Violeta Urtizberea: “En un unipersonal, la dirección es fundamental”

La actriz protagoniza la obra “Una casa llena de agua”, en el Teatro Metropolitan Sura. Habló de los desafíos que tuvo que sortear para subirse al escenario a contar esta historia y se refirió a cómo la interpeló a nivel personal. Su trabajo en la tira diaria “La 1-5/18” y su incursión en un nuevo estilo de personajes.

Violeta Urtizberea Una casa llena de agua

Crédito Fotos Obra: Nora Lezano

Cada ascenso al escenario tiene sus singularidades, por ende, cada experiencia es única e irrepetible. En el transcurso de su camino artístico, Violeta Urtizberea actuó en obras atravesadas por variadas temáticas y géneros, escritas por diferentes dramaturgos y con las indicaciones de distintos directores. Sin embargo, tenían un denominador en común: la compañía de otros actores en escena, hasta que, el año pasado, en El Cultural San Martín, protagonizó su primer unipersonal, Una Casa Llena De Agua, escrito por Tamara Tenenbaum, dirigido por Andrea Garrote y con producción general de Compañía Teatro Futuro.

Esta temporada de verano, Urtizberea regresó con dicho espectáculo, esta vez, los viernes a las 22.30, en el Teatro Metropolitan Sura, ubicado en Avenida Corrientes 1.343, Capital Federal. En la ficción, interpreta a Milena, una estudiante de Biología que trabaja como niñera en la casa de una familia acomodada y le cuenta a Angie, la bebé que cuida, sus miedos, sus romances, sus fantasías y el nudo en el que esas líneas se cruzan, la pregunta por un futuro incierto.

Si bien estás sola en escena, le hablás todo el tiempo a Angie ¿qué complejidad te implicó esta dinámica?

Por un lado, es un dispositivo que está buenísimo para un monólogo porque, a veces, resulta un poco extraño a quién le estás hablando en este tipo de discurso, entonces, en principio, era una facilidad. Pero, por otro lado, resultaba ser un desafío la presencia de la bebé, de cómo lo resolvíamos, desde ya estaba descartado que haya una bebé real en escena, y un muñeco nos parecía que no era la mejor opción, por lo tanto, era actuar como a un invisible, y ahí estaba el reto, en que no quedara una ridiculez ni quedara expuesta. A mí me daba bastante miedo, pero igual confiaba mucho en la mirada de Andrea para eso, ella es una directora genial y, aparte, tiene mucha experiencia con monólogos. Así que nos arrojamos a investigar la cuestión del bebé invisible y que, de algún modo, logre verse para el espectador.

Además, es tu primera vez con un unipersonal…

Si, primero me llamó Mariano Tenconi Blanco, que es dramaturgo, director y, en este caso, uno de los productores de la obra. Ya había trabajado con él y me daba como una garantía de calidad, confío mucho en él artísticamente. Me contó que estaba supervisando la escritura de la primera obra de Tamara, ya que ella obviamente tiene muy desarrollado el relato pero no tanto la dramaturgia, y habían pensado en mí para actuarla, pero todavía no sabían quién la iba a dirigir, y quería que decidiéramos juntos. Para mí era muy importante la dirección porque iba a estar sola en el escenario, así que tenía que tener plena confianza en su mirada para arrojarme a esta experiencia tan complicada. Y con Andrea la experiencia fue fantástica, nos entendimos desde el minuto cero y estoy totalmente de acuerdo con todas las marcaciones que me hace, me entrego a ella absolutamente y eso me pone muy feliz. Hubiese sido muy difícil hacer un unipersonal quizás con esa sensación de no saber si lo que me están diciendo es lo que debería ser, a veces pasa, y cuando estás con otros compañeros capaz te ayudas con las dudas, te contenes, te apoyas en el otro, pero acá era estar sola, así que la dirección fue fundamental.

Encarnás a una joven de unos 20 años en plena década del 90', ¿qué tuviste en cuenta para el viaje temporal, tanto de tu personaje como de su contexto?

