Juan Rodó: “Busco imprimirle credibilidad y profundidad emocional a Drácula”

Protagonizará “Drácula, el musical” en la función inaugural del Teatro Universidad. Adelantó sobre la presentación del espectáculo en el nuevo espacio cultural de esta Casa de Altos Estudios. Las preguntas y respuestas que atraviesan su trayectoria y los ejes que pondera en la formación.

Juan Rodo Drácula

A partir de la función inaugural del Teatro de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), que sucederá este jueves por la noche, cada vez que los espectadores se sienten en las butacas de la sala experimentarán inolvidables viajes que se desarrollarán sobre el escenario. El primer destino será Transilvania, a través de la puesta en escena del acontecimiento teatral del año: Drácula, El Musical, escrito y dirigido por Pepe Cibrián y Ángel Mahler.

Por lo tanto, el público se adentrará en la misteriosa morada del conde vampiro, interpretado por el versátil Juan Rodó, quien transitará entre la humanidad y la monstruosidad del personaje. El actor y cantante protagonizará nuevamente esta trascendental y vertiginosa historia, en la que confluyen el amor, la inmortalidad, la pasión, el poder y el sacrificio.

¿Qué te representa protagonizar el espectáculo inaugural del Teatro Universidad?

Estamos en el marco de la Gira Despedida - 30 años de Drácula, que es la obra, y a su vez el personaje, de mi vida, así que es estar despidiéndome y presentando este festejo tan importante. Tener la posibilidad de estrenar el teatro de la Universidad es un privilegio, un orgullo, y que además sea con este espectáculo me parece muy significativo. Pisar un escenario es un milagro, y que sea en un espacio nuevo es como bendecirlo. Siempre el actor celebra conocer salas, pero estrenar es algo que no ocurre a menudo. Por otro lado, que una Universidad tenga un teatro implica una infraestructura que no es normal que exista, me parece algo maravilloso. Que se piense en un espacio para el arte habla muy bien de la Universidad Nacional de La Matanza, que abre las puertas al teatro, al cine y a cualquier expresión de este tipo.

Drácula es un fenómeno teatral, ¿qué factores considerás que lo construyen?

Somos los primeros sorprendidos, porque yo hice todas las funciones desde que se estrenó, nos fue siempre muy bien, pero tengo el recuerdo de haber llenado salas y que sea una celebración fenomenal en los años 1991/92, o sea muy al comienzo. Luego le fue muy bien, compitiendo con las obras del momento, pero, en este caso, se siente que vuelve a resurgir el fenómeno y explota por todos lados. Se genera una celebración como si la obra fuera un estreno, pero tiene 30 años, por lo que trascendió las épocas y hoy se festeja no solo como una despedida sino también como la bienvenida de un espectáculo que todos quieren ver. Aborda una temática muy romántica y actual, Drácula da su inmortalidad por amor, pero, ¿qué seríamos nosotros capaces de dar por amor? Deja ese interrogante…

En los 90' fuiste elegido para participar del espectáculo tras multitudinarias audiciones…

Recuerdo que no sabía bien qué es lo que iba a suceder, parecía una obra muy prometedora, pero no tenía conocimiento de lo que era un musical en ese momento, sí tenía experiencia con la ópera, y sentía que era algo que iba a ser distinto, sorprendente, apasionante y muy grande. Vivía el apasionamiento en los ensayos, metiéndome en el Luna Park por horas, y adentrándome en la magia de una obra misteriosa que me generaba mucha expectativa. En mi caso, pasé por ocho audiciones largas y, después de la selección de todo el elenco, arrancó el proceso de selección de personajes. Cuando quedé como Drácula no entendía nada, de alguna manera lo quería, pero sentía que quizás podía haber otras personas que lo podían hacer mejor que yo, uno siempre descree de uno mismo, aunque tenía las ganas de hacerlo. Sentía que tocaba el cielo con las manos, volaba, no podía concebir ser la cabeza de semejante obra, en la que ya me contentaba con ser parte del elenco.  

Tras diversas temporadas, ¿con qué reconectás, y qué descubrís, en cada ocasión?

Llevo más de 3.000 funciones, por lo que, a la 200, ya podría estar repetitivo, pero no, siempre intento buscar novedades, ese es mi desafío. Siempre me interesó mucho recrear el personaje, entonces, cada vez que volvía, después de un tiempo de no hacerlo, con años de vida y experiencias nuevas en el medio, todo eso me confería otra madurez y hondura. Lo que busco en Drácula es imprimirle al personaje una profundidad emocional mayor y, sobre todo, una credibilidad, que no sea solo un personaje de ficción, que sea lo más real posible. Porque quizás uno se imagina un vampiro como el típico monstruo chupasangre, pero este Drácula tiene una parte de humanidad que se combina con la monstruosidad.

