Diez años del Ni Una Menos: la consolidación de un movimiento y el hartazgo frente a la violencia machista
Informe especial a diez años de la marea de mujeres y disidencias que hicieron de un grito, una bandera: Ni Una Menos.
El 3 de junio de 2015, una sola consigna desbordó las interpelaciones previas del feminismo. Con la Plaza del Congreso como escenario, alrededor de 300 mil personas se movilizaron bajo una expresión destinada a visibilizar la violencia por motivos de género y que marcó un antes y un después: Ni Una Menos.
La histórica y masiva marcha, que se replicó en 80 ciudades de todo el país, y posteriormente a nivel internacional, nació ante el hartazgo por la violencia machista, que alcanza su punto más cruel en el femicidio.
“Se nombró así, sencillamente, diciendo basta de un modo que a todos conmovió. ‘Ni Una Menos’ es la manera de sentenciar que es inaceptable seguir contando mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres o cuerpos disidentes”, explicaron desde el colectivo Ni Una Menos.
De esta manera, aquel miércoles 3 de junio demostró que la fuerza que se movilizaba era un impulso feminista, en su pluralidad de tonos y voces, que marcó un hito en la lucha contra la violencia de género y los femicidios. Una expresión que caló hondo en la sociedad, y que año tras año sigue siendo reiterada.
Camino a la marcha masiva del 3J: los antecedentes
Crimen de Daiana García
El viernes 13 de marzo de 2015, Daiana García, de 19 años, salió de su casa del barrio porteño de La Paternal hacia Palermo para una entrevista de trabajo; pero nunca regresó a su hogar. Ante la falta de comunicación, la familia denunció su desaparición el sábado por la mañana y efectivos policiales comenzaron la búsqueda de la joven.
Su cuerpo fue hallado durante el fin de semana en la localidad bonaerense de Llavallol, partido de Lomas de Zamora, y fue identificado por su familia. Estaba abandonado en una bolsa de arpillera blanca debajo de un puente de la Ruta N° 4, a la altura de Libres del Sur, a un costado de las vías.
Juan Manuel Fígola, de 38 años, fue el único sospechoso del crimen. El hombre trabajaba para una empresa ubicada en Palermo hasta donde los investigadores llegaron siguiendo el rastro de la bolsa de arpillera donde fue dejado el cuerpo de García. Dicha firma se situaba en Soler al 5.900, a solo seis cuadras del lugar donde Daiana dijo que iba a asistir a su entrevista de trabajo.
Personal de la empresa informó que el sábado 14 por la tarde, un día después de la desaparición de la joven, un empleado se había suicidado al tirarse a las vías del tren de la estación de Gregorio de Laferrere, en La Matanza. En el marco de la investigación, se encontró junto al cuerpo del sospechoso las llaves de un auto Volkswagen Gol color gris plata, el cual fue ubicado, a los pocos minutos, sobre la calle Roque Pérez, entre Thames y Derqui, en Villa Constructora.
El femicidio de Daiana no quedaría en la nada. Se convirtió, quizás, en la primera chispa que encendió la mecha de un grito jamás escuchado: Ni Una Menos.
Maratón de lectura del colectivo Ni Una Menos
El 26 de marzo de 2015 se realizó la primera actividad con la consigna Ni Una Menos. Se trató de un maratón de lectura contra los femicidios del que participaron un conjunto de escritoras, activistas, investigadoras y periodistas.
Durante tres horas, se leyeron textos propios y ajenos, se escucharon a familiares de las víctimas, incluso escritos que ellas dejaron.
“Fue una suerte de fogón. De primer cuerpo a cuerpo en el que nos reconocíamos, de producir, con nuestros cuerpos y palabras, una nueva hospitalidad para el dolor que nos atravesaba. Hartas de contar muertas, iracundas frente al tratamiento mediático de los crímenes que no cesaba de culpabilizar a las víctimas, decidimos rasgar la complicidad machista”, compartieron en aquel entonces desde el colectivo Ni Una Menos.
