Alberto “Paco” Fernández De Rosa: “Cuando uno escribe, pierde el poder de posesión sobre lo escrito”

El notable actor se adentra en el ámbito literario con su novela “Cada cual aguanta sus trapos”. Un balance de su experiencia con la escritura y reflexiones sobre sus motivaciones para actuar. Su función social como artista y la interacción con el público.

Alberto Fernández de Rosa Paco Principal

Si bien un actor brinda su cuerpo y espíritu para transitar un personaje, e interactúa con quien dirige la obra artística para construir diferentes aspectos de su papel, generalmente, las bases de ese sujeto ficticio aparecen, por primera vez, en las páginas de un guion. Por lo tanto, desde hace más de seis décadas, Alberto “Paco” Fernández De Rosa ha abordado las líneas de decenas de libretos para, luego, dar vida a eclécticos personajes, ya sea arriba de un escenario (El Gigante Glotón, Piel de Judas, Edipo Rey) o frente a las cámaras (La familia Falcón, Chiquititas, Brigada explosiva, Violetta).

En esta oportunidad, Fernández De Rosa puso en pausa la lectura de los libros escritos por otros para posicionarse frente a la página en blanco y desarrollar su primera obra literaria, con misteriosos personajes y situaciones. Se trata de la novela negra y thriller político Cada cual aguanta sus trapos, con distribución de la editorial 3Banderas, donde se retratan los márgenes de una sociedad corrompida.

- El relato sigue una investigación en un contexto violento...

- Hay un detective que, en realidad, es un profesor universitario que tiene una cátedra en la Facultad de Medicina y se involucra en un caso policial por solidaridad con una alumna, a quien había ayudado y apreciaba mucho. Ella era de origen muy humilde y había hecho grandes sacrificios para ir a la facultad. Frente a lo que pasa, él se da cuenta que el caso no le interesa a nadie, ni a la policía ni al juzgado, para ellos es un caso más de los que ocurren en el Gran Buenos Aires, entonces, él se pone a investigar y se mete en el tema. Por otro lado, la novela me fue llevando a contar la historia de la familia de los protagonistas, a meterme en España, en Italia, con personajes que eran hijos o nietos de inmigrantes.

- Ante el público, Cada cual aguanta sus trapos es tu presentación en la escritura literaria, pero, en el ámbito privado, ¿cuándo nació este interés?

- A lo largo de mi vida hice algunas experiencias, muy pocas, de escritura. En los años '60, tenía una columna sobre las aventuras de un personaje cómico en la revista humorística de mi amigo Geno Díaz. Después, por los años 2000, en el diario de mi Distrito, Escobar, escribí los artículos Así los conocí yo, donde conté la vinculación que tuve con personajes importantes del deporte y la cultura. Por otro lado, he militado mucho en el campo de las políticas culturales, incluso fui funcionario, por lo que tuve que redactar muchas cosas vinculadas a eso. Y cuando vino la pandemia necesité, de alguna forma, ocupar un espacio libre, entonces me puse a escribir con más ahínco, pero sin ningún rigor de trabajo. Un amigo egresado en Letras y profesor me ayudaba y, en un momento, con esos recursos que había tomado, y siendo un lector terrible de novelas policiales, continué. Hasta que, al llegar a un punto determinado, charlé con el escritor Enzo Maqueira, le mandé el material y fue su corrector. Por último, busqué la posibilidad de publicar, y descubrí la editorial 3Banderas. Presenté mi texto, lo leyeron, lo evaluaron, y me ofrecieron editarlo.

- ¿Qué balance hacés de esta experiencia literaria?

- Lo que me fijé como objetivo fue hacer una novela para entretener, como si metiera en una licuadora algunos elementos, pero, lo que descubrí de la narrativa es que, cuando uno empieza a escribir, pierde el poder de posesión sobre lo escrito. Uno da el primer paso, y la escritura el segundo, te lleva a otro lado que, a lo mejor, no tiene nada que ver con lo que planteaste en un principio, y que quizás ni siquiera habías imaginado. Esta novela tiene parte de mi experiencia de vida, es un poquito autobiográfica, otro poco reflexiva, tiene que ver con los recuerdos... Se convirtió en otra cosa de lo que esperaba, ¡y me gustó mucho en lo que se convirtió!

- Cambiando de rol, después de tantos años como actor, ¿las motivaciones para actuar siguen siendo las mismas o fueron modificándose?

- Es muy variado, es difícil contestar historiando. Hay momentos, por lo menos en mi trayecto profesional, en los que elegís lo que haces en virtud de una coincidencia ideológica o estética y, después, se convierte en un medio de vida. Entonces, uno va compartiendo algunos espacios en los que se da el gusto de expresarse artísticamente (integrando lo ideológico y lo estético) y va combinándolo con otras cosas de carácter más comercial, que es donde cobra para vivir. Esto no significa que desde el punto de vista profesional no se use la misma técnica. Yo empecé a los once años en la televisión; se han producido variaciones en algún momento. Por ejemplo, si uno está haciendo algo en tv donde gana bien, por ahí también le permite hacer algún experimento en teatro o en cine, eso me ha pasado muchas veces a lo largo de la carrera. Las expresiones más populares, en términos de consumo masivo, me han becado para hacer otras cosas que no tuvieron un resultado económico tan importante. Aunque, a veces, uno hace algo que le interesa mucho estéticamente, piensa que no va a tener una gran audiencia, y el público sí responde.