Ella es bastante más chica que yo y eso, en principio, me daba miedo que quedara raro, pero el teatro te permite, primero, que la gente esté un poco más lejos que si tuvieses una cámara en primer plano y, a su vez, te posibilita jugar con la ficción, se plantea el código, 'Esto es así', y ya está, ¡entrás! Después, con respecto a esa época, yo nací en 1985, o sea que los 90' los viví más en el final, soy un poquito más 2000, pero conozco mucho la década, me acuerdo los modismos, las formas, y eso tratamos de reencarnarlo. Lo importante en la obra de por qué sucede en esa época es porque yo creo que, en ese momento, el mundo todavía no estaba tan atravesado por el feminismo, sí por supuesto existía el movimiento feminista, pero no había esta revolución femenina de los últimos años, eran otras las relaciones, los vínculos con los varones, la posición que tenían las mujeres con respecto a eso, en su trabajo, en su vida, en todo. Entonces, este personaje atraviesa situaciones que si sucedieran hoy harían ruido, y sería muy extraño que no se lo preguntara. Por lo tanto, que suceda en ese momento permite que uno, como espectador, también lo pueda mirar de otra manera.

¿De qué forma te interpeló, y te interpela función a función, la obra de Tamara?

La obra me súper atraviesa. Cuando me llamó Mariano, mi hija Lila tenía cuatro meses, así que estaba muy inmersa en toda esa situación de bebé, quizás si yo hubiese hecho la obra antes de que naciera Lila hubiese sido otra historia, no digo peor, sino que probablemente muchas cosas no las hubiera comprendido de la manera en que las comprendo ahora. Al ser la relación de esta chica con esa bebé me es inevitable no pensar en mi hija mientras hago la función y no tener su cara en mi cabeza, eso hace que, para mí, sea una experiencia súper trascendental. Me atraviesa en ese sentido, me atraviesa como mujer, porque la protagonista tiene veintipico de años y todas sus vivencias las reconozco, en mí, en mis amigas, en el género, y también me pasaba que cuando leía a Milena me resultaba una voz muy familiar, nunca me quedó incómoda, todo lo contrario, sentía que era, como yo le digo, del mismo barrio, de cuando hay algo con el otro que conectas, una familiaridad que no sé de dónde viene.

Pasamos del escenario a la televisión, llegaste a La 1-5/18 por 25 capítulos, pero te terminaste quedando…

¡Fue muy loco lo que me pasó con la novela! Yo no tenía muchas ganas de hacer una tira diaria, igual tampoco es que estaba súper pretenciosa porque veníamos de dos años de pandemia y necesitaba trabajar, artística y económicamente. Quizás si me hubiese llegado la propuesta desde el principio hubiera dudado un poco más meterme en una tira de diez meses, pero eran 25 capítulos, y cuando me contaron el personaje me divirtió mucho porque era una malvada de telenovela que nunca había interpretado. Cuando arranqué la pasé tan bien, tanto con mis compañeros como con volver a actuar y con el personaje, que fue medio un volver a vivir para mí. Las tiras diarias son muy desgastantes, pero se genera algo muy de colegio, ya que vas todos los días, armas un grupo, y aparte, después de estar en cuarentena, había una alegría y ganas de vivir de todos, de salir y divertirse, nadie se quejaba de nada, como que un poco nos cargó de nuevo la batería a todos. Y cuando me ofrecieron quedarme fue '¡Sí, obvio, la estoy pasando re bien!' Fue bastante terapéutico para mí hacerla.

¿Qué atractivos encontrás al interpretar un personaje tan siniestro como Charo?

Son personajes muy extremos que resultan divertidos para hacer, sobre todo porque justamente están tan alejados de uno, y de la propia moral, que te permitís hacer todo lo que vos no harías en tu propia vida, todas esas maldades, y de golpe estoy con armas y cuchillos, secuestro gente, hago cosas que, obviamente, espero no tener que hacer nunca en mi vida (risas), para eso actúo. Muchas veces jodiendo '¿De qué te gustaría actuar?', digo 'Quiero colgarme de un helicóptero, hacer de policía, cosas así'. Nunca me había tocado nada de ese estilo y uno cuando es chico juega a esas cosas. Entonces con Charo un poquito me toca hacer todas esas locuras que me hacen acordar el motivo por el que me dan ganas de actuar, permitirme hacer lo que en la vida cotidiana no tengo acceso, es algo muy lúdico, juego puro.

