Abuso sexual infantil: una bomba que provoca un daño de difícil reparación

El doctor Gerardo Frega, presidente de la Cámara de Apelación y Garantías en lo penal Departamental, explicó en Radio Universidad cómo se tratan los casos de abuso infantil en los tribunales.

Quizás, en otro momento, este tipo de situaciones no llegaban a conocimiento de la sociedad. Cuando aparecen figuras de renombre como Jey Mammon, adquieren un carácter superlativo y, por eso, hoy estamos hablando de un chico que hoy ya no es un niño, pero que, en su momento, padeció algo que muchos chicos callan.

Para estos niños, la ruptura del silencio es un momento duro en el que deciden tomar cartas en el asunto. Según el concepto de Derechos Humanos con proliferación en tratados a nivel mundial, existe un derecho que le corresponde a cualquiera de estos niños, que es ser oído. Este derecho implica hacerlo en ámbitos saludables y no de cualquier manera, ya que se trata de un momento histórico muy fuerte para ellos, sobre todo si la denuncia está dirigida a alguien perteneciente al entorno familiar.  

Esta protección significó una gran pregunta para nosotros en la que cuestionamos cómo trabajar con ellos sin dañarlos, desde nuestro lugar en tribunales y sin revictimizarlos. A la hora de declarar, la idea es que se registre fílmicamente el relato del chico para que después no tenga que volver a declarar en el debate, aunque no siempre se logra.

También existen casos en los que las víctimas no denuncian el hecho en el momento, sino mucho tiempo después, y no podemos cargarlas de culpas por eso. Esto tiene que ver con todo un proceso de madurez: los chicos tienen una protección especial porque son sujetos en desarrollo y, por lo tanto, con capacidad restringida. El procedimiento de madurez y de reflexión a veces no se da nunca y otras veces, cuando adquieren la mayoría de edad.

Referido a este polémico caso, en un juicio a la verdad el acusado no será condenado por esta suerte de sobreseimiento obtenido, pero sí permitirá, a través del accionar de la Justicia, la prueba de los hechos y la invocación del derecho: demostrar si, efectivamente, este abuso sexual ocurrió o no. Lo que se busca es una declaración de verdad que, por lo menos, repare desde lo terapéutico.

De todos modos, cuando uno tiene una determinada edad, aunque el chico haya dado su consentimiento, ese consentimiento está viciado y, por lo tanto, siempre es abuso. Así haya una relación marital, de pareja o una supuesta provocación, esto no autoriza a una persona mayor a atentar contra la integridad sexual de un chico que se está formando.

El abuso sexual, en cualquier persona, es una bomba que provoca un daño de difícil reparación. A veces, me dicen que el Poder Judicial no le devolverá la situación que el sujeto tenía antes del abuso, lo cual es cierto, pero también hay mecanismos que, por lo menos, permiten acompañar el dolor, la angustia y el sufrimiento de la víctima.