Ricardo Güiraldes, entre la pampa y el mundo
El autor de “Don Segundo Sombra” fue mucho más que un representante del género gauchesco. Su condición de viajero incansable lo convirtió en un embajador de la cultura local y un puente con otras tradiciones. Fue mentor de Roberto Arlt e introdujo el tango en Paris.
Por Daniel Artola
El 13 de febrero de 1886 nació en Buenos Aires el escritor Ricardo Güiraldes, reconocido por su novela “Don Segundo Sombra”, una obra clave de la literatura argentina. Su vida fue un constante viaje, ya que, a poco tiempo de nacer, su familia se mudó a Paris y si bien regresó al país, las visitas a Europa se repitieron en varias oportunidades. Ricardo repartía su tiempo entre la casa de Caballito de sus abuelos y la estancia “La Porteña” de San Antonio de Areco, su lugar en el mundo. Estudió arquitectura y derecho, pero la literatura fue más fuerte. Fue un integrante de las clases altas de fines del siglo XVIII que estudió arquitectura y abogacía.
Para María Elena Babino, historiadora del Arte (UBA), Güiraldes “tenía alma de proa” por su “condición viajera”. Esa curiosidad por otros lugares “le confirió una mirada cosmopolita sin olvidarse de lo local”, definió la especialista, en una conferencia organizada por la Universidad Nacional de San Antonio de Areco. Además, Babino destacó la influencia que tuvo de parte de artistas plásticos residentes en Mallorca, y del ballet ruso de Vaslav Nijinsky.
Según contó Victoria Ocampo, Güiraldes fue un buen guitarrero que cantaba canciones criollas y un eximio bailarín de tango. Según la fundadora de la revista “Sur” a él se le debe la llegada de la música del 2 por 4 a Paris y su posterior aceptación en las clases altas porteñas. Triunfar allá, para ser reconocido acá. Una parábola bastante repetida.
El amor de Adelina
Ese espíritu inquieto encontró en Adelina del Carril su pareja ideal. La novia era integrante de una familia que le escapaba al frío y, por eso, vivía seis meses en Buenos Aires y el resto del año en Paris. Los gustos hay que dárselos en vida. Juntos conocieron la India, y practicaron el hinduismo. Los novios se casaron en 1913 y en esa celebración participó como acompañante del coche nupcial, Segundo Ramírez, peón de la estancia familiar “La Porteña” de San Antonio de Areco. Ramírez sirvió de inspiración para el personaje del resero “Don Segundo Sombra”.
Dos gigantes, unidos por la literatura
1926 no pasó desapercibido en el calendario de la literatura argentina. Ese año se publicaron “El juguete rabioso” de Roberto Arlt y “Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes. Dos escritores argentinos de distinta personalidad e intereses dejaron para los tiempos un legado importante.
Si bien procedían de orígenes antagónicos, uno de condición proletaria y el otro de cuna de oro, supieron encontrarse en el respeto mutuo. Güiraldes fue mentor de Arlt y hasta le sugirió el título de la novela. De hecho, “El juguete rabioso” está dedicada en agradecimiento a Güiraldes.
La novela relata la vinculación entre la figura del maestro y el alumno. El narrador y protagonista se llama Fabio Cáceres, un joven que desconoce su origen, anda perdido, y encuentra en el gaucho un referente que le enseña las tareas del campo, pero, al fin de cuentas, se convierte en un ejemplo de vida. Como curiosidad, fue escrita en parte en Europa entre las idas y vueltas del viajero frecuente.
El libro recibió el apoyo de los lectores y comentarios del mundo intelectual. Para Borges, Güiraldes resignificó la imagen, hasta ese momento brutal, del gaucho”. Por otro lado, Leopoldo Marechal, destacó que “el autor destierra ese tipo de gaucho inepto, sanguinario y vicioso que ha loado una mala literatura popular", según aparece en el prólogo de la edición del libro hecha por Greisen Media en 2010 y citada por raicesdetradicion.blogspot.com
Es verdad que es muy importante el comienzo de un cuento o una novela para despertar el interés del lector. Hay muchos inicios inolvidables que se recitan sin errores por su belleza y su contundencia. En el caso de “Don Segundo Sombra”, se recuerda la frase final.
“Di vuelta mi caballo y, lentamente, me fui para las casas. Me fui, como quien se desangra”, dice Fabio, el protagonista.
Güiraldes falleció en Paris, el 8 de octubre de 1927, por un cáncer de garganta. Tenía 41 años. Tras la desgracia, Adelina se radicó en la India, se volvió devota de Sai Baba, adoptó un niño. La mujer mantuvo viva la figura del “dandy” más gaucho que conocieron estas pampas.