Integraste muchas telenovelas, ¿cuáles son las particularidades de este formato?

Es como una compañía durante mucho tiempo, la podés ver mientras cocinas, mientras comes, entras un poco a la casa de la gente. Hay algo de ese formato que perdura durante tanto tiempo y te encariñas mucho con los personajes, con la historia. Hay gente que quizás está pasando por un mal momento, o está sola, entonces es un tiempo donde dejan de pensar en sus problemas, la ficción es hermosa, de golpe estás mirando algo y te olvidaste de tu vida y viajaste por un tubo. En la actuación es una experiencia que está buenísima, al hacer durante mucho tiempo un personaje lo terminas conociendo mucho, generas diversas capas, lo descubrís contento, enamorado, enojado, y cuando te despedís es triste, decís '¡Ay, no voy a ver más a esta persona!'.

¿Qué preconceptos de la actuación tenías y, con el paso del tiempo, fuiste rompiendo?

Mi mamá había sido actriz cuando yo era chica y me acuerdo que ella lo sufrió mucho, los castings, la irregularidad de ser actor, y me decía 'Estudiá otra carrera', o 'Violeta, ¿estás segura?', como que le daba mucho miedo que yo la pasara mal, que es el miedo de los padres. Cuando terminé el secundario, empecé a estudiar Psicología y me encantó el tiempito que la cursé, pero a veces uno carga con los fantasmas de los padres y yo no tuve la misma experiencia que mi mamá. Por supuesto hay muchas cosas de mi profesión que me angustian y generan inseguridades, pero siento que me pasaría en cualquier profesión, no sé si tiene que ver solamente con ser actor, evidentemente lo soporto, quizás ese sería el preconcepto que podía llegar a tener sobre ser actriz, estar a prueba y todo eso la verdad que no lo sufro. Si me pierdo en la cuestión del éxito, del fracaso, de la aceptación, ahí es donde puedo llegar a sufrir un poco, porque tiene que ver con otra cosa, pero si estoy conectada con lo que estoy haciendo y con el motivo por el que lo hago, ya está, es lo único que importa. 

Una historia inolvidable en la pantalla chica

En 2017, Violeta protagonizó la popular telenovela Las Estrellas, emitida por El Trece, cuya actuación le valió el Premio Martín Fierro a 'Mejor Actriz Protagonista de Ficción Diaria'. Sobre su personaje, Florencia, recordó: “Fue muy gratificante. Muchas veces pasa que los personajes solamente cuentan una historia de amor o un rasgo de una personalidad, en este caso, se abordó el Síndrome de Tourette y los autores no se centraron únicamente en eso, que hubiese sido un gran error, ya que el personaje también se enamora y le pasan millones de cosas por supuesto, entonces fue maravilloso”.

Asimismo, la pareja de Florencia y Jazmín (Julieta Nair Calvo), denominada Flozmín, fue una de las más queridas por el público. “Tuvimos la posibilidad de contar esa historia lésbica y fue bastante particular el hecho de que, hace cuatro años, se contara en una tira de las nueve de la noche, porque siempre se abordaban esas historias en los unitarios o en los programas después de las diez, mientras que en Las Estrellas la familia se juntaba a cenar y a ver esta novela. Nos pasó que muchísima gente nos agradecía porque nos decían que, a partir de la pareja, lo pudieron contar a sus padres. Fue como una manera de naturalizar a través de la ficción algo que, claramente es natural, pero que mucha gente no lo tiene naturalizado”, manifestó la actriz.

Muy pronto

Urtizberea aguarda el estreno de dos filmes en los que participó: por un lado, El Sistema Keops, dirigido por Nicolás Goldbart y, por otro lado, Legítima Defensa, a cargo de Andrea Braga. Además, en febrero comenzará el rodaje de la serie Medusa, un thriller policial dirigido por Jazmín Stuart que se verá por la plataforma de streaming Paramount+.