TUSAM: “La lucha siempre es conmigo mismo, es muy personal”

El hipnotizador y master en control mental al extremo realizará el coaching “Puede Fallar”. Profundizó en las diversas aristas que tocará durante el encuentro y relató el descubrimiento de sus habilidades. Recordó sus dos mayores logros a nivel profesional y su destacada experiencia televisiva en “Patinando por un sueño”.

TUSAM

Técnica, Unción, Sabiduría, Amor y Mística. Esas son las palabras que conforman la sigla TUSAM y que Leonardo del Pozo Calandra lleva como filosofía de vida y como nombre, al igual que su padre. En sus casi 40 años de profesión, el popular coach, hipnotizador y master en control mental al extremo ha brindado al público herramientas vinculadas a la calidad de vida y, a su vez, ha sorprendido con impactantes presentaciones a nivel nacional e internacional. 

En esta ocasión, TUSAM realizará el coaching Puede Fallar, donde compartirá con los espectadores su camino de superación y realización personal y profesional y, además, transmitirá recursos útiles para aplicar en la cotidianeidad. La presentación será el jueves 13 de enero, a las 20.30, en la Terraza del Teatro Picadero, ubicado en Enrique Santos Discépolo 1.857, Capital Federal. (Las entradas se pueden adquirir por Plateanet).

¿Qué temas abordarás a través de este coaching?

Tiene que ver un poco con todos esos 'puede fallar' que hemos sobrepasado en nuestras vidas. El estar vivos es una prueba fehaciente e irrefutable de que hemos salido de muchísimos 'puede fallar' de manera exitosa. Sucede que cuando las personas de repente están con una dificultad y no salen en el tiempo y forma que creen que deberían salir, se olvidan de sus anteriores logros y éxitos, y empiezan a decir '¡Ves que no puedo!', '¡Ves que siempre fallo!', entonces, por ese lado va este coaching. Y ahí es donde reforzamos tres motores: 'Yo soy', 'Yo me reconozco y 'Yo valgo', que tienen que estar encendidos y los tenemos que alimentar constantemente para poder estar siempre un paso más adelante de nosotros mismos. Esto se trata de superación personal.

Si bien en el último tiempo se menciona mucho, ¿en qué consiste el coaching?

En mi caso personal, soy segunda generación de coach. El método TUSAM cumplió 70 años de vida y de evolución, porque mi padre, con 17 años, en 1950, fue el primero en el mundo en dar la técnica de dejar de fumar, después agregó adelgazar y control mental, y esas técnicas no quedaron estáticas, sino que siguieron evolucionando. Yo ahora tengo 48 años, y a los 16, en Córdoba, empecé a dar las conferencias de mi padre, que en aquella época no se llamaban coaching y, luego, a mis 18, en Colombia, arranqué a darlas solo, con mis papás en el público. Desde mis 25 años, cuando mi padre partió, estoy completamente solo retocando las herramientas, perfeccionándolas y, además de esas tres, tengo una cuarta que tiene que ver con la superación personal, entre otras por supuesto. Algo muy importante es que en el coaching Puede Fallar las personas no solamente se quedan con mi relato, sino que, además, obtienen herramientas específicas para, después, poner en práctica y utilizarlas en el campo de la superación personal. Al final haremos meditación e hipnosis para fijar ideas positivas.

La premisa de la propuesta es “Para triunfar hay que saber fallar”, que se vincula con la famosa frase…

Sí, ahí cuento un poco cómo surgió la frase 'Puede fallar', que fue en base a una falla que tuve, y casi me cuesta la vida, en el programa Finalísima de Canal 9, en 1990. Utilizamos el tanque de Harry Houdini (N. El1: ilusionista y escapista), que en su caso lo encadenaban y encerraban allí, y después de subir y bajar tres veces una manta que cubría todo, aparecía él fuera del elemento, mojado, sin sus cadenas y con ese tacho intacto. Eso que era un truco de magia yo planteé hacerlo sin escapar, quedándome ahí adentro, por lo tanto, utilizamos ese tacho lechero, muy parecido al de Houdini, como un elemento atractivo y funcional al show que estábamos dando, porque la idea era no olvidarse de que fuera algo entretenido para la televisión. Entonces, empleamos ese elemento y salió mal, estuve dos minutos y algunos segundos, tuvieron que cortar la transmisión, y es ahí donde nació la frase. Estuve más o menos un mes internado, y después tardé unos seis meses en volver a hacerlo y, esa vez, estuve seis minutos 19 segundos sin respirar, esa es mi marca.

20 años después, en el programa Sábado Show hubo un error que también pudiste revertir…

Ahí era como un ataúd de acrílico transparente donde yo me acostaba, lo llenaban de pelotitas de acrílico de colores (ahí está la parte de show), pero esas pelotitas contrarrestaban el aire, entonces, cuando tapaban herméticamente, en esa caja quedaban cuatro minutos de oxígeno limpio. Lo que sucedió fue que yo perdí la audición ahí adentro, no se escuchaba nada, como que perdés noción si hay alguien afuera y empezás a creer que estás solo, por lo que, ante ese corte de sonido, realmente me ganaron los nervios y me consumí todo el aire. Sin saber si me escuchaban, o no, pedí cortar el ejercicio, porque sí me andaban los micrófonos que tenía conmigo adentro, y me sacaron por suerte. Estos ejercicios no tienen que ver con magia ni con ilusionismo, sino con control mental extremo, pero siempre en un formato de show, y cuando menciono show no viene implícita una trampa, tiene que ver con una música, una luz, un vestuario, con eso. Ahora, cuando hago la producción de ese ejercicio, a la par hay una producción ya pensada y dispuesta al rescate, por eso, cuando algo pasa, son muchas personas que saben qué hacer, parece una coreografía, y me sacan rápidamente de donde estoy. Después volví a hacer ese ejercicio y salió perfecto, ¡estuve 30 minutos!