- De todo lo que vivís en tu cotidianeidad fuera de la ficción, ¿cuánto llevás a escena?

- El actor no podría actuar si no recurriera a su experiencia personal. Tiene que experimentar, observar y reflexionar todo el tiempo, leer mucho, llenarse de imágenes y sensaciones, para tener la biblioteca más amplia que pueda. Esa es la base de sustentación de la actuación, sea para las cosas más comprometidas emocionalmente, o menos, no importa, sin eso no tendría material con el cual trabajar. Y el actor tiene la totalidad de su cuerpo, con todo lo que este implica, como es lo espiritual. Siempre hay un espíritu de algo, ya sea de lucha, de solidaridad, de indiferencia, que es el que llena de sentido las acciones y el movimiento del cuerpo.

- Desde las infancias hasta los adultos mayores, seguro todas las generaciones te reconozcan por algún personaje, ¿cómo vivís la interacción con el público?

- Si es una persona muy grande, sé que me va a hablar de La familia Falcón; si es menos grande, seguro se refiera a Mesa de noticias o a ¡Grande, pá!, mientras que, si es más chica, conversará de Chiquititas o de Violetta. Entonces, por la generación a la que pertenece quien me habla, sé a qué programa se referirá. Hoy, se siguen viendo las películas de Brigada Z o de Los bañeros más locos del mundo, porque calaron muy fuerte en el público. Algo que me pasó cuando fui al supermercado es que se me acercaron unas chicas muy chiquitas para sacarse una foto conmigo y hablarme de Antonio, el personaje que hice en Violetta (2012-2015). Le pregunté a una de las mamás dónde me veían sus hijas, y me dijo que por internet. Con la tecnología, de alguna forma, estamos siendo eternos los actores, porque nos pueden seguir viendo en el teléfono, la tablet, la computadora o el televisor.

- De la larga lista de proyectos en los que participaste, si tuvieras que seleccionar tres que te hayan marcado, ya sea a nivel personal y/o profesional, ¿cuáles elegirías?

- Uno fue La Familia Falcón, que salió al mismo tiempo que el auto Falcon, cuando la Ford instaló la fábrica y largó el vehículo a la calle, de hecho, tenía la propaganda en el programa. Si bien yo ya trabajaba hacía unos años, ese fue el primer éxito que me puso en el conocimiento del público y marcó mi vida. Aprendí oficio y, además, por el éxito del programa, hicimos giras de teatro, una película y un ciclo de radio. Otro proyecto fue la obra de teatro Peligro seducción, donde Rodolfo Walsh formó parte del equipo de trabajo, porque había cuentos cortos suyos, y los actores los representábamos, haciendo improvisaciones en base a lo que nos planteaba el público, que nos decía dónde, cómo y cuándo. Y el tercer proyecto fue Discepolín, con un texto maravilloso y mi incursión en el sainete, por lo que resultó una experiencia fantástica.

Un recuerdo revelador

En el transcurso de su vasta trayectoria, Alberto se subió en reiteradas ocasiones a múltiples escenarios y, como todo en la vida, hubo una primera vez. Sobre ese momento, recordó: “Yo tendría alrededor de diez años, estaba en el Colegio San Agustín, y me eligieron para actuar en una obra de teatro en la fiesta de fin de año. Me acuerdo estar de pie en el escenario y no ver la sala ni al público, porque, generalmente, hay luces que te iluminan de frente o desde los laterales. Sentí una emoción muy intensa, como que mi cuerpo irradiaba luz. Creo que era la energía enorme que había puesto por la responsabilidad que sentía, fue hermoso, percibía que necesitaba eso para siempre”.

Una distinción cultural y social

Días atrás, el Ministerio de Cultura y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación otorgaron los Premios Eduardo "Tato" Pavlovsky", en los que reconocieron a personalidades de la cultura por su compromiso con la promoción y la defensa de los derechos humanos. Fueron distinguidos: Fernández De Rosa, Griselda Gambaro, León Gieco, Víctor Heredia y Jorge Boccanera.

Sobre el reconocimiento, “Paco” expresó: “¡Me emocionó mucho! También sentí pudor, porque con tantos años de militancia y experiencia uno ha visto que muchos compañeros perdieron la vida defendiendo esos mismos ideales, con el mismo objetivo de transformar la realidad y mejorar la situación del pueblo en su conjunto, y yo no perdí la vida, apenas pasé un destierro no muy grande y una prohibición de siete años, durante el gobierno militar, para trabajar. Asimismo, sentí una responsabilidad muy grande, que tiene que ver con que siento que los que quedamos vivos tenemos que sostener esas banderas de los que cayeron”.

Y, a continuación, opinó sobre la función de la cultura para la construcción de la memoria: “Aunque el tipo de manifestación muestre algo históricamente descolgado del momento en el que se está viviendo, la cultura siempre es una manifestación histórica, una interpretación. Y, en ese sentido, entre muchas otras cosas, es un testimonio que hace que no se pueda pasar la historia por encima. Aunque se quiera negar, o se la quiera desfigurar para disminuir el nivel de conciencia, igualmente está ahí presente”.

Entre el arte y la educación

Actualmente, “Paco” arrancó la preparación de un proyecto artístico junto a la actriz Ana María Picchio y al director y escritor Claudio Ferrari. Fuera del ámbito cultural, se desempeña como consejero escolar en el municipio de Escobar.