Crimen de Chiara Páez
El 9 de mayo de 2015, familiares de Chiara Páez, joven de 14 años que residía en la ciudad de Rufino, provincia de Santa Fe, denunciaron su desaparición. La adolescente fue vista por última vez ese mismo sábado a la 1.30 de la madrugada, en las inmediaciones de la escuela de Educación Técnica N° 286. Iba a encontrarse con unas amigas.
Sin embargo, minutos antes de la hora acordada, las amigas recibieron un mensaje de Chiara cancelando la reunión. Poco después, cerca de las 3 de la mañana, su madre recibió un llamado del novio de su hija: Manuel Mansilla, de 16 años. Según el joven, había mantenido una discusión con Chiara.
En las horas siguientes, sus familiares y amigos, junto con la Policía y los bomberos locales, buscaron a la adolescente por toda la zona, sin éxito. Mientras se realizaban los rastrillajes para dar con el paradero de Chiara, Mansilla se encontraba en su casa y participaba de un asado.
El teléfono de la joven fue encontrado en un descampado, a cuatro cuadras de la casa de Mansilla, sin batería y sin chip; aunque fue activado varias veces desde otro celular. Finalmente, a las 21.30 del domingo 10 de mayo, tras 20 horas de búsqueda, se halló el cuerpo de Chiara.
Fue localizado en el patio de la casa de los abuelos de Mansilla, enterrado en un pozo de un metro de diámetro y 88 centímetros de profundidad. Según la autopsia, Chiara fue asesinada a golpes la noche de su desaparición, tras la supuesta discusión que su novio confesó a la madre de la joven.
Chiara estaba embarazada de tres meses y tenía restos de Oxaprost, un antiinflamatorio que combina diclofenaco y misoprostol, utilizado también para abortar. Según el entorno de la víctima, ella se había negado a abortar y su novio la mató.
Mansilla fue condenado a 21 años y seis meses de prisión en 2017, bajo la nueva figura legal de femicidio, incorporada al Código Penal en 2012. No obstante, por decisión de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, le redujeron la pena a 15 años.
"¿No vamos a levantar la voz? Nos están matando"
El femicidio de Chiara Páez no fue el último en ocurrir previo a la primera movilización del 3J, pero sí se lo consideró como un punto de inflexión y un hecho clave para terminar de consolidar la marcha de Ni Una Menos.
“Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales... mujeres, todas. ¿No vamos a levantar la voz? NOS ESTÁN MATANDO”, escribió la periodista Marcela Ojeda en su cuenta de X (Twitter, en ese entonces), a dos días del crimen de la adolescente. Este mensaje fue uno de los disparadores de la masiva concentración frente al Congreso.
El femicidio de Chiara Páez no fue el último en ocurrir previo a la primera movilización del 3J, pero sí se lo consideró como un punto de inflexión y un hecho clave para terminar de consolidar la marcha de Ni Una Menos.
Primera marcha de Ni Una Menos en las calles
Si bien el acto central iba a comenzar a las 17, la Plaza de los Dos Congresos comenzó a recibir a manifestantes desde las 14. Ese miércoles 3 de junio de 2015, los carteles, las banderas y los mensajes llenaron las calles. Tanto víctimas de violencia de género como madres, hijas, hermanas o familiares de víctimas de crímenes de género se movilizaron a la par, contenidas por más de 300 mil personas.
Organizaciones sociales, agrupaciones militantes, partidos políticos y miles de mujeres y disidencias independientes fueron partícipes de una demostración de resistencia histórica no solo para Argentina, también para la región latinoamericana.
“Fue multitudinaria”, recordó a El1 Mónica López, integrante y coordinadora de la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) en la provincia de Buenos Aires. “Fue sumamente importante para quienes transitamos los feminismos que las mujeres y disidencias pudiéramos salir a la calle y gritar ‘Ni Una Menos’, un grito que hoy sigue existiendo. De todas maneras, no podíamos dimensionar lo que venía”, consideró.
