Héctor Larrea: “Le entregué mi vida a la radio porque la radio me dio mucho”

El querido y prestigioso conductor y locutor visitó Radio Universidad. Participó de un emotivo reportaje abierto en el que recorrió su emblemática trayectoria. Su pasión por la radio y el rol del medio de comunicación en su vida.

Héctor Larrea Radio Universidad

Con su carismática y notable voz no solo se ganó un lugar privilegiado en la memoria emotiva del público, sino que también se convirtió en uno de los hacedores fundamentales de la historia de la radiofonía argentina. Se trata del querido y prestigioso conductor y locutor Héctor Larrea, quien se retiró de la radio a fines de 2020, tras haber construido una célebre trayectoria profesional. Desde que se recibió en el ISER hasta que, casi seis décadas después, se despidió del aire con los ciclos El carromato de la farsa y Gardel por Larrea, el comunicador dejó su sello en diferentes emisoras radiales y canales televisivos.

Este miércoles por la tarde, Larrea visitó las instalaciones de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y fue protagonista de un reportaje abierto, entrañable e inolvidable, que tuvo lugar en el estudio de Radio Universidad y contó con la conducción de Ariel Dell' Aquila. Asimismo, estuvo presente Jorge Marchetti, el reconocido guionista y humorista de radio y TV que trabajó durante 42 años con Larrea. “Decir Universidad Nacional de La Matanza es decir un paso adelante permanente de todos los argentinos”, ponderó el prócer de los medios.

-¿Cuándo nació tu amor por la radio?

-Desde que tengo uso de razón escucho mucho. En Bragado, cuando era chico, mi papá compró una radio, y yo crecí escuchándola junto a mi familia. Mis padres eran seres angélicos, por lo buena gente, el amor que me dieron y lo bien que me enseñaron, en mi casa nunca se faltaba el respeto. Y seguí escuchando hasta que mi papá murió, era un dolor extraordinario. Mi madre no sonreía nunca, no tenía consuelo, y la radio no se podía escuchar. Un día, una tía me dijo 'ya pasaron tres meses, preguntále a tu mamá si podés prenderla'. Le consulté, y ella, con esa cara de profundísima tristeza, que no olvidaré nunca, me dijo que sí, como diciendo 'nada me importa del mundo'. La puse y había una audición de humor farsesco llamada El relámpago, cuando me di vuelta, mi madre estaba sonriendo. Allí me convencí de que la radio curaba, por lo menos podía cambiar el estado de ánimo. Pensé '¡qué lindo sería hacer radio para alegrar la vida de la gente!' Así que, cuando cumplí diez años, decidí ser locutor, aunque faltaba un largo trecho.

-Se dice que, en dicho medio de comunicación, Carrizo aportó la difusión de la cultura; Fontana, el show; y Larrea, el entretenimiento…

-Yo no soy periodista, entonces no tenía esa parte a cargo mío, es un tema muy complejo en el que no quería, ni sabía, entrar. Lo bueno era separarme de eso, me quedaba con la música, los comentarios que pudieran ser creativos y recreativos y, sobre todo, el humor. Era una actualización del humor farsesco, en el equipo no hacíamos chistes, sino lo que nosotros llamábamos pasos de comedia. En todo había una argumentación y personajes. Todos leían algo armado, con gran espontaneidad.

-¿Qué representó la radio en tu vida?

-Yo le entregué mi vida a la radio porque la radio me dio mucho. Recuerdo que, socialmente, la gente se movía de una manera distinta a como lo hacía yo con mi mujer y mis hijas. No sé cómo me aguantaron porque no íbamos a ninguna parte, nos invitaban a fiestas y, si no era sábado, yo no iba, porque me importaba mucho la radio. Cuando empezaba el programa a las 7 de la mañana, me levantaba a las 5. Vivía en Martínez, estaba a diez cuadras de la vía, entonces corría desde mi casa hasta ahí, volvía, me duchaba y salía para la radio. Por otro lado, algo que caracterizó a todos los elencos que tuve fue la armonía, en lo humano y lo profesional, nos queríamos. Uno tiene que querer a sus compañeros, tiene que haber coordinación en el equipo, sino las cosas no salen bien.

-¿Sos consciente de que mucha gente se ha formado en esta profesión al lado tuyo?

-Nunca llegué a evaluarlo porque no tengo elementos para hacerlo. Lo que yo sabía era que lo que hacíamos nosotros iba a divertir a la gente, que se iban a sentir bien, desde adentro, por la música y el humor. Muchos me dicen '¡yo lo escuchaba!', y fueron muchos años, pero qué tipo de comunicación recibieron, no lo sé. Sí sé que muchas personas se han divertido, eso sí. De hecho, lo mejor que se puede obtener en cualquier cosa que se haga por radio, sea en AM o FM, en el año 2022 o en 1950, es que la gente se sienta entretenida.