Prestigio en escena

Además de Rodó, el reparto de Drácula, el musical está conformado por: Cecilia Milone, como Mina, Mariano Taccagni, como Jonathan, Penélope Bahl, como Lucy, Adriana Rolla, como Nani, Gastón Avendaño, como Van Helsing, y gran elenco.

A lo largo de tu trayectoria interpretaste personajes icónicos dentro del teatro musical…

La posibilidad del matiz necesario y distintivo para cada personaje siempre es un desafío. Cuando me asignan un papel nuevo está el miedo de '¿lo encontraré?', '¿podré?', sé que soy capaz de cantarlo o interpretarlo, pero lograrlo es un reto del que uno nunca está seguro. Trabajo desde esa inseguridad, del miedo a no llegar, la no confianza para concretarlo, que hacen que lo aborde desde un lugar distinto. Hay gente que es más autosuficiente y cree que puede lograr todo lo que se proponga, yo soy al revés, más cauto, y pienso que voy a tener que trabajar mucho para conseguir determinado personaje, por más que piense que puedo hacerlo. Y en todos los casos me han llevado a caminos interesantes, de desestructuración, por ejemplo, Drácula me marcó mucho, y sacármelo del cuerpo fue difícil, pero me encontré dentro de la versatilidad que mi carrera me ha obligado a tomar, experimentando rumbos distintos y enriquecedores.

Asimismo, formaste parte de diferentes proyectos de ópera…

¡La ópera me apasiona! Allí descubrí el teatro cantado, y luego conocí el musical, que es como un primo hermano. Me gusta la idea de actuar cantando la música tan trascendente que habita en las óperas. Amo la posibilidad de hacerlo sin micrófono y hacerme escuchar con la voz natural proyectada sobre una orquesta, me parece que es un milagro acústico. Y considero que los compositores que escribieron para ópera pensaron en el lucimiento del cantante y en cómo producir ese milagro, de la fusión de la música clásica puesta a favor de la voz y la actuación cantada, interpretando tantos personajes históricos como hay, de la mano de grandes autores.

En el transcurso de tu camino, ¿qué preguntas te fuiste haciendo y qué respuestas fuiste encontrando?

En muchos momentos me he preguntado si realmente tenía las condiciones para hacer esto, y quizás en ciertas ocasiones la respuesta hubiese sido 'No, no tengo las condiciones absolutas'. Creo que hay gente que, ya de arranque, tiene mejores condiciones que yo, y lo vivencio hoy. Hay alumnos míos que, haciendo retrospección, están en mejor posición que yo cuando empecé. Lo que logré fue por mucho esfuerzo, no porque tenía las condiciones a flor de piel. Eso me ha convertido en un gran maestro, no por mis virtudes sino por mis falencias, y uno aprende de eso, de la no seguridad, de no contar con todo servido en bandeja, sacrificándose para lograrlo. Por supuesto hay cosas que sigo buscando, y el mejor sonido todavía no lo encontré. Esa inconformidad es un poco la zanahoria que me pongo para seguir con el espíritu de búsqueda y sorpresa activo.

Dirigís tanto un Estudio de Canto como una Escuela de Teatro Musical, ¿qué ejes resaltás en la formación?

Por supuesto hay que valorizar el talento que uno tiene, pero, sobre todo, privilegiar la disciplina, que me parece que es la columna vertebral de todo aprendizaje. Especialmente en lo artístico, que tiene que ver con algunos procesos concretos, vinculados a las herramientas del cuerpo, y también hay evoluciones más abstractas, referidas a lo emocional, al viaje hacia el interior de uno, a la vivencia y la sensorialidad. Esos aprendizajes a veces no son medidos cuantitativamente, sino cualitativamente, y considero que se logran con una profunda humildad y un reconocimiento a la disciplina de trabajo, más allá del talento que uno tenga. En esta área uno nunca termina de aprender. En una universidad o en una escuela se puede terminar un proceso, pero no concluye el aprendizaje, ya que continúa toda la vida y uno sigue descubriendo.

Lo que viene

Además del aniversario de Drácula, este 2022 la Escuela de Teatro Musical de Juan Rodó está cumpliendo diez años. En el marco del festejo, el equipo trabaja en la preparación de cinco musicales integrales, de obras de Broadway, cuyas funciones serán a fin de año.