Con lazos de sangre y sueños de fútbol

Joaquín Taborda y Lautaro Leguizamón son dos de los nuevos valores que promocionó la cantera aurinegra y están unidos por un curioso parentesco: son tío y sobrino, nacidos en el mismo año y con solo cinco meses de diferencia.

De la Edición Impresa

Van de aquí para allá. Siempre juntos. Como si fueran hermanos o esos primos que parecen haber nacido de un mismo vientre. Sin embargo, el lazo sanguíneo que los une es mucho más curioso. Joaquín Taborda y Lautaro Leguizamón, dos de los exponentes de la nueva camada de Almirante Brown, son familia, efectivamente. Tío y sobrino, con apenas cinco meses de diferencia de edad.

“A veces, me reta él”, bromea Joaquín, cuando se lo consulta por su relación con Lautaro, su sobrino y compañero. Los dos nacieron en 2002 (Joaquín, en mayo, y Lautaro, en octubre) y hace un par de semanas fueron protagonistas de un acontecimiento inédito en la historia del Mirasol: tío y sobrino debutaron simultáneamente en la B Nacional, frente a Deportivo Maipú de Mendoza.

“Fue una felicidad doble porque me tocó hacerlo con él. Siempre lo buscamos, desde chicos, y me da mucho orgullo. Siempre que viajábamos a los entrenamientos, imaginábamos ese momento”, confiesa Taborda, cuya hermana está casada con Luis, el papá de Lautaro.

El tío Joaquín y el sobrino Lautaro, juntos desde chicos.

Uno con la camiseta 17 (Taborda) y el otro con la 20 (Leguizamón) saltaron al campo de juego en la misma ventana de cambios. Casi de la mano. Juntos a la par, digamos, como el camino que vienen recorriendo desde muy pequeños en los potreros de General Rodríguez. “Fue una gran felicidad para nosotros y para la familia”, asiente Lautaro, quien ya había tenido su estreno con la casaca aurinegra, pero en la B Metropolitana.

Las primeras emociones son fuertes e inolvidables. Lo que vendrá ahora es la parte más compleja de la vida futbolística: mantenerse y afirmarse en la Primera. Por lo pronto, cada uno viene haciendo los deberes a la perfección. Joaquín es volante ofensivo, por cualquiera de los dos carriles y ya había sido detectado por el ojo de Fabián Nardozza, mientras que Lautaro es delantero nato y goleador de la Reserva en la actual competencia (metió ocho goles en 16 juegos).

La sangre moviliza, claro. Pero, también, el fútbol y la pelota. A lo largo de la historia del club, han coincidido hermanos y primos en el campo de juego, pero nunca un tío con un sobrino. Mucho menos con esa particularidad del estreno en modo estéreo.

Los dos vienen pateando juntos desde que se conocen. Por eso, se los suele ver siempre cerca uno del otro. Desde que llegan del larguísimo viaje en tren y colectivo desde General Rodríguez hasta que se retiran de la jornada de entrenamiento. No van a querer separarse así nomás. Sobre todo, después de esa noche ante los mendocinos, cuando levantaron la cabeza y se vieron jugando juntos por los puntos, en el Fragata Sarmiento, en la Primera de Almirante Brown.