“Desde el principio considerábamos al Padre Mario un santo, estamos muy gratificados”

Carlos Garavelli, albacea testamentario y presidente de la Obra del Padre Mario, expresó su felicidad por la decisión de la Iglesia Católica de iniciar, el próximo 23 de noviembre, el proceso de canonización del sacerdote que estableció su principal obra pastoral y social en González Catán.

Carlos Garavelli, albacea testamentario y presidente de la Obra del Padre Mario, que fuera fundada por su madre Perla Gallardo, mano derecha del sacerdote, expresó su felicidad por la decisión de la Iglesia Católica de iniciar, el próximo marte 23 de noviembre, el Proceso de Beatificación del religioso, quien dejó una huella profunda en González Catán a través de su intensa y duradera labor pastoral y social.

Así, ya a 29 años de su fallecimiento, y en comunicación con El1 Digital, Garavelli destacó: “Para nosotros es una noticia muy buena y gratificante. Muchos de los que estábamos trabajando en la Obra desde el principio, considerábamos un santo al Padre Mario, pero acá había que seguir un proceso, completar todos los pasos que hacían falta. Uno de ellos fue difícil, parece mentira: no teníamos los papeles que decían que el Padre era sacerdote".

"Resulta que él estuvo en un seminario en Salerno, que fue bombardeado durante la invasión de los aliados en la reconquista de Italia, y todos los seminaristas tuvieron que irse a Matera. Por los avatares de las circunstancias, el Padre terminó siendo ordenado en Matera. Alguna carta había, porque el Obispado de Buenos Aires, el cardenal (Antonio) Caggiano lo consideraban sacerdote, y le dieron lugar donde ejercer. Pero no teníamos los papeles de que era un sacerdote… bueno, pusimos un historiador, lo mandamos a Italia, tuvimos el apoyo de gente amiga de Italia para los gastos que ocasionó, pero consiguió el acta de ordenación del Padre, e incluso encontró un sacerdote que ya tenía como cien años, que ahora debe haber fallecido, no lo sé, que se había ordenado el mismo día que el Padre Mario”, recordó.

“Así se dinamizó la cosa, venía muy bien, nos agarró la pandemia, igual que a todos, el Arzobispado se cerró, no se podían hacer reuniones, entonces (el proceso) se lentificó. Pero, de todas formas, Roma tomó conocimiento, la Congregación de la Causa de los Santos ya envió una nota autorizando a que esto se hiciera así, y que el Padre Mario desde ese momento comienza a llamarse Siervo del Señor. Para los que estamos en la Obra, para quienes lo conocimos personalmente, estamos totalmente gratificados por la situación que se plantea”, celebró.

La obra

Garavelli conoce como nadie la Obra ubicada en Coronel Conde 5.670, en González Catán. Entre todos sus aspectos positivos para la comunidad, el albacea testamentario de la OPM resaltó: “En realidad es una obra inmensa, de gran potencia, ya en su momento el Senado de la Nación intervino como para que se la declarase la única Fundación que funciona con ese régimen de interés nacional. Es una institución (declarada) de interés nacional, las dos fundaciones que llevan, en conjunto, la Obra del Padre Mario. Una medida de su dimensión es que tiene más de 600 empleados en relación de dependencia. Y hay también profesionales, gente que hace algunos trabajos. Todo el entorno que vive alrededor de la Obra ha significado algo importante para González Catán y cumple el objetivo fijado para la Obra, que es promover el desarrollo humano en González Catán”. En este aspecto, Garavelli también remarcó que la mayoría de los trabajadores que integran el plantel de la Obra son, actualmente, de la zona.

Cena anual

También, el albacea testamentario brindó detalles de la cena anual a beneficio que organiza la Obra, que, en esta ocasión, se llevará a cabo el lunes 22 en forma virtual, un día antes del inicio de proceso.

“Nosotros anualmente hacemos una cena de recaudación, que es, sobre todo, para juntarnos con la gente que colabora durante todo el año. El año pasado no lo pudimos hacer por la pandemia. Hubo ya 20 ediciones de esta cena. A principio de este año, cuando ya teníamos que ir fijando la fecha, teníamos la duda de la evolución de la pandemia. De cualquier forma, decidimos hacer una cena virtual. Por esto nos comunicamos con los amigos, y les avisamos que no la vamos a poder hacer presencial. Con las mismas personas. Quiero agradecer públicamente a Silvina Chediek y a Cecilia 'Caramelito' Carrizo, que dirigen las cenas presenciales. Vamos a dirigir la cena virtual.

“Hemos enviado a todos los que se inscribieron una caja con pan dulce, con champán, para que nos acompañen en un brindis para que nos ‘haga juntos’ a pesar de que estamos a distancia. La sorpresa de esta situación es que ha sido un éxito, y hubo gente del interior del país, de muchos lugares, que dijeron ‘por fin nos tienen en cuenta, queríamos participar, pero no íbamos a ir a Buenos Aires participar de una cena’, así que lo hacemos de lejos. Ahora van a participar con todos nosotros. Y no se hizo exclusivamente para la República Argentina: hay inscriptos de Uruguay, Costa Rica, Puerto Rico, Estados Unidos, Inglaterra, España”, enfatizó.


Recuerdo y semblanza

Entre las muchas vivencias compartidas con el Padre Mario Pantaleo, Garavelli eligió compartir con este medio la siguiente semblanza: “El Padre Mario era un personaje muy especial. Estaba siempre como cansado por la cantidad de gente que veía por día. Venían más de 3.000 personas por día. Salía a las seis de la mañana de Catán, atendía a algunos allí, después se iba a su lugar de trabajo en Capital. Después volvía, y estaba cansado. Pero cuando se ponía a trabajar en cosas de la Obra, se transformaba. Tenía una agilidad, una vitalidad que daba cierto respeto solamente por ver cómo se movía. Fue un visionario”.

“Recuerdo, en 1968, haber ido cuando él compró el lugarcito para hacerse la casa (en González Catán). Me pidió un día que lo llevara, porque estaba muy cansado. Pasamos por una panadería, nos donaron todas las facturas que les habían sobrado ese día, marchamos con eso para allá –yo no sabía muy bien para qué era- y cuando llegamos, en el garaje del Padre había unos ancianos que estaban calentando mate cocido, jugando a las cartas, a las bochas. Y cuando llegó al Padre Mario se arrimaron y agarraron las bolsas de facturas. Esa era casi su cena. Ese día, me mostró: ‘acá voy a hacer una iglesia, allá la unidad sanitaria, allá la escuela primaria, allá la secundaria, acá la Universidad’. Yo miraba, era todo un barrial. Como se dice coloquialmente, creí que estaba chapita. Y después, todo se cumplió exactamente como él dijo”, reconoció.