¿En qué circunstancias descubriste las habilidades mentales que poseías?

La historia de mi padre fue distinta a la mía. En su caso, mis abuelos vieron que este chiquito de seis años hacía cosas raras y lo llevaron al médico, mientras que, en mi caso, cuando mi padre vio que yo tenía cierta habilidad, él ya sabía de qué se trataba y me potenció. En mi casa familiar tenemos una piscina muy grande con un ojo de buey, y yo con mis amigos jugaba a ver de qué manera nos tirábamos, cómo nadábamos y a ver quién aguantaba más, entonces, ya con cuatro años yo estaba aguantando dos minutos, mi viejo observó eso y me potenció, pero no para que me dedicara a lo suyo, eso vino después. Empecé profesionalmente a los 9 años, o sea que tengo mi primer recibo de sueldo por artista de variedades a esa edad. En Canal 9, para un programa que se llamaba Todo al 9, memorizaba 100 palabras, decía de la primera a la última, y de la última a la primera, me enunciaban un número y yo respondía a qué palabra correspondía, o viceversa. Ese era un ejercicio también brindado al show, pero para que los chicos de mi edad tuvieran noción de lo que se podía llegar a hacer con una prueba de mnemotecnia, que era fácil de implementar para el estudio y para el colegio.

En tu trayectoria realizaste presentaciones de diferente índole, ¿cuáles son las que recordás con mayor orgullo?

Yo tengo dos grandes mundos que conviven conmigo: el de la calidad de vida, que lo canalizo con los coachings, y el del entretenimiento, que tiene que ver con la hipnosis y el control mental extremo. En lo que es hipnosis, lo máximo que he logrado, y por supuesto que voy por más, es marcar un récord de personas hipnotizadas en México, que lo hice con History Channel, y de 1500 personas, quedaron 698 hipnotizadas. Luego, en lo que es control mental extremo, lo máximo que logré por ahora, y tengo pendientes cosas para hacer, es haber estado 24 horas en una cabina de hielo a diez grados bajo cero frente al Obelisco. Fueron dos ejercicios que me han marcado y con los que yo mismo me puse una vara para seguir avanzando y corriéndola cada vez un poco más. La lucha es conmigo mismo, es muy personal.

¿Cómo es la previa de cada presentación?

Por ejemplo, en lo que fue el desafío de hielo, tuve cuatro meses de entrenamiento, y después una recuperación de siete meses, porque por una cuestión técnica me cayó como agua adentro de esa cabina y tuve que recuperar la sensibilidad de las piernas. Para los diferentes ejercicios cuento con un equipo médico, no me mando solo. Por otro lado, lo que fue el desafío de marcar un record de personas hipnotizadas consistió en otro trabajo, de mucha desintoxicación mental, fui dejando cosas por hacer para no ocupar mi mente en eso, para tenerla libre. Con la híper conexión que vivimos actualmente, en la cabeza se produce un zapping tan grande que las personas terminan cansadas como si hubieran corrido un triatlón, y tal vez estuvieron enfrente de la computadora todo el día. Además, cuidé mi alimentación para llegar con el cuerpo tranquilo, y tener la energía dispuesta a esas 1500 personas. El paradigma que mi padre empezó a empujar, yo acompañé después, y hoy mucha gente abraza, es que cuerpo y mente se afectan entre sí de forma constante.

El Renacer del Mito

Ese fue el título que llevó el primer espectáculo a gran escala de TUSAM en el Teatro Ópera, ubicado en Avenida Corrientes, luego del fallecimiento de su padre, por lo que representó un homenaje hacia él. Ante la consulta de si en algún momento sintió cierta presión por ser su sucesor, planteó: “En vez de retraerme, me trae alegría, porque eso cuenta un poco el camino que él hizo y lo que dejó sembrado en la gente, esa posibilidad de cariño, de lealtad, aun con su hijo, conmigo, ¡así que para mí es un honor!”.

Una experiencia televisiva reconfortante

En 2008, TUSAM se animó al Patinando por un sueño, donde se consagró campeón. Sobre su vínculo con la disciplina recordó: “Apenas salieron los rollers, que yo tenía 14 años, tuve la suerte de tenerlos, entonces practicaba desde muy chico, y también patinaba sobre hielo. Sin embargo, una cosa es patinar y, otra, es ir como una especie de bailarín y levantar a una persona, que era mi partenaire y sí era una patinadora profesional, que confió en mí, y además tuvimos una coach que estuvo con el equipo argentino de patín. Practicamos durante un montón de meses y el programa fue una experiencia que no me voy a olvidar nunca, ¡fue espectacular todo lo que pasé ahí! Me conecté con el público de otra manera, que de hecho hoy en día no lo puedo ni replicar. Y haber ganado fue un plus increíble, me trajo mucha felicidad”.

Asimismo, trasladó a la pista de hielo distintas habilidades vinculadas a su profesión. “Obviamente todas las herramientas que tenía las apliqué, porque había que tener conciencia del cuerpo, de los músculos que se mueven, cómo plantarse, los filos de los patines… Se trata de ejercicios de conciencia, que los refiné a tal punto que, ahora, los estoy enseñando”, contó.