Vaca Muerta: independencia energética, suministro sustentable y el impacto en los servicios básicos

La construcción del gasoducto Néstor Kichner, en la provincia de Neuquén, representa un importante recurso para Argentina. Sebastián Scheimberg explica porqué es importante la soberanía energética, si generaría ahorro de divisas y la posibilidad de que Argentina se transforme en un país exportador.

La construcción del gasoducto Néstor Kirchner constaría de dos etapas.

Por Sebastián Scheimberg*

Es hípernecesario que se construya el gasoducto en Vaca Muerta porque la independencia energética es uno de los grandes valores que todos los países soberanos están intentando alcanzar. Esto pone de manifiesto lo importante que es tener un suministro sustentable propio para no depender de las importaciones que, en contextos como los actuales, generan una incertidumbre alta con los precios.

Argentina acaba de cerrar acuerdos para importar Gas Natural Licuado a valores cercanos a los 40 dólares por millón de BTU, algo altísimo en comparación con los precios promedio, que están en el orden de los cuatro, es decir, es algo que se multiplica por diez. Si uno pudiera abastecerse del potencial que realmente se dispone, estaría generando un ahorro de divisas importantísimo y se generaría empleo con las obras de infraestructura.

Hace unos años, el problema tenía que ver con la extracción porque las cuencas habían declinado y no se tenía el recurso suficiente, los gasoductos estaban con capacidad ociosa. Hoy, el gas que sale de Vaca Muerta no encuentra espacios para ser comercializado en los centros de consumo porque está saturado el transporte. Si se pudiera aumentar la capacidad de transporte, se estaría sustituyendo la importación porque está el gas disponible en el territorio y a valores distintos a los que hablamos.

Hay dos tramos de gasoducto. Puede ser que el primer tramo esté hecho para el invierno del año que viene. Pero, cuando intervienen los procesos de la administración pública, hay veces en que uno duda esto. En general, la obra privada tiene mejores incentivos para avanzar con velocidad, mientras que la obra pública, a veces, se topa con los problemas de la política y de la gestión.  Pero es factible, en términos técnicos, que la primera parte del gasoducto esté en un año, lo que implicaría un adicional de unos diez millones de metros cúbicos por día porque la obra tiene en consideración una expansión total del orden de los 40 millones de metros cúbicos. Es una apuesta que luce interesante para Argentina, sobre todo, por el problema de las divisas que tenemos hace años.

Se observa que el mundo de la energía es complementario al del gas, el gasoil y la electricidad porque la electricidad se genera en Argentina a partir de una base de hidrocarburos, y una parte menor, de las energías renovables. Por eso, las subas de precios de los hidrocarburos impactan en el costo de la generación eléctrica, por lo que la expectativa es un alto costo de la electricidad. El problema energético no es de fácil resolución y, en el contexto actual, es transversal a muchos países. Brasil se volvió un exportador neto de hidrocarburos y, en un contexto en que sube el precio de los hidrocarburos, la perspectiva económica mejora. Es distinto cuando se es importador. Argentina tiene la posibilidad de volverse exportador, aunque con otro contexto de estabilidad económica y, sobre todo, política.

*Economista y docente de la UNLaM