La concentración visibilizó datos, estadísticas e historias de víctimas de violencia de género y, además, marcó un antes y un después en la lucha feminista. El grito de “Ni Una Menos” permitió a muchas personas levantar su voz, empoderarse y recibir apoyo y contención de una comunidad que se negaba a naturalizar la violencia machista.
“Mujeres que marchaban con nosotras habían planteado lo que sufrían en charlas que desarrollamos a nivel territorial. Por primera vez, entendían que ellas podían salir de ese círculo de violencia. Con algunas, seguimos transitando hasta el día de hoy, y las ves absolutamente empoderadas, producto de los talleres a los que asistieron, las charlas en los barrios y los espacios donde recibieron información y orientación”, celebró López.
Ese miércoles, Nelly Borquez, directora de Violencias por Razones de Género de la Secretaría de Mujeres, Políticas de Género y Diversidades de La Matanza, también se encontraba en las calles. Su trayectoria en la militancia feminista la llevó, una vez más, a denunciar la violencia machista.
“El movimiento de mujeres no nació con el 3J. Para mí, esa primera marcha fue un momento oportuno que le dio otro impulso a una oleada conformada por juventudes bastante diferentes. Anteriormente, las luchas eran cuerpo a cuerpo, saliendo a las calles. El 3J sumó lo tecnológico, las redes sociales, como también una nueva generación de feminismo en Argentina”, expresó.
El acto central de la movilización se desarrolló frente al Congreso. La actriz Érica Rivas, el actor Juan Minujín y la historietista Maitena subieron al escenario para leer un documento que hacía zoom en la situación de violencia que atravesaban las mujeres argentinas.
“¿Cuántas mujeres murieron asesinadas sólo por ser mujeres en 2015? No lo sabemos. Pero sí sabemos que tenemos que decir basta”, rezaba el documento. “El problema es de todos y de todas. La solución hay que construirla en conjunto. Necesitamos sumar compromisos para cambiar una cultura que tiende a pensar a la mujer como objeto de consumo y descarte y no como una persona autónoma”, instaron.
Además de reivindicar la manifestación de Ni Una Menos como “un grito colectivo”, se destacó que el femicidio no es asunto privado, sino “producto de una violencia social y cultural que los discursos públicos y de los medios vuelven legítimo”.
“El femicidio es la forma más extrema de esa violencia y atraviesa todas las clases sociales, credos e ideologías: Pero la palabra ‘femicidio’ es, además, una categoría política, es la palabra que denuncia el modo en que la sociedad vuelve natural algo que no lo es: la violencia machista. Y la violencia machista es un tema de Derechos Humanos”, se destacó.
El femicidio es la forma más extrema de esa violencia y atraviesa todas las clases sociales, credos e ideologías
Durante el acto central, también, se plantearon cinco reclamos puntuales:
- Implementar y monitorear el Plan Nacional de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la violencia contra las mujeres, tal como lo establece la Ley 26.485.
- Garantizar que las víctimas puedan acceder a la Justicia.
- Elaborar el Registro Único de víctimas de la violencia contra las mujeres, con estadísticas oficiales y actualizadas sobre femicidios.
- Garantizar y profundizar la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos.
- Garantizar la protección de las víctimas de violencia e implementar el monitoreo electrónico de los victimarios para asegurar que no violen las restricciones de acercamiento que les impone la Justicia.
La violencia machista en agenda
Ese 3 de junio de 2015, Marcela Morera, vecina de Ramos Mejía y una de las integrantes fundadoras de la organización Atravesados por el Femicidio, no fue a la marcha. “Era una de las tantas que no tenía mucha conciencia de lo que significaba y sobre qué trataba exactamente la violencia de género”, expresó a El1.
Cuatro meses después, el 11 de octubre de 2015, su hija Julieta Mena, de 22 años y embarazada de dos meses y medio, fue asesinada por su novio, Marcos Mansilla. “Estaba viviendo con Julieta la situación de que ella cursaba un noviazgo violento, el cual yo no entendía como tal. Para mí, violencia era el golpe, el moretón, el ojo en compota. Luego aprendí y entendí, con la experiencia propia de mi hija, que la violencia de género iba mucho más allá”, compartió.