-En la televisión también hiciste éxitos, ¿cómo llegaste a la pantalla chica?

-Yo era un bicho raro, que venía de Bragado a hacer el ISER, con un programa ya pensado bajo el brazo. Empecé a trabajar en radios chicas para gente que organizaba bailes, yo les producía, y le contaba a uno de los dueños que quería hacer un ciclo en Radio El Mundo. Él me dijo '¿por qué crees que te van a dar un espacio ahí si no te conoce nadie? Para que te conozcan, tenés que trabajar primero en televisión'. Y yo no había visto nunca, porque en la pensión en la que vivía el televisor solo estaba en la sala de la dueña, y en Bragado no había. Él me invitó a su casa para que viera lo que era, y me acuerdo que apareció en pantalla el locutor Fito Salinas. Luego, un amigo que trabajaba conmigo de operador en una radio me comentó que su hermano era gerente de producción de canal 13, y me consiguió una entrevista. Cuando fui, quien me recibió había sido operador de radio, conocía del tema y me planteó 'tiene suerte usted, porque en las reuniones gerenciales semanales el dueño del canal nos dijo que vayamos pensando en renovar el elenco de conductores'. ¡Más suerte no pude tener! Se necesitaban animadores jóvenes para incrementar lo que ya había, que eran todos buenos, así que me llamaron y arranqué.

-Y ahí fue tu pasaje a la radio…

-Sí, dos años después. Porque antes, uno hacía televisión y había cuatro canales, sin cable, entonces, a los tres días ya te conocía todo el mundo. Cuando ya había hecho un montón de programas en Canal 13, le dije al gerente de Radio El Mundo qué programa quería hacer. Pero no me dieron las dos horas que pedía, porque querían saber qué traía. Por lo tanto, me dieron media hora y anduvo bien, al mes me brindaron una hora, después dos horas, y así. El nombre del programa Rapidísimo surgió porque, al principio, teníamos que hacer todo en media hora.

-Respecto a la música, ¿a qué se debe tu pasión por el tango y por Gardel?

-Una vez le preguntaron a un experto en lírica quiénes eran los mejores tenores. Él respondió 'está José Carreras, Plácido Domingo…”. Alguien estaba asombrado de que no nombrara a Pavarotti y le preguntó por él, a lo que el experto respondió '¡Ah no, Luciano es Luciano!'. Y Gardel es Gardel, lo escucho todas las noches, por lo menos un disco entero, o diez temas, porque no he escuchado jamás en la música argentina, que quiero tanto, un cantor como ese. Le descubro cualidades todos los días. Además, hay algo que tiene que ver con la técnica. Conocemos un Gardel, primero, con grabaciones acústicas y, después, eléctricas. Era una la técnica con la que se grababa, había muchas deficiencias, y se notaban más los agudos que los bajos. Luego, cuando se hicieron las remasterizaciones no se obtuvo un 100%, pero se descubrieron cosas que antes no, por eso se dice '¡cada día canta mejor!'

-Si pensamos en el presente de la radio, ¿cuál es tu mirada?

-Los medios son dinámicos, pero tienen características especiales. A veces parece que el medio tarda en cambiar, ya sea la radio, la televisión o la gráfica. Pero, centrándonos en la radio, como es dinámica, está en permanente cambio, que es algo muy silencioso y poco visto. Los conductores de los programas que hay ahora son los que interpretan a la gente, es más, vengo escuchando desde hace meses locutores que no hablan como locutores, sino como personas que están conversando en la casa, en el bar, o en cualquier lugar, inclusive sin la voz colocada, que parece ser que no es necesario. Ahí están los cambios. Hay muchas cosas que nos van a gustar, muchas otras que no, pero eso sucedió siempre.

-¿Te quedó algo pendiente por hacer en los medios de comunicación?

-¡Nada! En el 2020 consideré que estaba todo hecho, que mi misión estaba cumplida, y que mis energías habían cumplido. Tenía que irme, se cumplían 60 años. Ir más allá de ese tiempo, para mí, era una grosería y una falta de respeto a la suerte que había tenido porque, como dijo el gerente de Canal 13, '¡tiene suerte, usted!' Hay un factor suerte que es muy importante en todo en la vida, porque si no la tenés, a lo mejor te va a faltar capacidad de discernimiento. Creo haber tenido la suerte de haber discernido bien cuando resolví retirarme.

