Miguel “Rep” Repiso: “A ese casi todo terreno que soy, le tengo que poner límites yo”

El dibujante y humorista gráfico despliega su talento entre diarios, libros, revistas y murales. Se refirió a su desempeño a la hora de abordar diversos proyectos y habló de su último libro, que cuenta la vida de Maradona. Sus primeros acercamientos al dibujo y la búsqueda de un lenguaje que complemente el trazo con la palabra.

Miguel Rep Repiso

Hay artistas que a raíz de sus obras consiguen que el público no solo se sienta interesado y a gusto con un trabajo en particular, sino que, además, sea cautivado y sorprendido por cada una de sus propuestas. Uno de esos artistas es el dibujante y humorista gráfico Miguel Repiso, conocido popularmente como “Rep”, que ha desempeñado diferentes recursos y técnicas en sus numerosas creaciones, las cuales son disfrutadas por la gente en soportes impresos y digitales.

En el transcurso de su camino artístico, “Rep” publicó en diarios y revistas nacionales y del exterior, llevó a cabo libros de autoría propia y también participó con sus ilustraciones en los de otros escritores, realizó murales en diferentes ciudades, diseñó portadas de discos y afiches para películas, y obtuvo premios nacionales e internacionales. 

¿Seguís una dinámica similar al dibujar o para cada obra encarás un proceso distinto?

Cada trabajo que abordo me resulta un salir del anterior, y es distinto. Si bien sigo siendo el mismo Miguel, no puedo tener el mismo estilo ni los mismos recursos técnicos en una ilustración literaria como hago en Página 12 para ilustrar Verano 12, que es un cuento por día, que con la tira, o con las animaciones semanales para Télam, me tengo que salir del ropaje anterior e inmiscuir en el otro. Lo que más me cuesta es lo nuevo, donde trato de no utilizar las mismas armas que en las otras expresiones, cada tema es una expresión distinta que requiere una técnica distinta. Cada una me lleva otro proceso mental, otro proceso en la mano, por lo que me olvido de todo lo anterior. Es un lío en el cual me metí yo, porque así es mi personalidad, se da por mi versatilidad personal o de saltimbanqui, y también me tientan desde otros mundos, por ejemplo, me llaman para hacer algún afiche para cine, para estar en un documental biográfico, y así, a ese casi todo terreno que soy, le tengo que poner límites yo. Y para cada una de esas cosas, si no tengo algo de recurso, lo tengo que inventar, ¡realmente me gusta ser así!

¿Qué te significó llevar adelante la biografía ilustrada de Maradona? 

Todavía no sé lo que me significó porque lo estoy recorriendo. Un libro no es que uno lo saca y se olvidó, sino que lo saca y después empieza la recorrida, la militancia para que ese libro hable, y uno quiere saber qué opina la gente, requiere poner el cuerpo. Así que todavía estoy asimilando su aparición en mi vida, qué significa que me lo hayan pedido, que haya aceptado y que lo haya hecho, que luego se difunda y pertenezca también a los demás, porque si queda solo en mi envoltorio no voy a aprender nada. Diego Nacido Para Molestar es un libro con un afán popular, no es elitista o de autor absoluto, yo como autor me diluyo en la personalidad de otro, que a su vez está diluido en un imaginario popular, así que soy una especie de médium de esas instancias, pasando por una vida absolutamente rica, brillante y llena de claroscuros como la de Diego, con eso hago una biografía dibujada, hago humor, que es mi lenguaje.

Además, ilustraste clásicos de la literatura universal como Don Quijote de la Mancha y La Divina Comedia ¿qué tuviste en cuenta al realizar sus tratamientos gráficos?

Ese es un ejemplo gráfico de lo que es mi tratamiento en distintos temas. Elegí hacer El Quijote en el 2004 y, diez años después, La Divina Comedia. Los dos tienen un tratamiento absolutamente distinto que deriva de la lectura misma. La primera es jolgoriosa, paródica, colorida, y me pareció seguir esa mano y esa voz de Cervantes y de los personajes, me salió algo muy festivo y, dentro de lo que es el corpus gráfico, experimenté cosas como el collage, el color aplicado, el blanco y negro, pero siempre con un espíritu y una emoción uniforme para el trabajo que duró casi un año. En cuanto a la segunda, era otra cosa, el tratamiento era muy tortuoso, se le dice comedia porque termina bien pero, en realidad, es una tragedia absoluta, encima tiene un lenguaje medieval, por lo que se hace todo mucho más abigarrado, ahí me salió un estilo más oscuro, de medio tono, más blanco y negro. La pasé mucho mejor con El Quijote, de hecho sigo dibujando Quijotes cada vez que me piden, y a La Divina Comedia me cuesta volver, si alguna vez regreso es porque tengo una lectura complementaria a la que tuve, ya que al estar trabajando solo un año con esa obra no terminas de raspar la superficie, es muy compleja. 

