Silvia Kutika: “Nunca dije que no a un proyecto porque me diese miedo”

La actriz protagoniza la obra de suspenso “El Cuarto de Verónica”, que se presentará en el Teatro Morón. Se refirió a la estructura de la propuesta teatral y a cómo planteó la construcción de su enigmático personaje. Un repaso por su pasado artístico y un adelanto de su presente y futuro audiovisual.

Silvia Kutika

Crédito Fotos: Nacho Lunadei

El recorrido que hace un artista puede compararse con el tránsito por un enriquecedor y extenso pasillo rodeado por diversas puertas. En el caso de Silvia Kutika descubrió su corredor artístico varias décadas atrás y, a lo largo de los años, fue abriendo cautivantes puertas cinematográficas, teatrales y televisivas -con sus respectivos desafíos-, que le permitieron conocer y potenciar su vocación actoral.

Esta vez, en el marco de la ficción, Silvia abre junto al público una nueva puerta: la de El Cuarto de Verónica. Se trata de la obra de suspenso escrita por Ira Levin, que transcurre en Boston. Allí, Susan (Fernanda Provenzano) es abordada mientras cena con su novio (Adrián Lázare) en un restaurante por una encantadora pareja de ancianos (Kutika y Fabio Aste), sorprendidos por el parecido de la joven con Verónica, quien murió hace mucho tiempo. Dicho encuentro resulta el inicio de una intrigante pesadilla.

¿Qué aspectos se mantuvieron, y cuáles se reformularon, para la adaptación local de este clásico de Broadway?

Se respetó muchísimo la obra, hasta los nombres: Susan, Conrad, los Collins… Es una historia que ahonda en el lado oscuro del ser humano, y eso cabe en cualquier lugar, todos entendemos de lo que se está hablando. Así que no se tocó casi nada, y además esa era una de las consignas en las que habían hecho mucho hincapié cuando se adquirió la obra. Por otro lado, en cuanto al planteamiento de la puesta escénica, armamos una habitación en la que todos los muebles están cubiertos con sábanas. Es que ese era el cuarto donde transcurría la mayor parte del tiempo la adolescente, antes de morir, y sus padres decidieron conservarlo tal como había quedado en ese momento. Nosotros tenemos funciones fijas los miércoles en el Paseo La Plaza, y después nos vamos de gira. En cualquiera de los escenarios es respetada la escenografía, porque nos ayuda mucho a ese clima misterioso y opresivo que necesitamos contar.

Tu personaje oscila entre la dulzura y la perversión, ¿cómo abordás esta dualidad?

Cuando tenés una obra tan consistente, la mitad del recorrido ya lo tenés hecho, y aún después de haberla leído y actuado muchas veces sigo encontrando cómo el autor unió cada frase a algún detalle, o cómo algo del final lo anticipa al principio, ¡es una obra redondita! Mi personaje comienza siendo una abuelita muy contenedora, aunque ahí ya tiene algunos arranques que te descolocan, como esa gente que es muy suave y de repente sale con un exabrupto. Y en el transcurso del relato uno se da cuenta que no es tan maravillosa como se presentó. La composición fue algo que fluyó de manera natural, se lo atribuyo al gran libro que tenemos, de hecho, después de las primeras lecturas empecé a tomar una postura del cuerpo que no era la mía, que le cuaja perfectamente a esa viejita, como también el tono de voz. Para esa primera parte llevo un pañuelo que era de mi papá, uso una peluca y demás elementos, mientras que, en la segunda, hay un cambio fuerte de vestuario e imagen, que posibilita componer algo más rígido. También tuvo mucho que ver el trabajo que hicimos con mis compañeros y la directora Virginia Magnago.

La obra plantea una estructura de rompecabezas siniestro que se va armando en el transcurso de cada función…

Sí, no sabés mucho para dónde va, te va engañando todo el tiempo, y el final es absolutamente sorpresivo. Cuando termina la función, los espectadores aplauden, salen de la sala y siguen hablando de lo que les pareció. El Cuarto de Verónica trata sobre una familia de clase alta que no quiere que la gente se dé cuenta de algo que sucede al interior. ¡El autor tiene una cabeza tremenda! Es el mismo que escribió, entre otras cosas, El Bebé de Rosemary. Uno por ahí dice terror y piensa que van a aparecer fantasmas, pero, en realidad, se refiere al lado oscuro que tiene el ser humano, y a algunas cabezas que son perversas, en este caso en un extremo, y eso es lo que hace tan misteriosa la propuesta. ¡Tiene muchas capas!

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El Cuarto de Verónica se presentará este viernes, a las 21, en el Teatro Morón, cuya sede se encuentra ubicada en Nuestra Señora del Buen Viaje 851, Morón. Asimismo, cada miércoles, a las 20.45, cuenta con funciones en el Teatro Paseo La Plaza, situado en Avenida Corrientes 1.660, Capital Federal.

Partiendo del terror, ¿a qué miedos te enfrentaste, y te enfrentás, en tu camino artístico?

