Un Papa con la agenda verde al hombro
Desde su nombramiento como Sumo Pontífice, Francisco manifestó su preocupación por la crisis ambiental y llamó a cuidar la “casa común”. La redacción de la llamada “encíclica verde”, el apoyo a poner fin a los combustibles fósiles y su intención de participar en la COP28, los momentos que marcaron un antes y un después en su legado ecológico.
"Francisco de Asís es para mí el hombre de la pobreza, el hombre de paz, el hombre que ama y protege la Creación". Con esas palabras, el Papa Francisco argumentaba a un grupo de periodistas la elección de su nombre. Era marzo de 2013 y su reciente asunción conmovía a una Latinoamérica que jamás había tenido un representante como máxima figura del Vaticano.
Ese mismo continente, este lunes 21 de abril, amaneció en shock. La noticia de su muerte hace indefectible un repaso por su legado, uno que tuvo al ambiente como eje en sus discursos. Cuando el Papa hablaba de “la Creación”, como en ese encuentro con periodistas, se refería, en muchas ocasiones, a la naturaleza, el planeta y sus recursos.
Tiempo después también diría que Francisco de Asis era “el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad”. “Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología”, manifestó dejando en claro la centralidad de este tema, que fijó hasta en su propio nombre.
La “encíclica verde”
Tres años después de ser elegido para la máxima prelatura, Francisco redactó Laudato Si´, su primera encíclica que fue rápidamente calificada como “verde” por el énfasis en el cuidado del ambiente que atravesaba todo el documento papal. “Nuestra casa común es como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”, iniciaba el texto.
Allí, Francisco apuntaba claramente contra el accionar del ser humano, a quien consideraba el culpable del “uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”. “La violencia que hay en el corazón, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”, señalaba.
A lo largo del documento, varias palabras marcan los ejes: contaminación, cambio climático, agua, biodiversidad, ecología, inequidad planetaria. Las mismas se repetirán varios años después en su exhortación Querida Amazonia, en 2020, cuando remarcó la importancia de escuchar las voces de los pueblos originarios y reconocer su rol vital en la conservación de los ecosistemas.
El día que un Papa casi asiste a la COP
En 2023, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático número 28 (COP28) tuvo lugar en Dubái. Se trata del foro donde representantes de todo el mundo se reúnen para acordar maneras de abordar la crisis climática y ese año una noticia había sorprendido: la participación del Papa Francisco. Era la primera vez en su historia que un Sumo Pontífice asistiría al evento. Su exposición estaba prevista para el 2 de diciembre y se sabía que uno de los temas claves sería los combustibles fósiles.
Sin embargo, el viaje tuvo que ser cancelado por motivos de salud. Una inflamación de sus pulmones le impidió llegar, pero dejó un mensaje. En una amplia declaración, pidió la condonación de la deuda de los países más pobres afectados por el cambio climático y poner fin a la explotación de carbón, petróleo y gas, como uno de los cambios en el estilo de vida para salvar el planeta.
Aportes bajo el brazo
En los últimos años, su discurso ambientalista no cesó. Por el contrario, se afianzó al punto de querer innovar. Durante el XX Congreso Internacional de la Asociación de Derecho Penal, en 2019, contó que estaba pensando en introducir en el Catecismo de la Iglesia Católica “el pecado ecológico”.
El año pasado, su intención de oración mensual de septiembre estuvo dedicada a la Tierra, a la que personificó como un enfermo que necesita ser atendido y donde pidió ayudar a las millones de víctimas de las catástrofes ambientales.
“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan?”, se preguntaba el Papa en el capítulo cuatro de esa famosa “encíclica verde”. Un interrogante que incomoda pero también moviliza. Un llamado a la acción como legado y certeza: “La tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán”.