El Mirasol y otro empate que solo dejó más bronca y frustración

Almirante le ganaba el clásico a Morón con un gol de Leandro Guzmán desde el arranque del partido, pero se durmió, dejó de presionar y el Gallo, casi sin proponérselo, se lo terminó empatando en el complemento. El conjunto aurinegro estiró a doce la racha de encuentros sin ganar y sus hinchas, que reventaron el Fragata Sarmiento, se retiraron con una enorme decepción.

Alte

Foto: Prensa Almirante Brown

Era el partido ideal para resurgir. Para mandar al tacho la estadística de los once encuentros sin ganar. Y para que los hinchas de Almirante Brown volvieran a tener un fin de semana de alegría. Todo eso era el partido de este sábado ante Deportivo Morón en el Fragata Sarmiento. Pero el conjunto aurinegro otra vez decepcionó a su gente: igualó con el Gallo 1 a 1 y volvió a dejar una imagen muy desangelada.

La imagen del comienzo hizo ilusionar a los hinchas con, al fin, tener una tarde feliz. Entre el día soleado, la cancha explotada, la camiseta aurinegra con las milrayitas, evocando tiempos gloriosos, y la voracidad con la que salió a jugar el equipo del Morrón Benítez, la sensación era que el clásico del Oeste se iba a quedar en Casanova.

Una desconcentración tras un lateral, apenas iniciado el partido, que le permitió a Tobías Zarate quedar mano a mano con Ramiro Martínez (su disparo se fue al lado del palo), fue el único sobresalto para un equipo que se plantó con mucha gente en campo rival y que tardó apenas once minutos para ponerse 1 a 0, tras una gran jugada concebida entre Florián Monzón y Milton Céliz y definida a la perfección por Leandro Guzmán.

Desde ahí hasta el final de la etapa inicial, Almirante siguió controlando el juego, aunque empezó a ceder peligrosamente la iniciativa a un Morón que, sin ideas, no lograba inquietar a la última línea aurinegra.

En el segundo tiempo, esa actitud pasiva de Brown se profundizó aun más. Se dedicó a dejar pasar el tiempo, pero jamás pudo armar alguna jugada como para estirar el marcador y esperar el final del partido con tranquilidad. La único positivo para el Mirasol era que el Galló no parecía tener ni ideas ni fuerza como para llegar al empate. Pero llegó el minuto 30, un córner y la cabeza de Cristian Broggi para empatar el partido.

Lo que siguió después fue exactamente lo mismo que lo que se viene observando desde hace un rato largo: Almirante, sin lucidez ni energía, terminó languideciendo hasta que llegó el pitazo final de Rodrigo Rivero que decretó el empate en el clásico, además de confirmar que la racha de encuentros sin ganar ahora es de doce partidos.

Con la igualdad, además, Almirante sigue sin poder acercarse a la zona de clasificación al Reducido. Pero hay algo mucho peor: el equipo sigue sin dar respuestas positivas y su gente ya oscila entre la bronca, la tristeza y la resignación.