El Mirasol volvió a decepcionar y dejó escapar una victoria que ya tenía en el bolsillo

Sin jugar bien, Almirante le ganaba 2 a 1 a Villa Dálmine y le ponía fin a la racha de siete partidos sin perder, pero falló en la última jugada y el Viola se lo igualó. La gente despidió al equipo con insultos y los rumores sobre una salida de Fabián Nardozza comenzaron a multiplicarse.

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Foto: Prensa Almirante Brown

Había una tensa calma en la fría noche de este lunes en el Fragata Sarmiento. Almirante Brown no jugaba nada bien, pero le ganaba 2 a 1 a Villa Dálmine, luego de arrancar perdiendo, y al fin cortaba la seguidilla de siete partidos sin ganar en el torneo. Pero llegó un último centro bombeado, nadie despejó, Ramiro Martínez no salió, y la pelota, luego de picar en el área chica, terminó metiéndose en el arco mirasol y liberando la bronca de los hinchas, que ya habían ido al estadio con muy poca tolerancia a cualquier otro resultado que no sea una victoria.

El 2-2 terminó siendo un merecido premio para el conjunto de Campana, uno de los de peor rendimiento en el campeonato, por su constante búsqueda pese a sus limitaciones. Y un justo castigo para el Mirasol, que luego de un buen comienzo se apagó, quedó en desventaja y sobre el final del primer tiempo terminó dando vuelta con goles de Alan Barrionuevo, de cabeza tras un centro de Diego García, y un penal del Gurí, casi sin darse cuenta, más por errores de Dálmine que por méritos propios.

Se suponía que, con la ventaja, el equipo de Fabián Nardozza iba a mejorar en el complemento. Pero eso no ocurrió. Entregó la pelota y el terreno y, pese a tener más espacios, no pudo generar contrataques, a excepción de una salida rápida en la que Marcos Brítez Ojeda no acertó en el pase final a Florián Monzón, que esperaba solo debajo del arco para poner el 3-1 y liquidar el pleito.

Así, Dálmine, con muy poco, se hizo dueño del partido y comenzó a visitar el área mirasol con bastante asiduidad. Y en una de esas jugadas, Barrionuevo tocó la pelota con la mano y le dio la chance al elenco visitante de empardar el partido. Sin embargo, Ramiro Martínez, extrañamente dubitativo durante todo el encuentro, se lució atajando el disparo ejecutado por Federico Haberkorn.

Parecía ser un golpe demoledor para el equipo de Carlos Pereyra y un estímulo para el Mirasol, que ahora sí debía aprovechar para agarrar la pelota y manejar el juego con tranquilidad. Pero eso tampoco sucedió. Dálmine siguió empujando con mucha enjundia (y nada de fútbol) y tuvo su recompensa en el minuto final del tiempo reglamentario, cuando Ezequiel D’Angelo tiró un centro de compromiso que nadie cabeceó y que terminó colándose en el segundo palo de un incrédulo Martínez.

Después de eso, no hubo tiempo para más nada. Solo para que los hinchas expresaran su bronca con el equipo cuando Nahuel Viñas pitó el final. Y para que los rumores sobre la salida de Fabián Nardozza comenzaran a correr a velocidad supersónica.

En la próxima fecha, Almirante quedará libre y recién volverá a tener acción en la jornada 17, cuando viaje hasta Jujuy para enfrentar a Gimnasia. Para eso aun faltan dos semanas. Demasiado tiempo para un equipo que sigue retrocediendo en la tabla y que debe rencauzar el rumbo lo antes posible.