El acordeonista Mauro Muscari alegra la peatonal de San Justo

Con su instrumento, el músico matancero interpreta diferentes canciones de todos los géneros en el Centro de la localidad.

Hace seis años, Mauro Muscari, vecino de la localidad de Isidro Casanova, decidió tomar su acordeón y salir a la calle a demostrar su talento con la música. Así, se propuso ir todos los días al Centro de San Justo, específicamente a la intersección de la peatonal Arieta y Perú, donde interpreta canciones para todos los gustos. Muchos transeúntes ya lo conocen y le brindan su ayuda con aportes económicos solidarios. Además, el artista cuenta su historia de vida y superación ya que a temprana edad perdió la vista y eso no impidió que se perfeccionara en lo que más ama.

En diálogo con El1 Digital, el acordeonista señaló: “Soy artista callejero y estoy de lunes a sábados. Aprendí a tocar el teclado y el acordeón cuando era chico. A los diez años me regalaron mi primer instrumento, mi padre me dictaba las notas y yo las memorizaba; más tarde, a los trece, tuve mi acordeón”.

Durante su adolescencia, Muscari frecuentaba centros de jubilados y, paralelamente, finalizó sus estudios secundarios y se recibió de profesor de Lengua y Literatura. “Por el momento no ejerzo, pero realizo muchos cursos para perfeccionarme. Mientras tanto, en la peatonal, interpreto diferentes estilos como tango, cumbia, folclore, griegas y rusas”.

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Luego de varios años, los transeúntes se acercan a escuchar sus melodías y le piden su contacto para contratarlo para diferentes eventos. “Las personas escuchan atentas y me piden mi tarjeta, y así voy a cumpleaños y casamientos con mi acordeón para alegrar las fiestas”, sostuvo.

El músico contó que uno de sus sueños es participar en alguna banda o compartir un escenario con grandes artistas musicales. “La motivación es que me conozca más gente”, expresó.

Historia de vida

Mauro fue superando diferentes obstáculos desde pequeño y con el tiempo se fue fortaleciendo. A los cuatro años perdió la vista por un problema en el nervio óptico, por lo que sus padres y el colegio al que concurría lo ayudaron a valerse por sí mismo. Fue uno de sus profesores quien le aconsejó que comenzara a aprender diferentes instrumentos: así obtuvo su primer teclado y nunca más se apartó de la música.