Tras el femicidio de su hija, Morera comenzó a codearse con personas interiorizadas en la problemática. Incluso, recordó que integrantes del Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei fueron de los primeros en acercarse. “Comencé a hablar con los padres de Wanda, quienes estaban vinculados con Nancy Uguet, del Refugio Uguet Mondaca”, recordó.
En la lucha contra la violencia de género en Argentina, Uguet fue una pionera. Luego de intervenir en una situación de violencia que padecían una vecina y su hija, fundó un refugio para las víctimas de violencia. Ubicado en el partido de Almirante Brown, se trata de un espacio sin límites de permanencia, con asistencia jurídica y psicológica, individual y personal para mujeres y niños.
“Fue toda una escuela para mí. Empecé a ir al refugio en noviembre de 2015, todos los fines de semana. Le preguntaba a Nancy qué era la violencia de género y de qué se trataba. Yo no estaba consciente de todo este mundo, del cual hoy hay muchísima gente que es ajena, a la que le explicás pero siguen juzgando a las mujeres, poniéndolas en tela de juicio”, señaló.
Según Morera, la primera movilización de Ni Una Menos le dio fuerza a la problemática de la violencia machista y la puso en agenda. “La gente se movilizó un montón y hubo algo que, en ese momento, sintieron como genuino, sin banderas políticas. Ahora, muchos dicen que no van porque la marcha ‘está politizada’. En realidad, siempre estamos hablando de políticas públicas que atraviesen a la sociedad durante el mandato de cualquier gobierno”, explicó.
De igual manera, López consideró que salir a las calles aquel 3 de junio de 2015 tuvo una fuerza fundamental para el movimiento feminista. “Visibiliza lo que muchos no quieren ver, niegan y dicen que no existe. Lo que esconden detrás de un discurso machista que sostiene las desigualdades. Salir a las calles y demostrar lo que nos pasa es fundamental”, manifestó.
El desmantelamiento de las políticas públicas en materia de género y diversidad
En junio del año pasado, el Gobierno nacional anunció el cierre definitivo del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades, creado por el expresidente Alberto Fernández en 2019 y lo redujo a una subsecretaría,. Mediante un comunicado, el Ministerio de Justicia justificó la eliminación del organismo: “Fue creado por la administración anterior con fines político-partidarios para propagar e imponer una agenda ideológica, contratar militantes y organizar charlas y eventos”.
En esta misma línea, Argentina fue el único país miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en rechazar la resolución para eliminar y prevenir la violencia contra las mujeres. Mientras tanto, el Ministerio de Salud desfinanció el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional Adolescente (ENIA) y aplicó cambios en el enfoque de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI).
En los últimos días, mediante dos resoluciones, el Gobierno nacional dispuso la eliminación de trece programas que formaban parte del exMinisterio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. El actual ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, calificó a las iniciativas como “programas ideológicos” creados por el gobierno anterior.
Según el funcionario, ninguno de los programas, creados entre 2020 y 2023, contaba con “evidencia verificable de impacto real, ni con criterios de evaluación o control de resultados”. Entre ellos, se destacan los programas nacionales “Menstruar”; “Articular”, para el fortalecimiento de las organizaciones sociales de género y diversidad; el programa de fortalecimiento para dispositivos territoriales de protección integral de personas en contexto de violencia por motivos de género; y el programa “Formar Igualdad”, destinado a la capacitación en perspectiva de género y diversidad para el sector privado.
Para Bórquez, el panorama actual es incierto. “Hay que preguntarnos por qué la derecha no quiere al feminismo ni a la perspectiva de género, por qué nos tienen como enemigas, nos temen o nos consideran peligrosas. Si bien nos pueden sacar de las letras, no así de la práctica. Muchas de nosotras nacimos en un mundo sin derechos pero, en cambio, mi hija y mis nietas sí los tienen, y eso es algo a lo que nunca van a renunciar”, explicó.
