Un proyecto de científicas del CONICET busca ampliar el acceso al agua potable

Las especialistas trabajan en la selección de microorganismos ambientales que naturalmente pueden oxidar y remover metales del agua, para garantizar este recurso a poblaciones alejadas de la red.

Planta modelo.

El agua es un recurso fundamental para la vida y un derecho inalienable para los humanos. Fuera de los conglomerados, muchas comunidades se encuentran alejadas de los centros de distribución de agua potable y usualmente se abastecen de aguas subterráneas para consumo.

Estas aguas suelen contener metales, como el hierro y el manganeso, que están presentes naturalmente en la tierra y se van incorporando en las napas de agua subterráneas. Su remoción es importante no solo para la salud sino también para la conservación de los sistemas de distribución que se corroen por la presencia de los óxidos y dan al agua un sabor metálico.

Ante esta problemática, desde el 2013 se lleva adelante un proyecto conjunto con el laboratorio de “Microorganismos de interés agronómico y ambiental” del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-UNR) que busca desarrollar un inóculo bacteriano para aplicar en los filtros y acelerar el proceso de eliminación del manganeso del agua para consumo.

Natalia Gottig, investigadora del consejo en el IBR y coordinadora del proyecto, explica que para remover estos metales y obtener un agua segura, muchas comunidades utilizan con éxito sistemas de filtración biológica donde el agua subterránea pasa por filtros de grava y arena.

Lucila Ciancio, Ainelén Piazza, Natalia Gottig y Jorgelina Ottado, parte del equipo de investigación que inició el proyecto.

"Allí, los metales son oxidados por la acción de microorganismos y quedan retenidos en el filtro y, por lo tanto, son eliminados del agua. Dentro de los microorganismos presentes en el agua que pueden colonizar estos sustratos, se destacan las bacterias oxidadoras de manganeso que pueden de crecer en forma de 'biofilm'. Esto les permite adherirse a la arena del filtro, desarrollando una estructura muy densa de células que oxida y retiene los metales", detalla en diálogo con Prensa CONICET.

Un gran problema y una “micro” solución

El equipo de investigación recorrió varias localidades de la provincia tomando muestras de arena de los filtros que se encontraban funcionando con alta tasa de remoción de manganeso. “A partir de ahí hicimos un montón de trabajo en el laboratorio aislando y seleccionando las bacterias presentes. Además, trabajamos en la formulación del inóculo bacteriano y en la metodología para aplicarlo en los filtros biológicos", señala la especialista.

A partir de desechos orgánicos de la industria de biodiesel, las investigadoras idearon medios de cultivos para hacer crecer las bacterias que oxidan y retienen a los metales. “Esta es una forma de deshidratar las bacterias, de esta manera pueden ser almacenadas hasta su uso, y además se disminuyen los costos de transporte hacia las plantas de tratamiento de aguas” indica Gottig y afirma que “en escala de laboratorio funciona muy bien, cuando se aplica el inóculo formulado de esta manera en el filtro, se comienza a remover el manganeso del agua muy rápidamente”.

Si bien un tercio del agua dulce disponible del planeta se encuentra en Latinoamérica, 166 millones de personas aún no tienen acceso a sistemas seguros de abastecimiento de agua en esta parte del continente.

Fuente UNESCO

En el marco del Plan Ciencia y Tecnología contra el Hambre, el proyecto recibió recientemente el financiamiento del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Esto les permitió construir una planta piloto que mimetiza las plantas de tratamiento de agua a escala real. “Esperamos en unos meses tenerla instalada para trabajar con aguas subterráneas naturales in situ, aplicar nuestro inóculo a los filtros y evaluar cómo funcionan en la remoción de manganeso” adelanta Gottig.