Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos: esto deberían decir los envases

Desde la fundación Sociedad Argentina de Nutrición y Alimentos Reales (SANAR), destacaron que el proyecto propone que los consumidores se acerquen a los alimentos por su valor nutricional y no por el atractivo de los envases.

Luego de varias horas de debate, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó, cerca de la medianoche del martes, la ley de Etiquetado Frontal de Alimentos, que ya contaba con media sanción del Senado. La norma tiene por objetivo que se advierta, en los envoltorios de los alimentos, los excesos de componentes que pueden ser nocivos para la salud, como azúcares, sodio y grasas saturadas, entre otros. Al respecto, desde la red SANAR destacaron que se trata de promover una perspectiva de prevención de las enfermedades crónicas no transmisibles.

“La gente desconoce que lo light significa que hay nada más que una reducción del 25 por ciento del azúcar, de grasas o de sodio, lo que no significa que no siga estando por encima de las recomendaciones del consumo de nutrientes críticos”, indicó el licenciado en Nutrición Ignacio Porras, de la fundación SANAR, en comunicación con Radio Universidad.

“Que uno crea que lo que compra en una dietética es sano tiene que ver con las ideas que se bajan a la población y que son creadas por la industria alimentaria en verde", expresó. Además, el nutricionista hizo hincapié en que, por ejemplo, para una persona que tiene diabetes del tipo II, los edulcorantes están contraindicados porque, muchas veces, se relacionan con una mayor resistencia a la insulina y con más adiposidad a nivel abdominal. Asimismo, aportó un dato que no es menor en este contexto ya que por año mueren, en promedio, 686 personas por enfermedades crónicas no transmisibles.

“Hay otros tipos de edulcorantes que alteran la flora intestinal y eso nos deja en jaque, porque está íntimamente ligado con nuestras defensas”, resaltó Porras. “No hay edulcorantes que sean buenos, lo que se espera es bajar la expectativa del dulzor. Eso es lo que debemos recomendar los profesionales”, añadió. A la vez, destacó que siempre es conveniente reducir las cantidades de los endulzantes de una manera paulatina. “Si lo vas bajando gradualmente, no se siente el cambio y se va consumiendo cada vez menos”, agregó.

En lo que respecta al consumo de bebidas, manifestó que todas las gaseosas están cargadas de azúcares o de edulcorantes y, en lo que respecta al consumo de los niños, expresó que los jugos en polvo y las aguas saborizadas que van entre los tonos amarillos y naranjas tienen dos colorantes que están relacionados con la hiperactividad de los menores. “Siempre hay que tener en cuenta que ningún consumo de estos productos es gratuito”, enfatizó.

Un mito arraigado

Pese a que en el imaginario social está instalada la idea de que el consumo de cereales, principalmente en el desayuno, es sinónimo de una dieta sana y balanceada, Porras aseguró que los únicos cereales sanos son el arroz, la cebada y la quínoa. En este sentido, acentuó que no es bueno que consumidores comiencen el día con almohaditas rellenas, como tampoco los alimentos cargados con azúcar y con imágenes muy llamativas en el envase. “La ley también busca sacar los dibujos de las cajas porque es lo que les llama la atención a los niños y vulnera la capacidad de decidir en función de los que se necesita”, recordó.

Otro mito por derribar, analizó, es el de las barritas de cereal: el especialista detalló que muchas de ellas tienen combinaciones entre azúcares y edulcorantes. Además, advirtió que muchos de estos alimentos, y que algunos nutricionistas recomiendan como colaciones, entre comidas, tienen, en su composición, un 30 por ciento de su peso en azúcar.

Porras puntualizó que, si el consumo de estos alimentos se da de manera muy ocasional, no tendrá un impacto severo dentro de la salud de la población. “Lo que ocurre es que se están consumiendo de manera masiva en grandes cantidades y de manera cotidiana, en un consumo promedio de 185 kilos por habitantes al año”, concluyó. Si bien el proyecto de ley no es una solución, sí es, sin lugar a dudas, una gran herramienta.