El legado del maestro: el cálido recuerdo de sus colegas

Mónica Gutiérrez - periodista: “Con Héctor nos hemos cruzado en muchas circunstancias, pero yo guardo en mi corazón el recuerdo del móvil de Rapidísimo en la mañana de Radio Rivadavia, cuando yo tenía alrededor de 20 años. Fueron épocas intensas, a comienzos de los 80', que corríamos de un lado a otro cubriendo notas, con nuestros auriculares y micrófonos, sabiendo que siempre volvíamos al móvil y estaba él del otro lado, con su sonrisa, apertura, vitalidad, y esa cosa encantadora que tenía frente al micrófono y fuera del mismo, en la vida. Guardo a Héctor en mi corazón como uno de los mejores momentos de mi vida profesional”.  

Liliana Parodi - periodista, locutora, productora: “Arranqué en Radio Rivadavia y sentía que estaba jugando en la Selección, después todo me parecía poco en la vida. Comencé con Cacho, Antonio y Héctor, ¡para mí fue la gloria! Me iban rotando como productora y, cuando me tocó ir a la mañana, recuerdo que Héctor era el primero en llegar. Era una ceremonia, no había Internet ni celulares, y él ya sabía todo lo que iba a pasar en esas cinco horas de programa. Él es quien es porque trabajaba buscando la perfección, el detalle, nada era librado al azar. Ahí radica la diferencia y la permanencia en los medios. Nosotros éramos sus alumnos, él nos inspiraba, pero no estaba dándonos lección, veíamos en el ejemplo por dónde había que ir con la cuestión. La gente que escucha radio o ve televisión ignora los detalles, pero los percibe, sabe quién trabajó para brindarle ese rato de entretenimiento, noticia y emoción”.

Margarita Jung Wa Lee (Señorita Lee) - actriz y psicóloga: “Cada vez que nos reuníamos con Héctor en el maravilloso programa Seis para triunfar, yo iniciaba nuestra conversación con una frase particular. Se producía mágicamente un diálogo en coreano y en español, dos idiomas tan diferentes, y dos culturas. Así y todo, hemos podido conquistar al público. Le deseo mucha armonía en su vida y muchos mimos que se los merece. Lo abrazo con toda mi alma”.  

Alejandro Dolina - conductor, escritor, cantautor: “No me considero amigo de Larrea, pero sí he notado su aprecio y lo he querido mucho, primero como oyente, como alguien que ha disfrutado muchísimo de su palabra, uso del idioma, excelencia en el ejercicio de la profesión y preferencia por la música que yo amaba. De todo eso he disfrutado durante muchos años. Y, después, lo he conocido, tuve el honor de que visitara mi programa, no como entrevistado, sino como alguien que venía a verlo. Le envío un abrazo muy grande, profundo y significativo”.

Lalo Mir - locutor y conductor: “Le envío un gran saludo y fuerte abrazo a Héctor. Un grande de la radio, de todos los tiempos, y un maestro para todos nosotros. ¡Arriba las antenas, viva la radio por siempre! Recuerden que la radio es la resistencia”.

Jorge Chamorro - periodista: “Soy de la generación que lo poco bueno que tengo lo aprendí por ósmosis de Héctor, Carrizo y Fontana: miraba lo que hacían ellos, la Santísima Trinidad. Cuando quiero presumir de algo, digo que empecé con ellos”.

Una significativa pieza

En el marco de su presencia en la UNLaM, autoridades de la Institución le otorgaron una placa a Larrea, cuyas palabras aluden a su destacada trayectoria en los medios, fomentando el arte y la cultura. Asimismo, allí se destaca su persona como fuente de inspiración para muchas generaciones de profesionales en el ámbito de la comunicación.

“Hoy, es un día muy importante para mí. Para cualquier argentino conocer la Universidad Nacional de La Matanza es una satisfacción que pasa lo material, va más allá, a lo espiritual. La visita a este lugar no la olvidaré nunca, si no estuviera la UNLaM, algo faltaría en el país. Entonces, que me hayan invitado, me hayan hecho mimos y me trataran como me trataron, es un gran orgullo, estoy muy agradecido”, valoró Héctor.  

Una visita emblemática

Si bien Larrea no hacía muchas salidas desde hacía un largo tiempo -por ciertas dificultades con el equilibrio a raíz de un problema en el oído medio-, cuando lo invitaron a esta Casa de Altos Estudios aceptó inmediatamente. “El nombre de la Universidad Nacional de La Matanza conlleva un aspecto emocional. Es una realización muy positiva a los argentinos, acá se hacen las cosas muy bien, lo sabía antes por otra gente, y ahora lo corroboro viéndolo”, elogió.

En el transcurso de su recorrido por las distintas instalaciones, pasó por la Biblioteca Leopoldo Marechal, donde se impresionó con todos los libros presentes y porque allí, donde la gente lee y se instruye, hay un montón de recursos a disposición. Asimismo, asistió al Teatro Universidad, al que calificó como magnífico. “Es un teatro moderno con una boca de escenario muy amplia, que permite cualquier tipo de realización escénica. Cuando uno entra a la sala, aun vacía, se impresiona y emociona”, resaltó.