¡Te diría que siempre! (risas) Desde que empecé a trabajar hasta ahora, cada vez que encaro un proyecto me da mucha ansiedad pensar cómo resolver el personaje, qué caminos tomar, y si voy a estar a la altura de la propuesta. De todos modos, siempre está la ayuda y la visión de compañeros y directores. Cuando algo me da mucho miedo, trato de hacerlo, nunca dije que no a un proyecto porque me diese miedo, sino que cuanta más dificultad, me tiro más a la pileta, ¡me gustan los desafíos! Igualmente, en mi interior está esa cosa de susto, de hecho, me pasaba con este personaje de El Cuarto de Verónica, que tiene millones de aristas y matices. Durante las primeras lecturas estaba hiper nerviosa porque planteaba, '¡No sé si voy a llegar!' o '¿Qué voy a hacer con esto?', y despacito hice el camino. Quizás al final no llegué a la excelencia, pero en el tránsito transpiré la camiseta como loca, y eso tiene gran valor para mí. Recuerdo el día del estreno en el Teatro La Mueca, logramos sacar la obra adelante con su complejidad y todas las dificultades de la pandemia, no hay tantas propuestas teatrales de suspenso, así que era todo un desafío. Nos largarnos al llorar y nos abrazamos.  

¿Cuándo elegiste a la profesión y, a su vez, cuándo sentís que ella te eligió a vos?

En realidad, yo nunca dije que quería ser actriz. Estaba más orientada a la Naturaleza, entonces, cuando terminé el secundario me anoté en el Museo de La Plata para estudiar Biología, y seguí la orientación Botánica. A raíz de una enfermedad familiar, quise empezar a pagarme mis estudios, y tenía una amiga que trabajaba en una agencia de modelos, por lo que le di unas fotos caseras y fui al lugar. Salieron algunas publicidades, hice concursos de belleza- en los que fui elegida 'Primera Princesa' y 'Reina Panamericana'-, y llegaron las tapas de revista. Hasta que me llamó el secretario de Calabró para ofrecerme un libreto con personajes chiquitos, acepté e ingresé a trabajar en Calabromas. Luego, Sergio Renán estaba por dirigir la película Sentimental, había un personaje que era modelo, me presenté, me entrenaron y seleccionaron. Por lo tanto, era como que la actuación se iba acercando a mí, se me abrió esa puerta hermosa, y desde ese filme no paré más. Empecé a estudiar teatro, mientras seguía trabajando, porque no tenía formación, y eso me daba mucha vergüenza. Seguía medio por inercia, me gustaba, pero no me detenía a pensar. Finalmente, en la telenovela Amada, con un actor que interpretaba a mi abuelo hicimos una escena hermosísima, y ahí dije, '¡Es esto, esto lo elijo!'

Además de la actuación, te desenvolvés en la pintura y la escultura, ¿en qué circunstancias surgió tu interés hacia esas expresiones artísticas?

Siempre me gustaron, desde chiquita, pero hubo un hecho puntual, hace alrededor de 30 años. Mi hijo iba al colegio y estaba usando una especie de arcilla para moldear, y yo había tenido una pesadilla que necesitaba ponerla en algún lado, entonces lo vi trabajando y empecé a moldear lo que había soñado. Era una cara mirando al cielo en un grito, con la boca abierta. Busqué una profesora de escultura y arranqué a estudiar, por lo que, de esa pequeña figura que había armado, nació un ser humano de arcilla, de más o menos un metro, que se llama Grito, y lo tengo en un lugar de trabajo dentro de mi casa. Considero que la escultura y la pintura son trabajos solitarios, en los que uno expresa su naturaleza en carne viva, porque no está 'haciendo de', o diciendo textos de otra persona, lo que hace es absolutamente desde su alma, mientras que en la actuación generalmente no ocurre eso, ya que uno tiene, por suerte, mucha gente alrededor. Todas son expresiones muy creativas e interesantes.

Presente y futuro audiovisual

  • Tierra Incógnita: Una miniserie fantástica para Disney +, donde Kutika comparte reparto con Pedro Maurizi, Mora Fisz, Tomás Kirzner y Carla Pandolfi.“Se trata de unpueblo en el que empieza a desaparecer gente. A mi personaje le desaparecen la hija y el yerno, por lo que hay una búsqueda. Tiene unos efectos maravillosos y el director es Sebastián Pivotto, un chico joven con una trayectoria enorme, que hizo un trabajo espectacular, al igual que todo el equipo”, destacó la actriz.
  • Cuando la miro: Ópera prima de Julio Chávez, en la que a su vez es el protagonista junto a Marilú Marini. “La película habla de la relación entre una madre y su hijo, es una historia intensa y profunda, ¡Julio y Marilú se sacan chispas! Yo hago una participación junto a él, en la que interpreto a una galerista”, adelantó la actriz.
  • Limbo: Miniserie en la que Kutika se incorpora en la segunda temporada. “Sigue a una chica que está buscando cerrar su historia y, como tiene una empresa que hace perfumes, también busca la esencia que la defina. Yo hago una perfumista muy particular, que la va a ayudar en ese camino de encontrar su fragancia”, describió.
  • Nada: Comedia dramática dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn, a emitirse en Star+. La serie aborda el mundo de la gastronomía y cuenta con las actuaciones de Luis Brandoni, Guillermo Francella y Robert De Niro.