En este sentido, Morera criticó la eliminación de las trece medidas en materia de género: “Para este Gobierno, la violencia de género no existe y están destruyendo todo. Desde Atravesados por el Femicidio conversamos con todos los partidos y gobiernos, de un color político o del otro, pero las autoridades nacionales actuales no responden”.
En la provincia de Buenos Aires, sigue presente el Ministerio de Mujeres y Diversidad, con Estela Díaz a la cabeza. “Si bien faltan muchas cosas y siempre se puede mejorar, no todo es brillante, nos encontramos con un Ministerio que nos escucha. En cambio, a nivel nacional, hay una agresión muy fuerte, en la cual la mujer tiene la culpa. No tienen ni idea de lo que ellas viven”, manifestó.
En La Matanza, la Secretaría de Mujeres, Políticas de Género y Diversidades sigue a flote, al igual que los dispositivos implementados para intervenir en casos de violencia por razones de género.
“Contamos con distintos dispositivos para acompañar a las mujeres y disidencias que se encuentren atravesando situaciones de violencia. Entre ellos, se destaca la Línea 0800 (PARÁ), que funciona como una primera escucha y está disponible las 24 horas. Luego, se procede a la derivación al área pertinente de la Secretaría, ya sea casos críticos, protección de derechos o acceso a la Justicia. Acompañamos en toda la ruta crítica”, explicó Marcela Cipollino, coordinadora del Centro de Atención a Mujeres (CAM) “Irma Velázquez”.
Por su parte, María Florencia Piermarini, titular de la Dirección de Acceso a Justicia de la Secretaría de Mujeres, Políticas de Género y Diversidades de La Matanza, el 3J “marcó un hito en la consolidación de un movimiento que se venía gestando en Argentina” desde el primer Encuentro Nacional de Mujeres, realizado en 1986.
“Desde lo colectivo siempre fue donde hemos conquistado espacios. Pero, actualmente, estamos transitando un momento de retroceso y de violencia cotidiana donde se ataca a las diversidades y hay una saña contra las mujeres. En estos tiempos de embates, desde la órbita en la que trabajamos, el sistema judicial responde ante nuestro acompañamiento y hay un cumplimiento de nuestras solicitudes”, aseguró.
“Nuestra consigna desde Atravesados por el Femicidio es que la violencia de género, el femicidio, el travesticidio y el transfemicidio existen. No es invento nuestro, y nuestras mujeres no están muertas porque quisieron. El paradigma es a largo plazo, no se cambia de un año para el otro”, aseguró Morera.
Una década atravesada por la violencia machista
Según los datos brindados por el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”, dirigido por La Casa del Encuentro, entre 2015 y los primeros cuatro meses de 2025 se produjeron 3110 femicidios.
- 2025 (primeros cinco meses) = 109
- 2024 = 318
- 2023 = 334
- 2022 = 301
- 2021 = 305
- 2020 = 300
- 2019 = 299
- 2018 = 273
- 2017 = 295
- 2016 = 290
- 2015 = 286
Diez años de salidas colectivas
El 3 de junio de 2015 sentó un precedente que, diez años después, no hizo más que crecer. La masiva movilización desbordó las calles de Buenos Aires y más de 80 ciudades de todo el país, que se convirtieron en punto de encuentro de generaciones con un largo trayecto en la lucha feminista como también niñeces y adolescencias que dijeron basta ante los cada vez más recurrentes hechos de violencia.
A diez años de salidas, y en un contexto más que difícil, la organización colectiva demuestra ser, una vez más, la única que salva. “Si hay algo que nos han robado, son las calles, pero las tenemos que seguir transitando para defender los derechos vulnerados. Esta marcha es un espíritu que tenemos que sostener”, agregó López.
Con las consignas feministas en agenda, se marcó un hito en la historia reciente que, año tras año, no hace más que crecer. La fuerza colectiva reunió el hartazgo pero, al mismo tiempo, la esperanza de transformarlo para iniciar un nuevo capítulo de lucha y denuncia masiva que interpele a todos los sectores de la sociedad.
Texto: Malena De Pasquale
Producción: Soledad Saliola y Malena De Pasquale