La inflación, entre los controles y la especulación, sigue siendo la principal preocupación

Por Hernán Letcher*

En lo que es la inflación, nosotros advertimos el efecto de la carne porque su incremento no es menor. Tiene una significación sustancial en los precios porque representa, aproximadamente, el diez por ciento del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Por esto, si la carne aumenta 30 por ciento, como aumentó en febrero, era previsible este problema. Este aumento tiene que ver con la sequía, pero también con la especulación.

También hay que considerar que, si al índice de 9,8 por ciento en el rubro de Alimentos se le saca el efecto de la carne, probablemente el indicador se ubique en menos de seis. Como conclusión, hay un componente importante de la carne en la inflación.

Me parece un poco injusto cargar en los programas de controles de precios el resultado del IPC, sobre todo, porque la carne no está dentro de Precios Justos. Algo parecido pasó en enero con las frutas y las verduras, que tampoco están dentro del programa. Precios Justos, incluso, termina siendo el único ancla que se utiliza. Además, funciona parcialmente porque en las bocas de expendio de los comercios de cercanía han recibido incrementos sensibles vinculados a listas remarcadas de las grandes empresas, que usan esta política deliberada.

Si no estuviera Precios Justos, la inflación de los alimentos habría sido más alta. De hecho, en noviembre, cuando se aplicó por primera vez, la inflación bajó al 4,9 por ciento. Ese mes, además, los alimentos fueron el rubro que menos aumentó.

En términos inflacionarios, nunca pierdo la expectativa de que se pueda reducir. Dentro del indicador, hay una parte que está claramente relacionada a la mejora de márgenes de rentabilidad y a la especulación. Este componente puede ser atacado. Si se trabaja sobre lo no regulado, se podría tener una curva descendente.

*Titular del Centro de Economía Política Argentina