudinario, en cada esquina de cada lugar donde la gente se juntó, independientemente de si eran de River, de Boca o de distintas clases sociales, se sintió todo parte de lo mismo: se sintió esa alegría que desborda el cuerpo y nos conecta con otros cuerpos también desbordantes.

Había una necesidad de encuentro en nuestra sociedad. Y el encuentro produce alegría. La tristeza produce encuentro, pero, si hubiéramos perdido, ¿cómo hacíamos para conservar la alegría de ser subcampeones? Un encuentro de contención, en ese caso, se hubiese degradado y nos hubiese dejado tristes y solos en nuestras casas después de, tal vez, habernos abrazado un poco.

Creo que nada puede unirnos tanto como el fútbol. En nuestro país, el fútbol no es solo un deporte, sino que se transforma en la metáfora de un ideal social al que aspiramos. Este equipo en particular demostró tener un buen fútbol desde las bases, con esta cosa popular de la insistencia de jugadores de La Matanza, que superaron distintos obstáculos para estar ahí con casi una necesidad de sufrir hasta último minuto como algo identitario.

El fútbol como un símbolo nacional nos impulsa a reflexionar sobre el efecto amalgamador que tiene en las conciencias colectivas y populares. Los humanos tenemos la debilidad congénita de estar más preparados para el peligro que para la abundancia, la comodidad y el bienestar. Esto tiende a llevarnos a la tristeza, que ya no es tan natural, sino una acción social.

Este comportamiento fue impulsado, en un momento de la historia, por reyes y sacerdotes, porque tenían más posibilidad de dominar a un cuerpo triste, aislado, desconfiado, debilitado, que a un cuerpo alegre que se junta con otros y genera posibilidades. Jauretche decía: “Nada grande se puede hacer con la alegría. Saben muy bien que hay que tener a un pueblo triste para dominarlo, porque un pueblo alegre es muy difícil de dominar”.

Para algunos, la alegría es peligrosa. Nos permite encontrarnos con el otro, y eso genera uniones que están en contra de lo que está bien o establecido. Este encuentro se da desde devenires minoritarios populares, infantiles, irracionales, pero que dan lugar a un acontecimiento que no se sabe a dónde puede ir.

Personalmente, estos festejos generaron una gran alegría y esperanza por el porvenir con el que, quizás, hayamos descubierto que hay muchas más cosas que nos unen que aquellas que nos separan.

*Psicólogo