“Ser bibliotecario es una tarea muy linda y poco reconocida”, advierten

Norma Cancino, bibliotecaria de La Matanza y secretaria general del Sindicato de Trabajadores Bibliotecarios de la Argentina, analizó la situación del sector.

Este martes 13 de septiembre se conmemora el Día del Bibliotecario y, en ese contexto, Norma Cancino, bibliotecaria de La Matanza y secretaria general del Sindicato de Trabajadores Bibliotecarios de la Argentina, en comunicación con El1 Digital, analizó la situación del sector. “El reconocimiento del oficio y de la formación bibliotecaria es, mínimo, de tres años en un instituto terciario no universitario, que serían los Institutos de Formación Docente y Técnica que hay a lo largo y ancho del país y que son de gestión pública. Y también hay una formación universitaria, hay títulos de posgrado, hay profesorados de Bibliotecología”, comenzó.

"En las escuelas, uno de los primeros trabajos que uno tiene y que ocupa más egresados de la carrera es, justamente, el trabajo de bibliotecario escolar, tanto en el nivel primario como en el secundario. Pero también tenemos bibliotecarios en el nivel terciario, en universidades, en unidades carcelarias en que, justamente, se estudia, se completan estudios o se cursan carreraras universitarias, que también es otra posibilidad dentro de las unidades carcelarias”, recordó Cancino.

“Ser bibliotecario es una actividad muy linda y poco reconocida en las escuelas, donde hoy, desgraciadamente, se le imponen al bibliotecario tareas que no corresponden, en desmedro, justamente, de las tareas que son propias de su actividad y que demandan su tiempo. La tarea del bibliotecario no es solamente asesorar sobre libros o prestarte información, sino también escuchar al usuario, que muchas veces en esa búsqueda quizás necesita un momento de escucha. Los bibliotecarios somos un poco invisibilizados”, enfatizó.

Bibliotecas populares

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Por último, Cancino puso el foco en la situación de las bibliotecas populares: “Argentina es el único país que tiene bibliotecas populares donde la comunidad conforma una comisión directiva. Eso es muy enriquecedor porque es organización desde la base, desde la sociedad misma que, ante la falta del Estado -porque donde hay una biblioteca popular debería haber una biblioteca pública- conforma una biblioteca con la donación de los mismos vecinos, de otras instituciones”.

“Estas bibliotecas populares reciben un monto mínimo de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), que protege a las bibliotecas populares, porque dentro de sus condiciones está que la biblioteca popular tenga al frente un bibliotecario con título”, destacó.

“El problema es que ese bibliotecario con título, más allá de ese recurso que le llega a través de la CONABIP, no cobra, no tiene un sueldo fijo. Ese bibliotecario, junto con esa comunidad que ha conformado la biblioteca para beneficiar a todo el que quiera utilizar sus recursos, termina siendo el que tiene que generar otras alternativas, como talleres, para obtener algún tipo de sueldo”, resaltó.