Si pasamos de los libros, diarios y revistas a las grandes dimensiones, como los murales, ¿de qué manera influye el tamaño a la hora de plasmar tus obras?

Yo me formé para pequeños formatos, ya sea el diario, la revista o los libros, que tienen un tamaño limitado, tienen que ver con las manos, en cambio el mural tiene que ver con la perspectiva, los ojos, varios cuerpos mirándolo y no teniendo que ojear ni comprar una publicación. El mural es algo que irrumpe a la vista de todos y debe tener una impronta muy distinta, cada vez que me meto en uno me concentro en eso, en poner el cuerpo, algo que no ocurre en el dibujo del tablero, porque ahí uno solo pone la cabeza y la mano, es lo más cómodo para mi cuerpo, ya que está vinculado a la hoja, al escaneado, a pintar en PhotoShop o con pinceles, siempre al alcance de mi ojo y mi mano, mientras que, un mural casi siempre implica un viaje, un traslado de mi cuerpo y herramientas, alejarme y acercarme, seguir los accidentes que tiene una obra de este tipo. Ahí uno no domina todo, a veces el pincel se resbala, o la gota cae, por lo que hay que seguir esa peripecia, ver dónde deriva, eso también lo hace más libre.

¿Cuál es tu primer recuerdo vinculado con lo que hacés?

¡Las revistitas que hacía de niño! Ese era mi deseo, hacer revistas, ni siquiera hacer dibujos, y en ellas metía mis dibujos, por supuesto muy primitivos, pero ya con un afán de comunicación, de que se entienda el chiste y la historieta. Cuando hacía revista de historietas sí me costaba mucho, porque la historieta es una labor que hay que aprender con el tiempo, narrar con cuadritos, tener una especie de continuidad de personajes, así que ahí la pasaba peor, pero eran ejemplares únicos de papel abrochado que mostraba a mis amigos y familiares. Ahí ya tenía unas ganas fervientes de hacer eso toda mi vida, de salir en las publicaciones, imprimir, que sea más de un ejemplar. Publiqué un dibujo a los 14 años y ahí ya quise otra cosa, no hacer mi revista sino colaborar adentro de ellas. Después logré de alguna manera concretar el sueño de la infancia con libros como Evita Nacida Para Molestar, o el de Diego…, ya que son publicaciones todas mías, hasta el formato. Si bien todavía no saqué una revista, a veces tengo fantasías de hacerlo, es un momento en el que están en retroceso, me llegó tarde, hoy lo que más hay que hacer es trabajo para lo digital, es nuestro destino…excepto para los libros.

¿Qué preguntas te fuiste haciendo, y qué respuestas fuiste encontrando, en esta profesión?

En algún momento me habré preguntado si soy un dibujante dotado, y la respuesta es 'No'. Soy un laborioso y con esas limitaciones que tengo y que conozco trato de encontrar expresión, yo ya nací con un potrero limitado en ese sentido, y lo que hago es meterme en desafíos que expresan con este escaso dibujo que tengo la mayor posibilidad, y por eso también transito la palabra, para expresar aquello que en dibujo todavía no conquisté. Uno tiene una idea y hay cosas que dice la palabra que no debería decir el dibujo, y viceversa, esa es mi pregunta quizás, '¿Podré llegar a ese lenguaje complementario donde yo diga una cosa con el dibujo que requiera de palabras que no redunden, y viceversa?'. Eso sería, para mí, un lecho de muerte, donde diga 'Me voy pipón, hice algo que quería, no redundé en palabras lo que decía el dibujo, no redundé en dibujo lo que debería haber dicho en palabras'. Eso creo que sería mi felicidad laboral.    

Del tablero y los murales, al micrófono

El holograma y la anchoa. Ese es el título del programa radial emitido por la AM 750 (también disponible como podcast en Spotify), donde Rep entrevista a personalidades de la cultura. Sobre su interés por este rol, contó: “Tiene que ver con una curiosidad que es preguntar el trámite creativo a gente, y por supuesto es una devolución a mi deuda eterna con la radio, porque es una gran compañera, siempre lo fue y lo será. Ahí me gusta mucho graficar por medio de palabras, la radio me está obligando a tener cada vez más vocabulario, y eso después también me enriquece en el mundo gráfico, es saber preguntar, repreguntar y aprender del otro. Además, la radio me derriba prejuicios, puedo decir, '¡Mirá a quién le hice una entrevista!', a alguien que hace 10 años quizás ni siquiera me hubiera acercado. Hoy no tengo ningún prejuicio, puedo llegar a hacerle a cualquiera que me despierte algún tipo de curiosidad”.

Pasado matancero

Entre los años 1980 y 1983, Miguel vivió en el Distrito, precisamente en Aldo Bonzi. Sobre su residencia, recordó: “Es una zona que recontra conozco y he caminado mucho. Mi familia volvió de Corrientes para vivir en Aldo Bonzi, yo ya estaba en Buenos Aires, así que cuando ellos volvieron y nos reencontramos para mí fue una zona feliz”.